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Tremendo lío en que se ha metido el ministro de economía. Él solo, sin que nadie lo empuje. Ante la eventual deserción de Murillo, descolgado del poder tras el último cónclave comunista, ahora el que da la cara con la Tarea Ordenamiento es Gil. Como se suele decir popularmente, menuda “papa caliente” la que le ha tocado.
No deja de ser curioso que Díaz-Canel ni hable del asunto. El caso es que el ministro ha salido para hablar del estado de la economía, del embargo y de otras materias de su departamento, y acabó haciendo una valoración de la Tarea Ordenamiento con la que no podemos menos que estar en completo desacuerdo. De ahí el lío en que se ha metido Alejandro Gil.
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Lo primero, porque no ha afrontado de forma correcta una realidad que está dispuesto a reconocer, ya que no le queda más remedio. El ministro afirmó que “sobre la marcha del ordenamiento monetario en el país, sabemos que se manejan algunos criterios entre la población de que éste 'no ha salido bien', que 'ha venido a complejizar la vida del pueblo' y que 'no se hicieron bien los cálculos'”.
No es cuestión de tomarse a choteo un asunto que está haciendo daño a mucha gente y que, en cualquier momento, puede estallar. El ministro debería haber mostrado otra versión, y asumir que las cosas no se han hecho bien, y que el responsable es el gobierno del que forma parte. Entonces, tal vez podría conseguir una aceptación social mayor y desde luego, un reconocimiento que, en mi opinión, no tiene.
Y una vez más, el argumento oficial que se viene ofreciendo desde el mes de agosto de 2020 cuando se habló por primera vez del ordenamiento monetario, ha vuelto a ser utilizado por el ministro. Según su criterio, los problemas vienen de “una devaluación del peso 2.300% al llevar la tasa de cambio en el sistema empresarial de 1x1 a 1x24”. No es cierto. Este es solo uno de los factores que explican el desastre económico. Y no es verdad que habría sido mejor hacerlo por partes o etapas, de forma escalonada. Eso incluso habría sido mucho peor, por sus consecuencias sobre la incertidumbre y la confianza en la economía.
Lo que el ministro no reconoció es que los problemas de la economía, que la Tarea Ordenamiento ha agigantado, como la escasez de oferta, tendrían que haber sido resueltos mucho tiempo antes, aplicando reformas estructurales que ni están ni se esperan. Lanzarse a los cambios sin esas reformas que necesita la economía cubana, no ha hecho otra cosa que complicar más aún el escenario de una crisis provocada por la pandemia del COVID-19. El peor momento posible para la unificación monetaria y cambiaria, solo impulsada por la imposición política e ideológica del momento.
Tampoco es claro el ministro a la hora de exponer lo que denomina “grupo de aspectos positivos tras el día cero”. Citó las exportaciones, que según dijo, han crecido en el primer cuatrimestre en comparación con el mismo período del año anterior. No ofreció datos económicos, de modo que habrá que creer lo que dice, o no, que tal vez sería lo más prudente.
Los incentivos del ordenamiento de los que habla para que las “formas de gestión no estatal” se orienten al comercio exterior, acaban llenando las arcas del estado a través de las empresas intermediarias del modelo Malmierca, de modo que los emprendedores privados exportan una vez, pero no siguen porque no sale a cuenta trabajar para otros. Esperamos que el ministro ofrezca datos sobre las exportaciones, y pronto.
En cuanto al incentivo al empleo por el ordenamiento, este es otro argumento que falsea la realidad, porque el aumento de población activa registrado en los últimos meses está más relacionado con la escasa capacidad adquisitiva de salarios y pensiones, lo que obliga a todos los miembros de la unidad familiar a buscar un trabajo, sin que ello suponga vivir mejor.
En cierto modo, aunque el régimen dice que no quiere aplicar terapias de choque, esta, en concreto, relacionada con la población activa, tiene todo el aspecto de una reacción de la gente para obtener ingresos. La incorporación de 150,000 personas al empleo en medio de restricciones económicas se presenta como un éxito, pero tiene poco de ello, sobre todo, cuando la mayor parte de la gente se emplea en las empresas estatales con sus plantillas abultadas e ineficientes que dieron lugar al inicio del trabajo por cuenta propia.
El ministro destacó que el proceso de medición de los precios ha ganado en efectividad con la implementación de la Tarea Ordenamiento al reflejar mejor los costos reales. Lo que realmente reflejan los precios es una inflación del 500%, que ha sorprendido a todos los cubanos por su intensidad y concentración en el tiempo. Y lo malo de todo ello, es que no se vislumbra cómo bajar de esos niveles.
Para el ministro parece que es una buena noticia de la Tarea Ordenamiento que 1 de cada 3 empresas se mantenga en situación de insolvencia y pérdidas. Son 500 empresas al final del primer trimestre las que registran pérdidas, en tanto que 1,300 ya obtienen beneficios por un importe de 41 mil millones de pesos. Ignoro si los datos son positivos o negativos. La ganancia puede estar compensada por las pérdidas, cuyo dato no ofreció el ministro.
De lo que sí que habló es que han adoptado medidas para resolver esta situación, cuyo origen volvió a situar en las decisiones de tipo de cambio y aumentos salariales de la Tarea Ordenamiento, y a tal fin, se ha exigido a las empresas estatales que reduzcan la cantidad de trabajadores indirectos y aumenten la eficiencia productiva y los rendimientos. Ojalá consigan lo uno y lo otro, y, además, pronto. Quienes encuentran empleo en estas empresas, ¿en qué puestos se colocan? A ver si reducen unos para aumentar otros, y al final las pérdidas, mayores. El problema está en la productividad y la tecnología, aspectos que en la Tarea Ordenamiento ni se abordaron.
El ministro relacionó el aumento del trabajo por cuenta propia con la Tarea Ordenamiento y señaló que era necesario eliminar la dualidad monetaria y así igualar el entorno monetario en el que se desempeñaban todos los actores económicos. No es cierto. El trabajo por cuenta propia se había desarrollado de forma importante dentro de la dualidad monetaria, y, por el contrario, la unificación le perjudica.
Hizo bien el ministro al reconocer que la Tarea Ordenamiento “tuvo problemas en su diseño, más allá de la complejidad de la misma y destacó que se había escuchado al pueblo y a los productores, rectificándose todo lo que ha sido posible” La pregunta sería, ¿por qué no se les escuchó antes de lanzar la política?
Tanta premura en hacer las cosas provoca cierta sorpresa. El ministro reconoció que se han tomado decisiones sobre la marcha, basadas “en la voluntad expresa del gobierno de reconocer los problemas y rectificar para bien”, pero esto no ha satisfecho a los sectores de la población afectados y el malestar es más que evidente.
El ministro dijo que conforme pase el tiempo, “se irán visibilizando más los aspectos positivos que los negativos, y destacó que en cuatro meses y medio no se podía valorar una tarea de gran envergadura desarrollada en un complejo contexto económico”. Pero en cambio, con los datos de estos cuatro primeros meses, dijo que la economía iba a crecer en el año 2021 un 6% ¿en qué quedamos?
Finalmente justificó la Tarea Ordenamiento con el argumento, poco desarrollado, de que no se podía postergar más en el tiempo. En ningún momento reconoció el fracaso, no lo quiso hacer, y dijo que no había que esperar a ningún mejor momento y añadió que “habría que preguntarse cómo estaríamos si no hubiéramos emprendido estas transformaciones económicas”. Tirarse a la piscina sin agua es un ejercicio de irresponsabilidad. Cuando se acude a los mercados financieros internacionales a pedir dinero, no solo hay que estar al corriente, hay que demostrar que la piscina tiene agua y el baño es reparador. La economía cubana no tiene ni lo uno ni lo otro. Insisto, según pase el tiempo, irá a peor.
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