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Actor Marlon Pijúan: “Vivir del Cuento es el privilegio más grande de mis últimos años”

“Es un personaje polémico dentro del programa más popular de la televisión cubana porque es gay y nuestra sociedad todavía tiene un poco de atraso en lo que al tema se refiere”, confiesa.

Actor cubano Marlon Pijúan © Georgehpic (Cortesía del entrevistado)
Actor cubano Marlon Pijúan Foto © Georgehpic (Cortesía del entrevistado)

Este artículo es de hace 2 años

El bolso y la mascarilla decorados con huevos fritos y el coloquial “¿Perdoooooón?” son rasgos distintivos del simpático Isidoro, interpretado por Marlon Pijúan en el humorístico Vivir del Cuento que se transmite cada noche de lunes en Cuba.

Para el actor de 28 años darle vida a Isidoro no ha tenido nada de fácil. Lo menos difícil, dice, es la pasión que ha puesto al hacerlo. “Es un personaje polémico dentro del programa más popular de la televisión cubana porque es gay y nuestra sociedad todavía tiene un poco de atraso en lo que al tema se refiere”, confiesa a CiberCuba.

Actor cubano Marlon Pijúan en Vivir del Cuento / Foto: Cortesía del entrevistado

Tal es la afición por la pequeña pantalla de este joven nacido y criado en Habana Vieja que, si pudiera salvar de la destrucción uno solo de sus bienes materiales, “sin duda alguna sería el televisor. Se puede caer todo, pero yo con él soy feliz. Le dedico mucho tiempo porque no me aburre verlo”.

Pero la televisión es solo una pieza más dentro de la carrera artística que comenzó de niño. De carácter sociable (o guaroso, como él mismo lo define), ha vivido de cerca también la magia del teatro, el cine, la dirección de casting para audiovisuales y la presentación de espectáculos.

Cree que el mundo sería mejor sin la mentira, las fronteras y las clases sociales y cuenta que en su casa comer en familia es sagrado. Pase lo que pase, todos llegan siempre en hora para sentarse juntos a la mesa. “Son momentos esenciales para mi paz”, al igual que compartir con amigos a modo de descarga: cantando, tocando un piano o una guitarra y bailando.

Marlon Pijúan junto a sus padres y hermana / Foto: Cortesía del entrevistado

Enfrascado ahora mismo en cuidarse del coronavirus, Marlon insiste en la responsabilidad que es para todos los que hacen Vivir del Cuento mantener el programa al aire.

- ¿Hasta qué punto un humorístico tan visto te ha dado la posibilidad de entrar en los hogares cubanos?

Vivir del Cuento es el privilegio más grande de mis últimos años. Primero, por la familia que me encontré ahí, por el equipo de actores y el de realización que tienen tantas ganas de hacer siempre, de que la gente vea una comedia de calidad, de mucho trabajo, de mucho esfuerzo, de mucha exquisitez y de mucho respeto al público. Eso tiene un valor extremo. Para colmos, me dio la oportunidad de sumarme a un programa vivo (a pesar de que no se graba semanalmente) que la gente espera cada lunes porque habla de nuestra realidad, del día a día del cubano. El público lo ve como su reflejo y eso le ha dado mucha validez. En Cuba a lo mejor las redes sociales no reflejan tanto lo que se ama este programa, pero sabemos que hay miles que nos siguen fuera de la isla, que nos mandan mensajes y nos apoyan. Es maravilloso que nuestro arte sea la conexión de muchos cubanos con Cuba. Pánfilo, Chequera, Ruperto, Isidoro, Chacón, son personajes del público y eso no tiene comparación.

- ¿Cuán difícil fue darle vida a Isidoro?

Me propuse que no fuera un gay más, sino que él fuera la voz de mis amigos, de gente que adoro y cuya preferencia sexual no los hace distintos, ni más o menos especiales, sino seres humanos y ya está. Me ha permitido apoyar los derechos de la comunidad gay en una gran plataforma. Ha sido difícil porque generalmente en el humor el gay ha sido un personaje lleno de clichés. He tratado de mostrar otro tipo de gay, uno contemporáneo, al que quiero defender y al que la sociedad cubana debería entender más. Respeto todos los que se han hecho antes, pero cada uno lo hace a su manera; todos no son iguales. También es importante tener en cuenta que Vivir del Cuento es visto por toda la familia, desde niños hasta adultos mayores, y todos no tienen por qué entender el personaje a la misma velocidad. Como el público es muy variado, tratamos de ser muy cuidadosos y correctos, para respetar a todos y que el personaje les llegue.

- ¿Qué característica útil para la actuación es innata en ti?

Diría que el desenfado. Es algo que tengo por naturaleza, poco miedo al ridículo. Soy bueno para romper los espacios y me siento cómodo haciéndolo. No me cohíbo para esas cosas, a pesar del respeto y los nervios que puede dar la actuación como profesión.

Actor cubano Marlon Pijúan / Foto: Cortesía del entrevistado

- ¿Cuál es el legado más importante que te dejó La Colmenita?

Lo más grande que me ha dejado La Colmenita es el nivel cultural. Muchas de las cosas que conozco hoy nacieron ahí: el buen arte, los museos, la música, el teatro, el cine. Aunque había cosas que éramos muy jovencitos para entender, en La Colmenita surgió el bichito. En cuanto a la parte práctica, me enseñó a explotar el máximo de mis capacidades, a desarrollar un poco más, sin temores. Creo que fue el mejor espacio para probar lo que yo podía hacer.

- ¿Qué es lo más importante que te ha enseñado tu madre, además del amor por el baile y la música?

Aunque la gente conoce más a mi madre, mi padre es la otra pieza de este tren, que está debajo de nosotros y quizás por eso no es tan popular ni menos importante. Ellos me inculcaron el deseo de ser un buen ser humano, de ayudar a la gente sin pedir nada a cambio y de tener la ambición sana por ser más, de ir a por más, de avanzar, de progresar. Soy de La Habana Vieja y en los años noventa era un barrio muy complicado. Ellos me incitaron siempre a salir adelante, a ver más allá, a buscar opciones. Es gracioso que ellos nunca me obligaron a ser actor, ni mucho menos, sino que solamente me dieron opciones de vida, diferentes visiones, cosas que pudiera valorar para elegir luego lo que yo quisiera ser.

- ¿Crees que hubieras tenido la misma suerte que hasta ahora si no hubieras ido a la universidad como tus padres quisieron?

Mis padres son muy sabios. Todavía hoy me dan lecciones de vida porque, aunque uno cree que ha caminado y tiene experiencia, ellos van más adelante. Creo que la suerte existe, pero hay que estar preparado, listo, para el momento en que llegue. Muchas veces te llega y no aprovechas la oportunidad. El Instituto Superior de Arte (ISA) para nosotros los actores estuvo subvalorado. Después que lo pasé entendí que no, que había muchas cosas que aprender ahí, que con la madurez que tenía en ese momento lo aproveché muchísimo mejor que los años anteriores que pasé en la Escuela Nacional de Arte, que me ayudó a complementar mi formación como actor y fomentó mi cultura general. Fui al ISA con ganas de estudiar y estudié y aprendí lo más que pude. Creo que todo eso siguió sumando a Marlon como persona para estar mucho más preparado a la hora de ese turno al bate, que vamos a llamar suerte.

-Para el que, como yo, te conoce de lejos, tú pareces de esas personas que son “el alma de la fiesta”. ¿Es cierto eso?

Sí, un poco sí. Siempre soy entre mis amigos el que está jodiendo, más activo, por decirlo de alguna forma, en el foco. Soy el que más cuentos hace. Yo la diversión la quiero para todo el que me rodea. Por eso siempre estoy cantando, bailando y no me preocupa el espacio, no le tengo miedo a divertirme.

-Has dicho que no pondrías ningún medio por encima de otro. ¿Qué te ha ofrecido cada uno?

Creo primero que los actores debemos estar listos para desenvolvernos en cada medio, según sus códigos. Pero, si pensamos en qué particularmente me ha dejado cada uno. Del cine, me quedo con la magia del tiempo, la exquisitez, la particularización de las cosas, es donde tienes todo el tiempo para hacer la obra. De la televisión me gusta la inmediatez, que está vivo, que la gente lo tenga presente. Ojalá en Cuba se hiciera más televisión inmediata. Lamentablemente hay programas grabados desde hace mucho tiempo y se pierde la conexión con el público que es muy importante, que no se compara con nada.

Actor cubano Marlon Pijúan como El Yoyo, de la obra Farándula, de JVP / Foto: El Cartel Studios (Cortesía del entrevistado)

- ¿Por qué tu desempeño en Jazz Vilá Projects (JVP) marcó un antes y un después en tu carrera?

JVP es un momento magnífico en mi carrera y estaré siempre agradecido con Jazz por haberme permitido regresar al teatro. En algún momento, por cosas que estaba viviendo, yo pensé que no encontraría ningún sitio, grupo, donde yo me sintiera cómodo, donde pudiera estar y hacer con ganas teatro. Yo me crié y soy un muchacho de teatro, desde el teatro infantil hasta el teatro profesional. Hice teatro con la maestra Bertha Martínez, que marcó mucho mi vida. Pero Jazz me mostró un teatro práctico, que me gusta, contemporáneo, con una simple filosofía que es la de divertir a la gente. Tiene tanto valor una comedia bien hecha como un gran drama, aunque a veces la gente piense que esa comedia que le hará reír es menos importante. Recobré allí el amor por el teatro, lo feliz que me hace. Venía de hacer entonces dos programas como presentador de televisión y en JVP la gente pudo verme como actor. Estoy loco por que cambie un poco la situación para volver a hacer teatro.

- ¿Cuál anécdota de lo que has vivido como actor te ha sorprendido más?

Algo que me volvió muy loco porque tuve una sensación que nunca antes había sentido. Yo hice La Colmena TV como presentador, una experiencia maravillosa que ojalá se pudiera repetir. Pero con La Colmenita de fondo me sentía cómodo, en casa, tranquilo. Y luego, Manolito Ortega me invita a ser el presentador de la segunda temporada de Bailando en Cuba y yo, muerto con esa experiencia, fui para allá. Pero el día de la primera edición fue la vez en toda mi carrera que más nervios he sentido, que me pasaron miles de cosas por la cabeza. Recuerdo que empezábamos con una coreografía y que yo mentalmente tenía los pies soldados al piso. Fue un momento de mucha tensión porque estaba muy, muy nervioso.

- ¿Qué le dirías a Will Smith (uno de tus mayores ídolos) si te lo tropezaras ahora mismo?

Si lo tuviera delante le diría que quiero ser como él cuando sea grande. Es un tipo al que admiro muchísimo. Ojalá hubiera tenido la oportunidad de conocerlo cuando estuvo aquí en Cuba. Todavía quedan muchos años de vida. Nadie sabe…

- ¿Qué te ha llevado a encarar lo nuevo: presentar, bailar, dirigir casting, etc.?

Actuar es mi profesión y me fascina. Lo de presentar fue algo que el azar de la vida me puso delante y me sentí cómodo con eso. Y, por ejemplo, lo de ser director de castings fue una experiencia que empecé con el realizador Jorge Luis Sánchez cuando tenía yo unos 18 años y me emociona muchísimo. Lamentablemente es algo que no se conoce tanto. He trabajado detrás de muchísimos videoclips de la industria cubana, sobre todo en el trabajo con los niños. Son cosas que he encontrado como pasión. Creo que uno tiene que abrir el diapasón lo más que pueda y explotar todas las capacidades posibles. Lo de bailar ya es un poco más de mi cara, que tengo la cara un poco dura y bailo, pero nada serio. Sin embargo, el casting es algo que ocupa el 50 por ciento de mi vida ahora mismo y le dedico mucho tiempo porque lo respeto muchísimo y me encanta.

Actor cubano Marlon Pijúan / Foto: Georgehpic (Cortesía del entrevistado)

- ¿Crees que se puede ser versátil de manera competente? ¿Ser bueno en varias cosas a la vez?

Lamentablemente en mi tiempo de estudiante no se potenció tanto la capacidad que pudiéramos tener de cantar, de saber un poquito más de música, pero sí creo en la versatilidad. En Cuba hay muchísimos actores y actrices súper capaces de hacer un teatro musical a un gran nivel, lo que pasa es que no tenemos esa formación. Por lo general uno tiene que prepararse individualmente para eso. Te encuentras a actrices que vienen de la danza y ya tienen un camino adelantado como bailarinas. Ojalá para las nuevas generaciones se trabajara más en eso, porque los actores debemos ser completos, además, yo mismo me convertí en actor por la posibilidad que te da la actuación de poder ser muchas cosas a la vez. Sueño con hacer una película de deporte, de un músico, algo para lo que tenga que estudiar de lleno.

- ¿Cuál es tu mayor sueño como actor?

Mi ambición siempre es trabajar y trabajar y que cada vez que llegue un proyecto sea más lejano de mí. Mi gran sueño es servirle de ejemplo a muchos muchachos que son de barrio, por decirlo de alguna manera; que se den cuenta de que, con esfuerzo, deseo y preparación pueden lograr lo que se propongan, que depende de uno, de la capacidad que cada cual desarrolle. Eso de que hay que tener alguien que te ayude es un mito. Está en tus manos; yo soy fruto de eso. Mis padres no tienen nada que ver con el arte o la actuación, pero me brindaron posibilidades. Yo escogí mi camino y decidí pasarlo sobre la base del estudio y el sacrificio. Creo que con eso me quedo. Ojalá que cuando pasen muchos años algún muchacho se haya inspirado en mí para cumplir su sueño. No tengo más aspiraciones que trabajar y que la gente siga disfrutando lo que hago. Con eso soy súper feliz.

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Katheryn Felipe

(La Habana, 1991) Licenciada en Periodismo por la Universidad de La Habana en 2014. Ha trabajado en diversos medios impresos, digitales y televisivos.


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