Las aguas contaminadas del río Guaso en la provincia de Guantánamo, no amedrentan a los cubanos que acuden a ellas para buscar modos de sustento, algún alimento que los ayude a paliar la escasez que afronta el país, aunque para conseguirlo tengan que poner en riesgo su salud.
“El riesgo biológico al que se enfrentan estas personas es muy elevado, según científicos de la provincia este río posee los más altos niveles de contaminación que se puedan medir”, explica un material del medio independiente Cubanet.
Los pescadores cuentan al citado medio que ellos van todos los días al río. “Ahora cuando el agua está limpia se buscan unas mallas para sacarlos (los peces)”, dicen. Pero cuando está sucia la mejor manera es pescarlos a mano, explican.
Sin embargo, ante la noción del peligro, se muestran escépticos. “¿Cuánta gente hubiera muerto? Mucha gente en Guantánamo consume pescado de este río”, aseguran. Uno de ellos muestra un ejemplar de tilapia en sus manos. “Hace falta que salga un pez gato una claria, para que veas lo que es una claria”, le dicen al periodista que los filma con la cámara.
“Si no hay nada en la carnicería, ¿qué tú vas a comer? Tienes que venir acá. Freírlo, comértelo en una sopa, un ajiaco, una fiesta. Eso da fósforo al ser humano”, refiere uno de los pescadores. “Somos pobres, hijo, aquí lo que no hay es que robar, ni hacerle daño a nadie. Aquí con estos pescaditos y una calabacita y una yuquita haces una caldosa y comes”, expone otro. “Lo que no hay es que robar”, insiste.
Recientemente, las autoridades en Guantánamo pactaron una alianza entre representantes de la cultura, especialistas y ecologistas para intentar lograr el saneamiento del río Guaso, transformado en un vertedero de basura, destino de aguas albañales y vertidos tóxicos de varias empresas desde hace años.
La isla vive por estas fechas una profunda escasez de alimentos, ahora agudizada por la crisis del nuevo coronavirus. Por otro lado, el gobierno cubano prioriza la actividad pesquera solo para la exportación, por lo que el pueblo generalmente no tiene acceso a este tipo de alimentos, salvo los que de manera más fácil se obtiene de aguas muchas veces nocivas.
A finales de agosto, un video subió a las redes sociales mostrando un cubano que pescaba una docena de clarias para comer de una alcantarilla de una céntrica calle de la ciudad de Cienfuegos. El suceso tuvo lugar más exactamente en la calle 43, entre 46 y 48, en la esquina donde está ubicada la Iglesia Adventista, sitio donde el pescador se introdujo en la cloaca para extraer varios ejemplares.
Otras provincias como Villa Clara fomentan la cría intensiva de clarias, con el fin de sustituir importaciones de pescado para las dietas médicas y distribuir su carne en establecimientos dedicados a esa actividad.
En mayo, el doctor Francisco Durán García, director nacional de Epidemiología del Ministerio de Salud Pública (MINSAP), recomendaba varios tipos de alimentos para fortalecer las defensas del organismo ante la pandemia del coronavirus. Una de sus sugerencias, fue la carne de pescado azul. Pero a los cubanos les corresponde degustar, en el mejor de los casos, la de claria, una especie que es considerada dañina para los ecosistemas por su capacidad para vivir varios días fuera del agua y devorar lo que halle en su camino.
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