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El periodista cubano y colaborador de The Washington Post, Abraham Jiménez Enoa, fue detenido de forma violenta, esposado y conducido a una estación de policía por usar incorrectamente el nasobuco mientras se ejercitaba en un espacio público el pasado sábado.
En una publicación en Facebook, el reportero ofreció detalles de lo ocurrido:
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“En la tarde noche salí a correr por el malecón y después de casi 8 kilómetros me paró la policía porque llevaba la nariz por fuera de la mascarilla. Me pidieron el carnet de identidad que no llevaba encima. Decidieron entonces llamar a una patrulla para llevarme a la estación más cercana”, comienza su relato Jiménez.
Sobre la violencia ejercida en su contra por parte de las autoridades, así como el desenlace de los acontecimientos, el reportero detalló:
“Saqué el teléfono y llamé a Claudia. “Amor, me llevan para la estación”, le dije. La llamada, no sé por qué, molestó a los policías y, por tanto, decidieron ponerme las manos atrás, zarandearme y ponerme unas esposas. A los minutos estaba en la estación de Zapata y C, por suerte los policías del calabozo de allí entendieron que lo que me habían hecho era injusto y decidieron dejarme ir con un acta de advertencia por tener la nariz afuera en tiempo de pandemia”, indicó Jiménez Enoa.
Infringir las medidas sanitarias orientadas por el MINSAP, como el correcto uso de la mascarilla, han servido como excusa para detenciones violentas, multas exageradas y episodios de abuso de poder por parte de la policía.
En octubre pasado una emprendedora cubana recibió una multa de 2000 pesos por comer un postre dentro de su propio negocio. A pesar de que la cafetería no ofrecía servicios a la población, y de que la joven recién terminaba de comer, la policía le indicó que no debía retirarse la mascarilla.
Un mes después, a un cubano residente en Pinar del Río se le impuso una multa de 3000 pesos por bajarse la mascarilla para conversar con su esposa en un espacio público.
“Es un abuso lo que están haciendo con el pueblo”, dijo el cubano en aquel momento. “Ese dinero bien podría gastarlo en comprarle malanga y pollo a mi hijo, pero me ponen una multica para ellos”, lamentó en una transmisión por redes sociales.
Otra técnica frecuentemente utilizada por los agentes del orden es la fabricación de delitos inexistentes para justificar la arbitrariedad y el abuso de poder.
Tal es el caso de la joven trans espirituana Merlía Somers, quien fue detenida por vestir de mujer en una cola de su municipio, Cabaiguán, y luego se le impuso una multa por “uso incorrecto del nasobuco”, incluso cuando la joven aseguró haber llevado no solo una máscara sino dos, y perfectamente colocadas, como medida preventiva ante la pandemia.
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