Fallece el fotógrafo y cineasta cubano German Puig, pionero de los desnudos masculinos en Europa

En el París bohemio de los años cincuenta, Puig conoció y trabajó con el director y fundador de la Cinemateca Francesa, Henri Langlois, y frecuentó a Octavio Paz, Man Ray, Leonor Fini, Susan Sontag, entre otros

German Puig Paredes © Facebook / Herman Puig Photography
German Puig Paredes Foto © Facebook / Herman Puig Photography

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Este artículo es de hace 3 años

Germán Puig Paredes, cineasta y fotógrafo cubano reconocido como el fundador de la Cinemateca de Cuba, falleció en España a los 92 años, informó el realizador Carlos Antonio González Arenal a través de su muro de Facebook.

Nacido en Sagua la Grande el 25 de febrero de 1928, Puig cursó estudios de pintura y escultura. Tras estudiar cine en París, regresó a Cuba junto a un grupo de amigos que incluía al periodista Carlos Franqui, el escritor Edmundo Desnoes y el también cineasta Néstor Almendros, quienes dirigieron varios cortometrajes a lo largo de la década de 1950.


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Entre sus colaboraciones de aquella época, Puig y Franqui realizaron Carta de una madre. Junto a Desnoes, en 1952, realizó Sarna y dos años después colaboraba con Manuel Altolaguirre en la película inacabada Golpe de suerte.

Tal y como recordaba el realizador Manuel Zayas, que lo entrevistó en Barcelona, las vivencias de Puig fueron innumerables. “En ese París bohemio de los años cincuenta, Puig conoció y trabajó con Henri Langlois, director y fundador de la Cinemateca Francesa, y frecuentó a Octavio Paz, Man Ray, Leonor Fini, Susan Sontag y a José Bergamín”.

“En el Nueva York de los sesenta, de la mano de Langlois, conoció a Fritz Lang y a Zina Voinow, cuñada de Eisenstein. En Barcelona, amigó con Pere Ginferrer, Roman Gubern, Juan Marsé, Terenci Moix y Vicente Molina Foix; en Madrid, con Lucía Bosé, de quien fue asesor de imagen cuando la actriz volvió al cine con El Satiricón (1969), de Fellini”, rememoraba Zayas en un artículo publicado en la revista Cubaencuentro.

“Debido a la política, me quedé sin amigos”, confesó el artista y promotor cultural a Zayas en aquel entonces. Lo cierto es que Puig es otro de esos “raros” en la historia de la cinematografía cubana y prácticamente un desconocido dentro de la isla. En parte por su temprano exilio en los años sesenta y en parte por el manto de silencio que cubrió su creación más significativa.

La Cinemateca de Cuba fue fundada por Germán Puig junto a Ricardo Vigón y con el apoyo del director de la cinemateca francesa, Henri Langlois. Pero, con la fundación del Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográfica (ICAIC), la institución fue absorbida y posteriormente asociada a la imagen del fundador del ICAIC, Alfredo Guevara.

No fue hasta el año 2004, tras la publicación del artículo "Germán Puig, Ricardo Vigón y Henri Langlois: pioneros de la Cinemateca de Cuba", que saliera a relucir el nombre de los auténticos fundadores de esta institución. El artículo de Emmanuel Vincenot es “de obligada lectura si se quiere entender los verdaderos orígenes de esa institución cinematográfica, historia que, por oscuras razones, fue ocultada”, según reseñó Zayas en su entrevista.

Los antecedentes estaban en las sesiones del Cine Club de La Habana, ubicado desde 1948 en las calles Consulado y Trocadero, y en el que se reunía buena parte de la intelectualidad cubana de la época.

Amigo de Néstor Almendros, a quien conoció en La Habana regresando de sus estudios de fotografía en el Centro Sperimentale di Cinematografía de Roma, Puig y Vigón le invitaron a formar parte del Cine Club. En aquel entonces, Almendros le comentó de la existencia de clubes de cinéfilos parecidos en Barcelona, ciudad en la que terminó residiendo Puig buena parte de su vida.

“Aparte de casi todos los artistas e intelectuales de la época, a ese Cine Club iban Guillermo Cabrera Infante y Tomás Gutiérrez Alea, que por entonces era abogado y tocaba el piano —la vocación cinematográfica suya nace allí o al menos toma forma—. Todos éramos amigos, amantes del cine. Los incorporé cuando me fui a Francia y se quedaron a cargo del Cine Club. Fueron sus directores alternativamente, Tomás Gutiérrez Alea —que no se sabe porque no se ha dicho—, Néstor Almendros, y después, por último, Guillermo Cabrera Infante”, recordó el fallecido cineasta en la entrevista con Zayas.

Hombre de múltiples talentos e inquietudes, Puig Paredes desarrolló una exitosa carrera como fotógrafo de moda y realizador publicitario en España. Sus desnudos masculinos de los años 60 y 70 le valieron el arresto y acusación de pornógrafo durante el franquismo. Poco después de la muerte del dictador, se mudaría a Barcelona, donde viviría hasta sus últimos días.

Su obsesión con los que consideraba los precursores del desnudo masculino en fotografía le llevó a crear en Paris el sello editorial Herman Puig Éditeur, con el que publicó libros antológicos como Von Gloeden et le XIX siècle, Cuir et fantasmes y Akademia: le nu académique français, devenido hoy objeto de coleccionistas, según desveló Zayas en su entrevista a Puig en 2009.

Bajo su sello editorial y con sus propias imágenes fotográficas editó Yang. Sus fotografías se exhiben en varias colecciones públicas y privadas, incluidas las que se conservan en la Bibliothèque Nationale de France. También expuso en París, Madrid, Barcelona, Huelva, Mallorca, Hamburgo, Stuttgart y Miami.

Como dijera el escritor y amigo suyo, Vicente Molina Foix, cuando el Ateneo de Madrid homenajeó al fundador de la Cinemateca de Cuba: "La mejor película de Puig es su propia vida, en fuga permanente".

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Iván León

Licenciado en periodismo. Máster en Diplomacia y RR.II. por la Escuela Diplomática de Madrid. Máster en RR.II. e Integración Europea por la UAB.


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