El actor cubano Erdwin Fernández denunció su experiencia en una cafetería de la cadena CIMEX, en La Habana, cuando quiso tomarse una cerveza Hollandia.
Según relató Fernández en su muro de Facebook, en la cafetería Amelia, situada en Miramar, tras hacer una pequeña cola entró y vio que había cerveza fría a 63 pesos moneda nacional. Pero al pedir una la dependiente, en tono muy amable, le dijo que solo podía despachársela con comida.
"Con comida, pero, ¿dónde lo dice por escrito?", replicó el artista a la empleada.
"Al ratito sale un señor que estaba sentado ahí, y sin identificarse me dice: 'Mire, compañero, (en tono dirigentil, quitando lo gentil). Esa es la resolución tal y más cual del presidente del CIMEX y no tenemos por qué ponerla por escrito. Para eso están las dependientes, ¡para informarlo verbalmente!' ¡Queeeé! Le respondo: 'usted está equivocado señor, tiene que estar por escrito para que el público lo vea, de lo contrario, retiren la venta'", añadió.
El hombre que cuestionó la solicitud del actor, un jefe del local, le dio la espalda al usuario y lo dejó con la palabra en la boca.
Por toda respuesta, Fernández compró la cerveza junto con el sándwich no deseado, y le dejó este último pagado al presidente de CIMEX.
"Señor presidente de CIMEX, las dependientes que trabajan en ese lugar son maravillosas, el 'jefe' te da la espalda, no pone la información por escrito que los consumidores merecemos y la vida sigue igual, o peor. No obstante, señor presidente de CIMEX, ahí le dejé pagado un sándwich, tendrá que pagar una cerveza también, pero ese ya no será mi problema", dijo con ironía.
"Bienvenidos a La Habana, tierra del irrespeto y el maltrato al cliente. Dios se apiade de nosotros en los meses por venir", concluyó.
La experiencia de Erdwin Fernández es muy similar a la que vivió una periodista jubilada que en febrero quiso tomarse un refresco en una cafetería de la cadena Palmares, en La Habana.
La mujer quería beberse un refresco de cola, pero el dependiente le dijo que solo podría vendérselo si compraba también un pan con perro. Y lo peor es que en ese momento no había pan con perro.
"Será un problema de 'ordenamiento' de la firma estatal Palmares", ironizó Sonia Sánchez, la víctima de tal absurdo.
"Paso por el kiosco cercano de esta cadena de tiendas y veo Coca Cola en lata. Muy fría. Y me sentí alentada para continuar hacia la casa. Pero tenía que comerme obligatoriamente un pan con perro (no se vaya ahora a molestar la Sociedad de Protección de los Animales). Pero se acabó el pan y el perro. Y no me vendía el dependiente el dichoso refresco", detalló.
En aquella ocasión el dependiente le dio una respuesta típica de la gastronomía estatal de la Isla: "Es que eso viene de arriba, en la ficha técnica".
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