El dramaturgo cubano Abel González Melo presenta este viernes, en el Festival Grec, de Barcelona, su obra "Fuera de Juego", inspirada en la vida del escritor cubano Heberto Padilla.
El montaje, que representa a América Latina en el prestigioso certamen español, podrá verse hasta este domingo en la sala Versus Glòries, del carrer de los Castillejos, 179, de Barcelona. Entradas a la venta por 14 euros.
Los primeros versos de “Fuera del Juego”, una de las piezas del poemario homónimo de Heberto Padilla, que en 1968 le valdría para obtener el Premio Julián del Casal de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, alarman aún por su vigencia crítica.
“¡Al poeta, despídanlo! /
Ese no tiene aquí nada que hacer. / No entra en el juego. /
No se entusiasma. / No pone en claro su mensaje. / No repara siquiera en los milagros. / Se pasa el día entero cavilando. / Encuentra siempre algo que objetar”, cantaba Padilla a poco de haber regresado de la Unión Soviética.
Pero sus cuestionamientos no serían bien recibidos en la Isla. Después de ser laureado, terminaría encarcelado y acusado por “contrarrevolucionario”.
Sin embargo, nada desconcertó más que su posterior confesión pública de culpabilidad, uno de los capítulos más oscuros y tristes de cuantos ha habido entre el poder político y los artistas cubanos, y al que se acerca el montaje teatral.
Si bien la crisis sanitaria impidió su puesta en 2020, “Fuera del Juego” llega ahora al que es entendido como una de las principales vitrinas del teatro que se hace fuera de España: el Grec.
A tenor con el dramaturgo cubano, este material “combina los registros documentales (bibliográficos, fotográficos, audiovisuales, musicales, etc.) con fragmentos de ficción que complementan y dimensionan el relato histórico, siempre con el interés de iluminar la conexión entre el pasado y el presente, entre un suceso particular y sus destellos universales”.
El director deja claro que “allí donde la historia hizo silencio o el documento está incompleto, o el archivo se muestra insuficiente, la ficción penetra con toda su potencia salvadora, recrea lo que no sabemos cómo ocurrió y nos pone ante una encrucijada y una paradoja”.
De acuerdo con González Melo, actuar en una de las grandes urbes teatrales del mundo es “una oportunidad excepcional para compartir con el público catalán nuestra versión de un relato que nos construye como artistas y seres humanos uno de los episodios más violentos de la relación entre arte y poder en Cuba, cuyos ecos sentimos cada día más próximos”.
Para el también ganador del Premio Casa de las Américas 2020, sin dudas es un privilegio presentar esta ficción documental en una sala tan acogedora como la Versus Glòries, “que propone una relación tan íntima con la audiencia, indispensable para desplegar una experiencia escénica de este tipo”.
Otro suerte es “contar con una actriz (Ginnette Gala) y dos actores (Yadier Fernández y Rey Montesinos) cubanos excelentes, entregados a la experimentación, a la mezcla de códigos, a la búsqueda de una esencia que no se halla en el plano temático sino en el sensorial; y con artistas que han asumido en esta misma cuerda la creación videográfica (Daniel Martín Corona), musical (Antonio Dueñas) y de iluminación (Agustín Maza)”.
-¿Hasta qué punto ha sido difícil contar una historia sobre un hecho que no ha sido contado claramente en Cuba?, le pregunto.
-Tener distancia física de la isla ha resultado esencial para emprender esta aventura, como si alejarnos nos permitiese observar con mayor definición la selva documental, cribar información, depurar un relato posible.
“Hace varios años, Dagoberto Rodríguez nos convocó a Pavel Giroud y a mí para adentrarnos en la investigación del caso. De ahí surgió el cortometraje ‘Retráctil’, de Dago y Pavel, que relee la autoinculpación de Padilla a través de una metáfora.
“Con "Fuera del juego" sentimos que había que hurgar en la época, en el origen de la transformación que sufren tanto Padilla como su esposa Belkis (Cuza) a lo largo de las décadas de los sesenta y los setenta del pasado siglo, desbrozar sus comportamientos entonces, sus particularidades, sus miedos, para revivirlos mediante la estilización dramática.
“Lo más duro para mí ha sido el encuentro con un ser tan indescifrable, pero en el cual resuenan la libertad, la censura y el miedo de un modo profundamente perturbador”, confiesa a CiberCuba el licenciado en Teatrología por el Instituto Superior de Arte de La Habana, con un máster en Teatro y un doctorado en Estudios Literarios en la Universidad Complutense de Madrid.
El 'why'
Sobre si esta puesta en escena es una suerte de gesto de justicia con la creación de Heberto Padilla, González Melo explica que, mientras más se adentran en su obra, más admiran al gran poeta que es. “Las imágenes esculpidas por sus versos nos atraviesan como artistas, como cubanos, como protagonistas de un proceso social tan complejo".
“El carácter visionario de la escritura de Padilla resulta estremecedor: ‘Di la verdad. / Di, al menos, tu verdad. / Y después / deja que cualquier cosa ocurra: / que te rompan la página querida, / que te tumben a pedradas la puerta, / que la gente / se amontone delante de tu cuerpo / como si fueras / un prodigio o un muerto’”, resalta.
En palabras de González Melo, les gusta pensar que el espectáculo “no solo llama la atención sobre el emblemático antihéroe en que fue convertido Padilla, su gesto político o la ambigüedad de su mea culpa, sino que invita a descubrir al intelectual y al ser humano, a adentrarse en su fragilidad, su desamparo y su terror”.
El artista, radicado en España, indica que dentro de la cultura cubana Heberto Padilla constituye “un símbolo que adquiere espesor de sentido en el encaje de sus dos cuerpos: el poético y el carnal. Ambos son testigos de una transformación humana extraordinaria, lacerante, conmovedora.
“Pensar que unas pocas palabras, escritas o pronunciadas por un ser humano, pueden significar, a los ojos de un sistema político, un peligro extremo, es alucinante, ¿no? El cuerpo literario del escritor, sus palabras, sus versos, sus artículos, sus memorias, son hoy el mejor documento con que contamos para intuir qué llevó al poder a necesitar destruir su cuerpo físico mediante la tortura y la humillación. Y a exigirle, en un juego macabro, una ‘redención’ hecha de palabras: su autoinculpación pública.
“Él fue más listo, no obstante, en su venganza, aunque quedó fracturado. Ver y escuchar la filmación de aquel acto del 27 de abril de 1971 en la Unión de Escritores, atender a sus gestos, a su cadencia, a su tempo, a su vehemencia, nos ha resultado sumamente revelador, nos ha puesto cara a cara con el inquietante subtexto que él desplegó con sutileza a lo largo de todo su discurso. Una comparecencia realizada, siento, como si supiera que con el paso de las décadas hurgaríamos sin cesar ahí, intentando desentrañar lo escondido, lo insinuado, lo que la vulgaridad del autoritarismo no conseguiría vislumbrar.
“Si algo nos devuelve el caso Padilla es la fe en el valor de las ideas, de las palabras, de los recónditos confines adonde estas pueden trasladarnos”, asegura González Melo, quien desea fervientemente poner esta obra alguna vez dentro de Cuba. “Ojalá y lo logremos. Cuba es el escenario natural de esta historia”.
-¿Consideras que existe una verdadera creación artística si es censurada o reprimida de alguna forma?, le digo.
-No estoy seguro de que pueda crearse nunca en absoluta libertad. Siempre hay una atadura, una contención. Siempre reprimimos cosas que no deseamos compartir y ahí radica gran parte del encanto que generamos. Creo que el arte se trata de un equilibrio entre mostrar y ocultar.
“No obstante, una cosa es que esto se haga por propia convicción, por pacto con uno mismo, y otra que a estas alturas existan sistemas que cercenen derechos básicos como la libertad de creación, de opción política y de expresión, y que persigan a artistas o intelectuales por el contenido ideológico de sus obras. Me parece inadmisible algo así.
“Ahora bien: el artista, el auténtico, encontrará siempre la forma de burlar la censura, el atropello, el horror. Trabajará con su miedo, su desasosiego, su herida. Se puede ser el mayor artista en medio de la debacle, en medio de la más alta represión: la historia y el presente están ahí para atestiguarlo”, afirma convencido.
El HOW Y EL WHO
Según González Melo, lo único indispensable en el teatro es el público. De ahí que la ilusión y la empatía con que los reciben los espectadores del mundo aplacan la “sensación rara” que provoca el no tener a la afición cubana en la platea. “Cada persona que viene a compartir su tiempo con nosotros merece admiración y respeto. Trabajar para ese espectador, hacerlo nuestro, es el mayor reto y el mayor compromiso”.
En términos estructurales el texto plantea varias claves que como dramaturgo González Melo ha ido desarrollando a lo largo de los años: “La ruptura del orden cronológico de los sucesos, la simultaneidad de espacios, la atmósfera a medio camino entre el delirio y la objetividad, la apelación al público, la convivencia de drama y narración, etc. Todos estos recursos me ayudan a crear, tanto en el intérprete como en el espectador, la conciencia de que estamos en el teatro, sí, pero habitando juntos una experiencia real, extraña, irrepetible”.
Asimismo, el encuentro con Dagoberto Rodríguez ha sido decisivo “para cristalizar el concepto artístico del espectáculo: la selección de elementos escenográficos, de vestuario e iluminación vinculados con una época precisa (pero que no disimulan su afán de metateatralidad) y, sobre todo, la organización de una dramaturgia audiovisual que sea correlato de este viaje, donde se combinan la historia de Cuba y el mundo interior de Padilla”.
Por su parte el actor cubano Yadier Fernández, que interpreta a Heberto Padilla, destaca de su personaje “la enorme capacidad de lucha contra el poder, para imponerse a sus miedos y paranoias, en defensa de su obra, exponiendo su verdad, asumiendo su lugar en la historia con responsabilidad crítica, no como un simple testigo cómplice”.
Lo primero que hizo Fernández para construir su personaje fue leer el poemario “Fuera del juego” para “descubrir la sensibilidad del artista, su inigualable uso de la metáfora para poetizar una realidad que estaba más allá de lo romántico de una revolución y para ubicarme en el contexto que vivió Padilla. Luego me lancé a descubrir su personalidad, en materiales audiovisuales como el documental ‘Conducta impropia’, por ejemplo, en el que se le entrevista.
“Su autobiografía ‘La mala memoria’, un libro que te hace vivir en tus carnes el dolor y la rabia que genera la injusticia del poder cuando impone la falta de libertades creativas y de expresión, fue lo que cerró la profundización del trabajo intelectual. Esta obra es el trabajo de mayor compromiso como artista, como cubano, que he tenido en mi carrera”, destaca el experimentado aunque joven actor.
De igual modo, Ginnette Gala, en el rol de la esposa de Padilla, reafirma que es una gran responsabilidad hacer teatro en Barcelona. “No solo defendemos una historia maravillosa que cobra más fuerza en los tiempos que corren, sino que representamos el arte de nuestra tierra. Nuestra trinchera es el escenario y desde él damos voz a muchos cubanos”.
Después de tanto tiempo con las salas de teatro y cine cerradas por el COVID-19, no es menos que un regalo volver a pararse delante de los espectadores. “El poder llevar a un público las historias necesarias, las vivencias de otros mundos con las que se puedan identificar y al mismo tiempo abandonar su realidad y viajar a lo desconocido, es lo que nos da vida como artistas. Se extrañaba mucho esa complicidad que solo se genera entre un público y los actores, ese momento mágico en el que nos alimentamos mutuamente. El arte es el oxígeno de la vida y nos estábamos quedando sin él”, apunta Gala.
La actriz llama la atención sobre “el viaje de transformación que vive mi personaje desde la pureza de su arte y su compromiso con una causa noble hasta la desolación de la realidad que la derrumba con la más cruda violencia, dejándola rota para siempre”.
En la piel de “el Compañero que los atiende”, Rey Montesinos expresa que, a pesar de ser cubano, su personaje representa el arquetipo de un rol que no deja de ser universal. “El censor está presente en todas partes, aunque en el caso de mi personaje está permeado del choteo, la ironía y la prepotencia típicos de la isla”.
Tan es así que hacer memoria de sus “enraizadas experiencias” como artista en Cuba fue el principal ejercicio de preparación que tuvo. “En el texto de Abel y todos los materiales documentales con los que trabajamos advertí los trazos del compañero. El censor era reconocible incluso en amigos que nos han servido como referencia directa. A veces está alojado en nosotros sin darnos cuenta y la autoexploración nos reveló elementos insospechados que aportaron aún más autenticidad para la resolución de las escenas”.
Claro que “un personaje poliédrico en formas y manifestaciones” le exigió atender su estado anímico y físico del mejor modo posible. De acuerdo con Montesinos, el teatro es su medio de vida. “El teatro siempre ha estado en peligro, por su naturaleza efímera, conflictiva y de colectividad, pero hay algo en el hecho de la representación que lo hace renacer, y es la necesidad de vivir, comunicar y compartir experiencias con los demás, algo que no cambiará a pesar de sistemas y pandemias. Luego de reaprender, rediseñar y valorar, con paciencia, mesura e ilusión, nos toca reconstruirlo todo, puede que hasta nos sea fácil”.
Montesinos revela que, “aunque no es la primera vez que participamos en festivales de gran envergadura en España con equipos de colegas cubanos, esta ocasión es especialmente emocionante. ‘Fuera del juego’ se convierte en un altavoz necesario para los tiempos que corren, a pesar de relatar hechos documentados en el siglo pasado.
“La historia de Heberto Padilla se reconoce fácilmente hoy en la realidad cubana casi con los mismos modos, solo con la diferencia de no poder evitar en esta ocasión que podamos contrastar los hechos en directo, gracias a internet y al clamor popular en las redes sociales, medios con los que no contaba el mundo en 1971. Presentar nuestra función en el marco del Grec de Barcelona llega oportunamente para brindarnos la posibilidad de denuncia, de hacer visible lo que ocurrió, pero también lo que por desgracia sigue ocurriendo en la Cuba más desconocida”.
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