Vídeos relacionados:
Uno de los recuerdos más felices de mi infancia se lo debo a Roque Moreno. Era 1996 y yo, envuelta en un traje rosado con el que había bailado un vals, reía junto al médico de la familia que todo el mundo en Santiago de las Vegas (La Habana) conocía porque a ratos hacía de payaso. Todavía guardo la foto en blanco y negro junto a Chupetín Moroco, el día en que me graduaba de prescolar.
Pocos años más tarde, Roque aparecería en Suite Habana, el filme de Fernando Pérez que revolucionó la forma de pintar a una sociedad a través del cine. Allí se interpretaba a sí mismo: un médico que a veces era payaso. Después de esa película su vida no volvería a ser la misma.
Lo más leído hoy:
Desde chiquito, cuando iba a un policlínico o un hospital Roque se escabullía en las consultas porque quería ser doctor. Pero, a los 37 años puso un alto en su carrera como médico para entregarse a los menesteres de la actuación. Los papeles desfilaron por él: papeles para teatro, papeles para televisión, papeles para películas. Ya no encarnaba al payaso. Pasaba de ser un delincuente a un mecánico, de un militar a un taxista o un emigrado... Sus convincentes y sucesivas puestas en escenas le hicieron sumar seguidores.
Aunque se han ido casi dos décadas desde que dejó de ejercer la medicina, lo aprendido le va a acompañar mientras viva. Según confiesa en exclusiva a CiberCuba, "refresco mis conocimientos cada vez que puedo y termino siendo el médico de todos los rodajes donde esté, ya sea de novelas o películas o una obra de teatro. Todo el mundo viene y me consulta algo y termino atendiéndolos de una u otra manera, aunque no pueda hacer una receta”.
El actor, que estuvo recientemente en El rostro de los días, participará en una próxima telenovela que dirige Ernesto Fiallo y se llama Volver a mirar. “En esta mi personaje no es tan positivo, pero es muy rico. Creo que a la gente le va a gustar bastante. La novela tiene un elenco magnífico y la música creo que la hará Raúl Paz, como en La otra esquina”, dice a la vez que adelanta que con el grupo de teatro Aire Frío, al que pertenece, posiblemente reponga una obra que tuvo muy buena acogida: Desnuda, y que por supersticiones en que creen los actores, no quiere ahondar mucho en un proyecto pensado para cine, aunque todavía incipiente.
¿Por qué si siempre te gustó la actuación, te decidiste por la Medicina?
Mi primera opción de estudio siempre fue Medicina porque me atraía desde niño. Era el muchachito que siempre cantaba, declamaba en los matutinos, hacía teatro, pero nunca pensé que la actuación llegara a ser mi profesión. Después de graduado de médico fue que pensé que era un camino que no quería quedarme sin explorar porque había nacido también para eso y hasta los 37 había cumplido mi sueño como médico.
¿Por qué empezaste a hacer de payaso? ¿Te impulsó más el interés artístico o la necesidad económica?
No había pensado en ser payaso, aunque era una faceta del arte que respetaba muchísimo. Lo que pasa es que en quinto año de la carrera de Medicina ya tenía dos hijos que dependían económicamente de mí, y hacer de payaso me permitía actuar y a la vez recibir una retribución monetaria que ayudara a mi familia. Dos buenos amigos, también payasos, me incitaron a hacerlo porque creían que tenía condiciones para eso y me lancé. Así nació Chupetín Moroco, que es el payaso con el que llevo prácticamente 22 años.
¿Cómo es el Roque payaso?
Roque de payaso es como Roque de actor, muy serio con su trabajo. Me gusta hacer las cosas bien hechas y Chupetín Moroco es un personaje que me ha servido no solo económicamente, sino desde el punto de vista espiritual. Con él he podido sentirme realizado porque la actuación de clown es una de las más difíciles dentro de la humorística. Chupetín es el payaso maldito, el que a veces se equivoca en las palabras, pero que es muy querido por los niños. Lo extraño mucho y cada vez que puedo regreso a él.
¿Le faltaba algo a tu vida como médico cuando apostaste por la actuación?
A mi vida como médico no le faltaba nada. Estudié como médico todo lo que creía que debía estudiar y me gradué entre los mejores de mi año. Ahora, a mi vida como Roque le faltaba la actuación. Llegó un momento en que fue necesario decidir si quedarme toda la vida frustrado por esa parte o dividir mi vida en dos. Yo preferí lo segundo, decir: "Hasta aquí llegó mi vida como médico, estoy satisfecho con mi profesión, pero necesito probarme como actor”. La vida es una sola y es muy triste llegar al final y pensar que uno pudo llegar a haber hecho algo y no lo hizo. Opté por eso y salió bien. Hasta hoy que tengo 55 años he tenido una carrera bastante fructífera como actor y Dios quiera que lo siga siendo.
¿Cómo fue esa preparación tardía, digamos, que tuviste para formarte como actor?
Mi preparación actoral no empezó con mi carrera profesional como actor, sino desde pequeño, cuando integraba grupos de teatro y los llamados campamentos artísticos en mi época estudiantil, donde pasábamos media jornada en el campo y la otra en preparación artística. También durante la carrera integré el movimiento de teatro de Ciencias Médicas. Después de terminar Medicina me uní a un grupo profesional de teatro y luego pasé la Escuela Nacional de Arte en un curso de titulación para actores que complementó mi formación. No obstante, creo que se puede tener talento e interés, pero las cosas solo se te dan si realmente están en tu camino.
¿Qué herramientas de la Medicina te han ayudado a ser actor?
He hecho un estudio concienzudo, profundo, de mis personajes, como mismo antes lo hacía de un paciente, buscando desde el interior hasta el exterior, todo lo que caracteriza a una persona. En el caso del médico, me ayudaba a hacer un diagnóstico, en el caso del actor me ayuda a conformar un personaje.
¿Cuáles han sido tus mayores cualidades para una y otra profesión?
Mi cualidad mayor para ambas profesiones diría que es el afán de investigar, de profundizar, la necesidad de tener el mayor control posible sobre toda la información que me brindaba un paciente y la que me puede dar un texto sobre el personaje que voy a interpretar. De esa manera puedo entrar en la piel del otro, buscar qué del mundo interior hace que esa persona construya su exterior y entonces ya visualizo cómo habla, cómo camina, cómo se sienta, cómo se comporta. Lo que ofrezco es un resumen de toda una vida. Los textos trato de aprenderlos completamente y tengo una facilidad bastante grande para eso, pero lo hago para luego poder desprenderme de ellos y jugar con lo que voy a decir.
¿Crees que Suite Habana, un clásico de nuestro cine, sigue vigente?
Es un clásico con una vigencia total, no solo para Cuba y para La Habana, donde fue filmada, sino para el resto del mundo. Creo que el mismo Fernando Pérez podría decirte en cuántos países ha sido proyectada esta película y cuán acogida ha sido en todos esos lugares porque habla de cosas universales, como la realización del ser humano, la perseverancia, la manera de sobrevivir y de enfrentar la vida, que es igual para todo el mundo. Estoy muy agradecido de haber formado parte de ella.
¿Por qué Fernando Pérez es el modelo de persona que buscas ser?
No es que quiera ver a Fernando como un modelo de mi persona, sino que es un hombre tan, pero tan bueno, en todas las esferas de la vida: es un excelente profesional, un excelente cubano, un excelente padre, una excelente persona, que solo puedes entenderlo cuando lo conoces y notas que tienes a un maravilloso ser humano delante y que vale la pena acercarse en lo posible a ser como él. Lo respeto y lo admiro muchísimo y le doy gracias a Dios y al universo entero por haberlo puesto en mi camino porque gran parte de lo que soy en este momento se debe a que Fernando Pérez me llevó a hacer Suite Habana un día.
En poco tiempo has tenido una carrera muy prolífera en la que has ganado la admiración y el respeto del público. ¿A qué crees que se deba eso?
Tienes razón, teniendo en cuenta la vida profesional de muchos actores que conozco, la mía ha sido muy prolífera en muy corto tiempo. Estamos hablando de unos 18 años. Para eso debe haber talento, pero hay algo más que es en lo que más se puede confiar: la perseverancia, el querer estudiar y disfrutar lo que se hace, el entregarse muchísimo. En mi caso ha sido posible por el amor que le tengo a la actuación y el apoyo que me da mi familia para poder desarrollarla.
¿Qué te han dado el teatro, la televisión y el cine?
El cine me ha abierto las puertas y me ha dado el impulso hacia la actuación profesional. Como medio, ha hecho más permanente o duradero mi trabajo porque es algo que queda para la posteridad. La televisión me ha dado la inmediatez, la rapidez, el prepararme bien, bien fuerte para desarrollar un personaje en muy corto tiempo. He podido allí difundir un poco más mi trabajo y ser más reconocido en el ámbito actoral. Y el teatro me ha dado algo que te va a decir todo actor: la suma de todas las cosas, es la permanencia, la inmediatez, la entrega total, la retroalimentación, el susto, la adrenalina. Es todo, que se resume en tres, cuatro o diez minutos de aplausos, en dependencia del tiempo de la obra y del éxito que tenga. Para mí, es el medio más vivo y fuerte de todos.
Aunque te has movido en esos tres medios, donde más se te ha visto es en las telenovelas. ¿Crees que su estado es grave?
Lo que es grave no es la novela, sino que no tengamos los recursos necesarios para poder grabar en buena ley, con los excelentes actores y los guionistas exitosos que tenemos. Es una pena que esas historias muy bien escritas se vean afectadas porque la producción no disponga de los medios necesarios para poder hacerlas. Se graba en un marco con bastantes dificultades, cuando realmente se necesitan muchos medios para hacer una buena telenovela. Te estoy hablando desde el punto de vista técnico: las cámaras, el sonido, hasta el punto de vista de la alimentación y el transporte. Creo que la telenovela se ha recuperado bastante en los últimos tiempos con propuestas nuevas, ha mejorado muchísimo, pero necesita un mayor respaldo logístico para que el producto final esté al nivel de los estándares internacionales.
Sin embargo, El rostro de los días removió a los espectadores cubanos. ¿A qué le atribuirías eso?
El éxito de El rostro de los días se debió a tener como eje a la familia y al resolver sus conflictos de la mejor manera, de la forma más humana y civilizada posible; en ofrecer una visualidad agradable porque no era una novela de teque ni social ni político, no era educativa por imposición. Estuvo hecha para disfrutar y relajar en familia, y tuvo todo lo que caracteriza al melodrama, buen tino para tocar puntos que agradaron al público. Cuando una sociedad necesita tanto la unión de la familia, verlo en pantalla es importante.
¿Crees que hubieras tenido una vida más solvente, si hubieras seguido como médico?
No creo que hubiera tenido una vida más rica materialmente hablando como médico, porque no creo que económicamente un médico tenga una vida extremadamente rica en nuestro país. Creo que cualquier profesión aquí tiene una vida bastante limitada desde el punto de vista económico. Los salarios no son lo que realmente debieran ser ni lo serán. Lo que sí creo es que profesionalmente disfruté mi vida como médico y así lo estoy haciendo con la que llevo como actor. No las pongo en una balanza. Yo elegí ser bueno en dos cosas, sin que entraran en contraposición, sin compararlas. Tuve que separarlas porque exigen muchísimo, pero ambas me han hecho muy feliz. No me anima ni siquiera pensar en que una pudo darme más dinero que otra. La vida de los actores es muy difícil en Cuba, como lo es la vida para un médico. Mi satisfacción es la espiritual, la de decir que no me quedé con las ganas de ser lo que quería ser: médico y actor.
Te conozco como un padre y un hijo preocupado. ¿Qué es la familia para ti?
Para mí la familia lo es todo, es lo más importante, es el lugar seguro, es lo que me forma como ser humano. Tengo una familia que respeto y quiero mucho, que guardo con mucho celo. No soy farandulero, de pasar tiempo en fiestas. Sencillamente trabajo, trabajo todo lo que puedo y siempre regreso a mi casa con desespero, con ganas de llegar al lugar donde yo puedo ser Roque en todo el sentido de la palabra.
Archivado en: