La cafetería de 11 y F en el Vedado, otrora espacio popular en el barrio habanero, cierra definitivamente sus puertas y será destinada a familias vulnerables que tienen problemas de vivienda.
El fotoreportero Pedro Luis García, indagó en el Poder Popular de Plaza de la Revolución sobre dicho lugar y le informaron que pasó a manos de Vivienda Municipal.
Este era un pequeño, pero próspero negocio, hasta que fue nacionalizado en la década de 1960. Luego continuó ofreciendo servicios gastronómicos que paulatinamente bajaron de calidad.
Según narra Pedro Luis García, la cafetería de 11 y F tenía las típicas barras con banquetas y los muchachos de la zona merendaban en ella al salir de la popular escuela Finlay, ubicada en la Avenida de los Presidentes.
"Da nostalgia ver cómo clausuran sus originales puertas de hierro y cristales, ahora son tapiadas chapuceramente con ladrillos", le comentó una asidua clienta de la cafetería.
En tiempos recientes se había convertido en un comedor social. Las declaraciones de un vecino de la zona lo acreditan.
"Hace muchos meses la han cerrado y la dejaron en el abandono. Ofrecían comida para los ancianos de bajos recursos. Ahora muchos especulan que pudiera ser un local multifamiliar", indicó un joven del barrio.
En el Vedado existen decenas de cafeterías y bodegas que tras décadas de gestión estatal, han quedado visiblemente afectadas, sin productos a la venta y que carecen de significación para los más jóvenes de la comunidad.
"Antes podíamos comprar cigarro y comer algo, ahora la cierran y clausuran sus puerta", expresó a Pedro Luis García una vecina de la zona.
En el Vedado muchas carnicerías, tiendas, bodegas han sido adaptadas como viviendas. Esto modifica el uso del suelo en el barrio, rompe el equilibrio que debe existir entre el sector residencial y los servicios en una comunidad.
Estos locales muchas veces son abandonados por el Estado y se convierten en focos insalubres. Otros han tenido mejor suerte y han pasado a manos privadas, pero la tradición de venta que tuvieron otrora ya no existe y los emprendedores deben levantar el negocio de cero, formando poco a poco una nueva clientela, que el ocasiones no da para hacer sustentable sus negocios y en poco tiempo vuelven a quedar los locales abandonados.
La adaptación de estos locales en desuso no es nueva. Muchos pensarán que es una solución a la crisis de la vivienda, pero no lo es. Es solo una prueba más de la gestión fallida de un Estado centralizador e ineficiente que es incapaz de garantizar el acceso a una vivienda justa.
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