Primer ministro descubre maltratos en aduanas de Cuba

Cuando Cuba sea una democracia próspera, cesará el maltrato porque los ciudadanos dispondrán de entidades a su servicio y no al revés.


Este artículo es de hace 3 años

El Primer Ministro de Cuba, Manuel Marrero Cruz, acaba de enterarse del maltrato que los combatientes de la Aduana General de la República (AGR) inflingen a los viajeros de la solidaria emigración cubana porque con los extranjeros no se atreven para no correr riesgos de salir como voladores de a peso de un puesto donde hay búsqueda.

Ojalá que el único foco de maltrato a los cubanos fuera la aduana, de donde se ha ido un 60% de la plantilla, incluidos un notable número de oficiales; según los reportes de la reunión en la que Marrero llamó a mejorar el trato hacia los viajeros, en otro esfuerzo baldío porque las causas reales del maltrato aduanero contra cubanos emigrados es la pobreza castrista y el afán de lucro de esos jodedores uniformados.


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Cuando Cuba sea una democracia próspera, cesará el maltrato porque los ciudadanos dispondrán de entidades a su servicio y no al revés, como ocurre desde hace más de 60 años con funcionarios de la burocracia comunista metiéndole el pie a sus empobrecidos y emigrados compatriotas.

Mientras un medicamento, un pitusa o cualquier artilugio cómico sea objeto de deseo para la mayoría de los cubanos, aduaneros, policías y demás luchadores de la baba sin quimbombó caerán en la tentación de maltratar al prójimo para sacar ventaja de la indefensión aprendida impuesta por la casta verde oliva y enguayaberada.

La mayoría de los cubanos emigrados y que viajan temporalmente al extranjero tienen malos recuerdos de su paso por la aduana, que contrasta con la profesionalidad creciente de Inmigración y Extranjería, que se limita a tramitar entradas y salidas e impedir viajes de los regulados, otro eufemismo del diccionario tardocastrista para encubrir verdades.

El maltrato que denuncia ahora el Primer Ministro cubano es Made in Castro, S.A, porque antes de 1959, Cuba disfrutaba de un notable nivel de calidad en sus servicios públicos y comerciales; pero como la economía está destrozada tras experimentos baldíos consecutivos, los cubanos son más pobres y desiguales con el paquetazo neoliberal del 1 de enero de 2021 y los magros turistas están en veda por coronavirus, a la dictadura no le queda más remedio que intentar congraciarse con la vilipendiada emigración.

Como ya es habitual en el simulacro de vanidades tardocastristas, el poder combina el plan de machete con la mermelada de Mar Pacífico, pues en una misma semana despide a un estibador de Cienfuegos por denunciar malos salarios y condiciones de trabajo; llama costra cultural a artistas emigrados reconocidos internacionalmente y lanza el anzuelo aduanero para mandar mensaje a los emigrados con rehenes en la patria.

La oposición y el activismo cubanos siguen sin incluir en sus agendas la protección del consumidor y la estructura de Defensor del Pueblo, equilibrios usuales en sociedades democráticas; los mansos y gusañeros que acuden a embajadas y consulados para exigir el fin del embargo norteamericano a cambio de paso franco en la aduana y otras migajas, deberían atreverse a pedir que las caricias de la dictadura alcancen a todos los cubanos y no a los que se portan bien.

Al menos ya sabemos que el compañero Marrero ha hecho la cruz en la Aduana General de la República, estructura vital para la colaboración con Estados Unidos y caja recaudadora; hace falta que siga llamando a la buena atención en el resto de los servicios públicos, incluidas las desabastecidas tiendas en dólares con colas eternas en tiempos de epidemia de coronavirus, farmacias con anemia de medicamentos y demás instituciones que cobran por amargar la vida de los cubanos.

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Carlos Cabrera Pérez

Periodista de CiberCuba. Ha trabajado en Granma Internacional, Prensa Latina, Corresponsalías agencias IPS y EFE en La Habana. Director Tierras del Duero y Sierra Madrileña en España.


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