El percusionista Cándido Camero, leyenda de la música cubana y pionero del jazz latino, murió el sábado en Nueva York a los 99 años, informó su familia a NPR WBGO.
Camero desarrolló una extensa y exitosa carrera en Cuba y Estados Unidos, que abarcó toda la historia del jazz latino desde su surgimiento, al tocar junto a estrellas como Charlie Parker, Dizzy Gillespie, Billy Taylor, Duke Ellington, Lionel Hampton, Tito Puente, Bebo Valdés y Machito.
Es reconocido por los historiadores de la música como uno de los primeros en tocar múltiples tambores durante sus actuaciones, afinando notas específicas para interpretar nuevas melodías.
Su otra gran contribución al arte fue la introducción de técnicas de percusión con las que podía tocar más de un tambor a la vez, una práctica que fue el primero en dominar.
Triunfó en Cuba, donde pasó ocho años trabajando en el famoso cabaret Tropicana, acompañando a las grandes estrellas cubanas y extranjeras que pisaron su escenario. Además de un gran percusionista, tocaba muy bien el tres.
A finales de los años 40 viajó a Nueva York, donde terminó asentándose.
Según contó el año pasado en una entrevista al portal web Colección Gladys Palmera, llegó a la gran ciudad con un espectáculo de música y danza cubanas que no tenía dinero para llevar a todos los artistas que necesitaba. Esa fue su oportunidad para aprender a tocar a la vez varias tumbadoras.
Tiempo después fue contratado por el famoso trompetista Dizzy Gillespie, quien buscaba para su banda un percusionista que sustituyera a Chano Pozo, asesinado en 1948.
Su amor por la percusión comenzó desde muy temprano, cuando a los cuatro años su padre le fabricó un set de bongos en su casa con dos latas de leche condensada cubiertas con cuero, debido a que no tenía dinero para comprarle instrumentos originales.
Fue uno de los que introdujo los ritmos afrocubanos en el jazz, lo que redundó en una combinación de música cubana con música americana. Las tumbadoras agregaron un ritmo nuevo al género, que lo hizo más popular en todo el mundo.
Colaboró con otras celebridades como los cantantes Frank Sinatra y Tony Bennett, quien aún vive.
Por sus méritos fue reconocido con el premio National Endowment for the Arts Jazz Masters en 2008 y con un Grammy Lifetime Achievement un año después.
“Me gustaba la música sinfónica, y cuando iba a los conciertos me fijaba más que nada en el timpanista, con tres tímpanis, tocando melodías”, confesó.
Su fórmula para vivir tanto era sencilla: no fumar, no consumir drogas, no oír malos consejos y no andar con malas compañías.
“Si quieren llegar a tener éxito en la música, esas tres cosas hay que eliminarlas, porque no es necesario. Y lo que no es necesario, no me interesa”, recalcó.
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