Jill Biden, esposa del presidente electo de Estados Unidos, Joe Biden, podría hacer historia al mantener un trabajo de tiempo completo a la par de su cargo en la Casa Blanca, algo que no se ha visto en 231 años de vigencia de ese rol.
La Primera Dama, una profesora universitaria de inglés con cuatro títulos, incluido un doctorado, planea mantener su trabajo diario después de mudarse a la Casa Blanca para acompañar a su esposo una vez que asuma la presidencia de la nación norteamericana.
Biden ha dejado claro en el pasado lo importante que son para ella la educación y su profesión, pues anteriormente continuó enseñando en el Northern Virginia Community College durante los ocho años que se desempeñó como segunda dama, cuando su cónyuge era vicepresidente, recuerda USA Today.
“Realmente llevará el papel de primera dama al siglo XXI”, dijo a ese medio la historiadora Katherine Jellison. “Los estadounidenses históricamente han querido que sus primeras damas estén en la Casa Blanca y al lado del presidente siempre que sea posible”, explicó.
“Quizás ha llegado el momento en que los estadounidenses acepten más la idea de que la esposa de un presidente puede ser simultáneamente una primera dama y una profesional en activo”, expresó.
Jill y Joe Biden están casados desde 1977. Él la ha apoyado continuamente en su profesión, por la que ella ha confesado en varias ocasiones su compromiso. Se espera que Jill rompa con la tradición del rol en la Casa Blanca, al tiempo que se sumerge en la política educativa, lo que sería igualmente un movimiento inusual.
“Para los educadores estadounidenses, este es un gran día para todos ustedes”, dijo Biden en su discurso de victoria el sábado. “Van a tener a uno de ustedes en la Casa Blanca. Y Jill será una gran primera dama. Estoy muy orgulloso de ella”.
De 69 años, Jill ha mantenido un perfil relativamente bajo considerando que su cónyuge fue senador de Estados Unidos durante casi cuatro décadas y pasó dos mandatos como vicepresidente de Barack Obama.
La pareja vivía a tres millas de la Casa Blanca, en el Observatorio Naval en Washington DC, la misma mansión a la que se espera se muden la vicepresidenta electa Kamala Harris y su esposo.
Durante la administración demócrata anterior, Jill trabajó estrechamente con la primera dama de entonces, Michelle Obama, viajando juntas y trabajando en su proyecto de familias militares Joining Forces. Ambas familias sostienen actualmente una buena relación.
Michelle considera a Jill una “querida amiga”, que aporta “amabilidad, empatía y humor incluso en las situaciones más difíciles”.
“Va a ser una excelente Primera Dama”, dijo Obama en un comunicado a USA Today.
Debido a su experiencia en el ámbito, la primera dama podría darle prioridad en la agenda de Washington a la educación, junto con la defensa de las familias militares y la conciencia sobre el cáncer (su hijastro Beau Biden murió de cáncer cerebral en 2015).
“La belleza (de ser primera dama) es que puedes definirlo como quieras”, le dijo Jill a la revista Vogue en julio de 2019. “Y eso es lo que hice como segunda dama: definí ese papel de la manera que quería que fuera. Seguiría trabajando en los mismos problemas. La educación estaría a la altura y las familias militares. Viajaría por todo el país tratando de conseguir un colegio comunitario gratuito”.
Las elecciones presidenciales de Estados Unidos este año, consideradas de carácter histórico, se han visto atravesadas por tensiones entre demócratas y republicanos, en medio de la pandemia de coronavirus.
Donald Trump, actual mandatario en funciones, insistió en plantear demandas contra varios estados, alegando presuntas irregularidades en el conteo de boletas, algo que ha sido repetido por sus seguidores, aunque sin ningún elemento probatorio.
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