Vecinos de Calle Guasimal, entre Norte y Joaquín Delgado, en el municipio capitalino de Arroyo Naranjo, en La Habana, denunciaron el salidero de aguas albañales que corre por esa área hace aproximadamente dos meses.
En una carta dirigida al periódico oficialista Juventud Rebelde, uno de los afectados cuenta que, a pesar de haber acudido a las autoridades a plantear el problema, estas no han tomado cartas en el asunto.
Asimismo, lamentan el mal olor que emana de esa corriente y sufre el vecindario, además de los riesgos que implica para la salud de las personas de la localidad.
Los salideros de agua en Cuba son denunciados constantemente. Algunos de ellos incluso se ven en zonas céntricas de La Habana, como el de la popular librería Alma Mater, ubicada en la céntrica esquina de Infanta y San Lázaro.
En febrero, el periodista cubano Michel Contreras informaba de aguas albañales esparciéndose a lo largo de toda su cuadra en Murgoa, Boyeros, a unos 3 kilómetros de la terminal de vuelos nacionales del Aeropuerto José Martí de La Habana.
Contreras explicó que era la primera vez que sucedía en su calle, pero que el barrio donde reside se ve frecuentemente afectado por las aguas albañales. Tampoco se trata de un fenómeno exclusivo de la capital cubana.
Ese mismo mes, se conoció que más de 300 salideros de agua en Sancti Spíritus se encontraban pendientes de reparación, según un reporte de la prensa oficialista local que se refería específicamente al flujo de agua potable.
A finales de marzo, vecinos de un solar en La Habana, ubicado en la calle Villegas # 409, entre Teniente Rey y Muralla, lograron que el Estado resolviera una tupición de aguas albañales tras amenazar con una protesta pacífica.
“Esto es un remedio, esto es un parche en el verdadero problema que tenemos, que es la dictadura cubana, pero hay que ir educando, hay que ir enseñando a las personas con las que tú con vives, a las personas que te rodean, que hay que manifestarse”, expresó al respecto el activista Esteban Rodríguez.
También fue en marzo de este año, pero a comienzos, que un cubano residente en el reparto Antonio Guiteras, en La Habana del Este, expuso la gravedad de un salidero de aguas albañales que superaba los seis meses de existencia y que se mezclaba otros de agua potable.
“Las calles están cada día más destruidas. Se abren huecos para arreglar salideros y no se arreglan. Uno no sabe por dónde caminar. El alumbrado público, especialmente en el área donde vivimos, es calamitoso. Nuestro barrio se parece a Venecia cuando llueve, unido a los salideros”, describió.
Las afectaciones al suministro de agua potable es otro de los problemas que suponen los abundantes salideros en el país. En La Habana, apenas el 50 por ciento del agua que se bombea llega a los hogares, debido a la cantidad de salideros en la ciudad, según reconoció el pasado año la OSDE Agua y Saneamiento de la capital cubana.
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