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Los cubanos que envían remesas a Cuba tienen ante sí en estos momentos mucha incertidumbre. Si mandan dinero por transferencias bancarias, pagan más comisiones, pero se aseguran que la familia recibirá la recarga en la tarjeta magnética y podrá entrar o, por lo menos intentarlo, en las tiendas en dólares. Una vez dentro, den por seguro que el Gobierno la emprenderá a sablazo limpio con los consumidores.
Oficialmente los cubanos con familia en el extranjero no tocarán los dólares, euros o libras que les lleguen a la Isla a través de las remesas. Ya tienen la confirmación del Gobierno de que no podrán retirar divisas de sus cuentas bancarias. Tendrán que tragar con la conversión en pesos cubanos, a un cambio muy inferior del que se paga en la calle.
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Los bancos de Cuba cambian el dólar a 1x 23,50 pesos, un detallazo que olvidó aclarar Miguel Díaz-Canel cuando anunció la unificación monetaria a un cambio único de 1x24. El cuento de la buena pipa lo coronó Marino Murillo cuando juró y perjuró que la devaluación del peso sólo iba a afectar al sector estatal. Que los compre quien no los conoce.
Al margen de las instituciones estatales, el dólar en Cuba está por encima de 40 pesos y llega incluso a los 60. Basta con echar un vistazo en revolico. Señores, pintan bastos y esto sólo acaba de empezar.
La cosa empeora para los que envían remesas a través de Correos. En el caso de España, era una vía que hasta ahora tenía la ventaja de menores comisiones (4,75 euros) y da la posibilidad de cobrarlo instantáneamente.
Pero en estos momentos, si usted manda 100 dólares por esa vía, su gente recibirá 2.350 pesos cubanos en Correos. Como el dólar se cambia en la calle prácticamente al doble de lo que abona el Estado, al final el Gobierno está matando a pellizcos a nuestras familias.
Fíjese, con un envío de 100 dólares por otros cauces (con alguien que vaya para la Isla), se ahorra comisiones bancarias y su gente conseguirá casi el doble de dinero (entre 4.000 y 5.000 pesos). ¿Qué hacemos? ¿Nos esperamos a que vaya alguien para Cuba y lleve el dinero en mano o dejamos que nos desvalije el Estado?
En fin, la tarea ordenamiento lo pone todo patas arriba y nos afecta, por tanto, a los que estamos fuera. Van a seguir sableándonos, pero ahora con la devaluación del peso les darán a nuestras familias un mordisco mayor. Están tirando piedras a su propio tejado.
¿Tan difícil es que el Gobierno de Cuba respete el dinero enviado a través de remesas, en la moneda en la que se envía? ¿No es posible cobrar comisiones que encajen en la normalidad de lo que se paga a nivel internacional? No es justo que nuestros hijos, padres y abuelos pierdan la mitad de lo que les mandamos si utilizamos la vía oficial. En estos momentos de escasez y precios disparatados es infame que le arañen dinero descaradamente a nuestras familias.
No voy a entrar en el debate de remesas sí o remesas no. Los que acusan a unos de financiar al Gobierno de Cuba enviando dinero a sus familias, seguramente no tienen allí a nadie que les importe de verdad. Nadie puede pedir a un cubano, en nombre de nada, que abandone a su familia a su suerte o que haga con su dinero esto o aquello. Por ahí somos muchos los que no tragamos.
Entendemos y respetamos a quien quiera hacerlo. Está en todo su derecho. Pero los que no tienen otra que seguir mandando dinero para que sus hijos y sus mayores no se mueran de hambre, merecen la misma comprensión.
Los emigrantes, de cualquier latitud del mundo, envían remesas a sus países de origen, sin sentirse timados. Lo de Cuba, señores, no tiene nombre. Van a seguir hurgando en la herida hasta que no se pueda detener la hemorragia. Sólo les falta gritarnos: ¡Manos arriba! Esto es un atraco.
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