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En la desembocadura del Río Almendares hay un lugar que le gusta a los habaneros para enamorar. Las mesas se colocan junto a un viejo torreón que se alza imponente, resistiendo el paso del tiempo y la fuerza del mar, el Torreón de la Chorrera.
Esta pequeña fortaleza fue construida en los tiempos en que las cosas se hacían con calma y para siempre. La diseñó un hombre que no vivió mucho, pero sus obras persisten por más de cuatro siglos de probado uso, Juan Bautista Antonelli (Madrid 1585 - Cartagena de Indias 1649).
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Juan Bautista perteneció a una importante familia de ingenieros militares de apellido Antonelli. Lo llamaban el “Mozo”, para distinguirle de su padre y de su tío. Fue el único de los Antonelli nacido en España, el resto de su familia era de origen italiano.
Hasta los 19 años Juan Bautista Antonelli casi no tuvo contactos con su progenitor por estar fuera de España trabajando en el diseño de fortalezas en América. En 1604 se reencuentran en Madrid y viajan juntos para trabajar en la construcción de fortificaciones en el Caribe.
Este viaje los llevó a inspeccionar las salinas de Araya, Cumaná y la isla de Margarita, desde allí siguieron hacia Cuba donde Cristóbal de Roda Antonelli estaba al frente de las fortificaciones diseñadas por Bautista, desde 1594.
En La Habana, Bautista Antonelli (padre) deja a su hijo a cargo del primo Cristóbal de Roda Antonelli. Se estableció entre ellos una relación filial sólida que llevaría a "el Mozo" a establecerse junto a Roda en Cartagena en 1608 para estar a cargo de las fortalezas de esta ciudad.
En 1636, tras un período de trabajo en fortificaciones de Puerto Rico, Juan Bautista Antonelli (hijo) vuelve a Cuba en calidad de Ingeniero Militar de Indias. Su labor entonces fue corregir, reparar y aumentar las fortificaciones de La Habana y Santiago.
San Cristóbal de La Habana se consolidaba como puerto intermedio de envío de mercancías de América hacia Europa. El sistema de fortificaciones de la entrada de la bahía había sido diseñado por Antonelli (padre) entre 1555 y 1610 que se terminaron las obras, pero habían puntos vulnerables en la defensa del territorio.
Las fuentes de abasto de agua en La Habana estaban desprotegidas. Eran una posición estratégica en especial la del río La Chorrera (río Almendares) desde la cual se extendía la Zanja Real hasta el centro de la incipiente ciudad. Además, este punto se encontraba en el Bosque Vedado, un paraje ideal para que se establecieran corsarios y piratas disponiendo de caminos que permitían el acceso hasta la ciudad.
Si esta posición caía en manos enemigas La Habana podía sucumbir en pocos días. Antonelli "el Mozo" comprendió la urgencia de tal ejecutoria. Eran necesarios dos torreones, uno al Oeste y otro al Este. Así se crean el Torreón de la Chorrera y su "hermano", el Torreón de Cojimar. Ambos tuvieron un coste de 20 mil ducados en total.
El Capitán Juan Alférez eligió el lugar de construcción de La Chorrera y confeccionó el plano, pero fue Antonelli quien resolvió que fuera cuadrado, con ochenta pies de lado y cuarenta de alto.
Ubicó cinco cañones a una altura de veinte pies y otros seis en la cubierta de la fortaleza. También incluyó al diseño aljibes, almacenes y barracas para alojar hasta cincuenta hombres.
“La Chorrera”, lleva ese nombre por ser durante mucho tiempo la principal corriente de agua dulce de La Habana. Sin embargo su nombre real es Fuerte de Santa Dorotea de Luna y estaba rodeado de un foso.
Aunque su construcción se consideró apremiante y fue aprobada por la Real Cédula del 30 de enero de 1635, el financiamiento que debía ser otorgado por el gobierno de México nunca se hizo efectivo. Durante el mandato del Capitán General Álvaro de Luna (1639-1646) se iniciaron las obras, con la contribución financiera de los vecinos de La Habana.
Por Real Cédula del 17 de septiembre de 1647 el Rey de España conoce de la terminación de la Chorrera. Dos años más tarde moriría su artífice, Juan Bautista Antonelli, en Cartagena de Indias.
Antonelli "el Mozo" dedicó 45 años al servicio de la Corona Española en el área del Caribe. Veló por la protección de Cuba, Cartagena, Portobelo y Araya. Su obra selló la labor de una familia de ingenieros militares que durante más de 90 años (1555 -1649) se consagró a fortificar los puntos neurálgicos de los dominios españoles en América, África y España.
En cuanto al Torreón de la Chorrera, la fortificación probó su valor en la toma de La Habana por los ingleses en 1762. La dotación al mando del cubano Luis José de Aguiar, aguantó el asalto de dos navíos ingleses comandados por Lord Albemarle.
Se dice que fue tan intenso el combate que la pequeña fortaleza quedó casi destruida, por lo que fue necesario reconstruirla posteriormente con un segundo nivel.
En 1931 el Torreón de La Chorrera y los terrenos colindantes se le entregaron a la Marina de Guerra de Cuba. Actualmente es un centro gastronómico y aunque no es el lugar de origen del famoso Arroz con pollo a la Chorrera, sí está vinculado al surgimiento de este plato tradicional de la comida cubana, pero esas es otra historia que ya fue contada en CiberCuba.
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