El doctor Alexander Jesús Figueredo Izaguirre, residente en Bayamo, Granma, denunció en Facebook la situación vivida por una joven colaboradora cubana en Venezuela que casi muere de un cáncer sin recibir atención médica.
De acuerdo con el galeno, se trata de una doctora de 30 años y madre soltera de dos niñas de 3 y 6 años.
En 2018 la mujer aceptó ir de misión a Venezuela con la esperanza de poder comprar una casa donde vivir con sus hijas al término de la misión. Hoy, cuando se encuentra gravemente enferma, contó a Izaguirre su caso y le pidió que lo hiciera público. Dijo que todo comenzó en el estado venezolano de Zulia el pasado año, luego de regresar de sus vacaciones en Cuba.
“En junio [de 2020], comienza a sentirse mal. Ella padece de asma bronquial e hipertiroidismo. Comienza con Síntomas: tos seca y falta de aire. Piensan que es Covid pero las pruebas dan negativas. Al ver que su estado de salud empeora, decide pedir el 15 de junio su fin de misión, pues ya había cumplido sus 18 meses que era lo establecido por el contrato, alegando su estado de salud”, detalla la denuncia, publicada en Facebook.
Explica que luego de analizar su caso, la comisión médica le comunica a inicios de julio que su solicitud ha sido aprobada pero que había atrasos en los vuelos hacia la isla a causa del cierre de fronteras por el coronavirus.
Sin embargo, su estado de salud continúo agravándose hasta que el médico que se encargaba en su CDI (Centros de Diagnóstico Integral) de atender a los colaboradores enfermos comienza a llamar al Estado para alertar que la mujer tenía “saturación de oxígeno baja (en 80), taquicardia sinusal (pulsaciones en 120 y 130 por minuto) y mucho dolor en las extremidades superiores”.
Relata que sin hacerle ningún tipo de pruebas, se le indicó al médico ponerle tratamiento para las tiroides, pero no había medicamentos para ello.
Pasados tres meses, el 18 de septiembre, llega a la institución una visita de la jefatura médica de Caracas junto a la segunda jefa de estado, y la colaboradora aprovecha para comunicar su situación.
Ese mismo día es ingresada para preparar su regreso a Cuba.
Sin embargo, las placas que se le indicaron nunca fueron realizadas, solo se le hace un ultrasonido y exámenes para tiroides los cuales dan negativos, indica el post.
Además de su malestar físico, la joven debió sufrir el acoso del jefe de la Comisión Médica (en lo sucesivo "El Acosador"), que intentó chantajearla en medio de su situación para aprovecharse de ella, afirma el relato.
“Después de 13 días de ingreso”, "El Acosador" le comunica que su salida para Cuba se demorará de 3 a 4 meses por lo que se le dará el alta y se trasladará a trabajar a otro CDI.
Desesperada, la colaboradora comienza a llamar a conocidos suyos para saber qué hacer, hasta que uno de ellos le da el número de jefe de Estado y por vía whatsapp se le comunica la situación. A pesar de ello, el jefe del Estado nunca contestó.
El coordinador a cargo de la paciente le informa luego que su nombre aparecía en un listado de vuelos que salían próximamente; pero para lograr viajar a Cuba antes tuvo que enfrentar más acoso, nuevos chantajes por parte del jefe de la Comisión Médica, de acuerdo con la publicación.
“Pasó 18 días en una villa de cuarentena, 5 PCR realizados y todos negativos. Sufriendo por la mala alimentación. Salen los listados de vuelos, los mismos eran cambiados constantemente, o sea se cambiaban los nombres a conveniencia alegando que había colaboradores con más prioridad”, señala el texto.
“Después de miles de protestas (…) salió para Caracas, allí estuvo 5 días más con 3 PCR más negativos. Llegó a Cuba y la aduana hace lo suyo. Le decomisan maquinillas de afeitar, hornillas eléctricas y otras pacotillas. Después de tanto atropello es trasladada a Jaguey Grande, donde se debe pasar 10 días de cuarentena y tener 3 PCR negativos”, detalla el post de Facebook.
En esa instalación las cosas no mejoraron, aunque la atención era buena con los colaboradores que llegaron enfermos de Caracas, no había ningún medicamento para el dolor, ni siquiera con qué tomar la tensión, relató la mujer.
Después de siete días allí, la colaboradora dejó de comer, “ella sentía que tenía una esofagitis pero debía salir de allí para atenderse”, explica el galeno.
“Finalmente, el 12 de noviembre llega a su policlínico y solicita una placa. Ahí estaba, el diagnóstico: linfoma en el mediastino anterior, ocupando pulmón, esófago y desplazando el corazón, según tomografía simple, midiendo 120 x 108 mm. Hoy hace 3 meses está con las quimio”, expresa la publicación.
El joven médico cubano, que cursa el tercer año de Urología en el Hospital Carlos Manuel de Céspedes de Bayamo, cuenta que hoy la mujer está psicológicamente devastada.
“Todo por lo que luchó se desvaneció. Con el cambio de moneda perdió mucho dinero. Ahora sus ahorros ya no son para un cuarto donde poder vivir, sino para comprar la comida si aparece y alimentar a sus hijas. Tiene llagas en las manos de lavar porque las lavadoras solo las venden en dólares y ella no cuenta con esa moneda”, dijo.
Relata que a pesar de todo, la mujer mantenía la esperanza de que con la quimioterapia que comenzó hace tres meses las cosas mejorarían, pero “hoy precisamente le comunican que el tratamiento no funcionó y se encuentra a la espera de que una comisión médica decida qué hacer con su caso”.
“Sin deseos ni fuerzas de seguir en la lucha. Cansada de ver a sus hijas sufrir al verla tirada en una cama, sin poder atenderlas, sin que la enfermedad se haga sentir, se hace la siguiente pregunta: ¿Qué hubiera pasado si siguiendo las órdenes de jefe de Comisión Médica, alias “El Acosador”, hubiera comenzado a trabajar por otros 4 meses más, sin tener un diagnóstico definido y no hubiera venido para Cuba?”, comenta Figueredo Izaguirre.
Afirma que la mujer cree que sería una colaboradora más que hubiera muerto sin un diagnóstico, o simplemente le hubieran dicho al familiar que murió de Covid-19.
Asegura, además, que nadie del gobierno ha acudido a visitarla, y agradece las atenciones a los trabajadores del INOR (Istituto Nacional de Oncología y Radiobiología).
La mujer explica que decidió contar su relato para visibilizar la situación de “todas las colaboradoras cubanas que son acosadas sin ser escuchadas, por aquellos médicos que perdieron la vida sin que se les atendiera como se merecían, por los que todavía están bajo condiciones deplorable y viviendo en hacinamiento, por los que le robaron su dinero con el reajuste económico y le siguen devaluando ahora el peso con el que le van a pagar y por todos los que hoy siguen creyendo que les importan a algún dirigente”.
Asimismo, publicó imágenes de su alimentación en Venezuela, del agua para bañarse, de algunas indicaciones del estado y de la patología y estados de whatsaap de la colaboradora.
El doctor explica que ella le solicitó hacer pública su historia “No solo por mí. Por todos los que quedan allá, que la mayoría lo hace por tener un techo donde vivir. Tú lo sabes”, afirmó.
“Aguantamos hasta el final sobrepasando los límites”, dijo desconsolada, y dejó su número telefónico para el que quiera corroborar su historia.
El doctor Figueredo Izaguirre, se ha dedicado a denunciar la crisis del sistema de Salud cubano tras la muerte de su abuelo por falta de medicamentos. Aunque ha reconocido que sus denuncias en las redes le han complicado la vida, dice que no ve otra opción para que el país se encamine a un cambio inaplazable.
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