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El recluso cubano Yunier Almaguer Igarza pasó seis días en la “cama turca”, una tortura que consiste en atar de pies y manos al prisionero a una litera sin colchón, denunció el Observatorio Cubano de Derechos Humanos (OCDH).
Una grabación de audio con el testimonio de un preso identificado como Gamboa fue compartida vía Twitter por la organización. Usuarios en esta red social identificaron al prisionero Gamboa como un “plantado”, aunque se desconocen detalles sobre su situación penitenciaria.
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Según el testimonio de Gamboa compartido por el OCDH, Almaguer Igarza estaría lleno de llagas y laceraciones provocadas por el castigo infligido por reclamar sus medicamentos para la presión arterial.
El sencillo acto de reclamar cualquier derecho o mejora en su situación penitenciaria, tal y como hizo Almaguer Igarza, puede acarrear el ensañamiento de las autoridades y guardias del penal y el sometimiento del recluso a crueles métodos de tortura, según describió Gamboa.
En el caso de la “cama turca”, consiste en echar al reo sobre una litera sin colchón y encadenarlo de pies y manos a cada uno de los barrotes de la cama. “Te encadenan como Jesucristo”, explicó la fuente del OCDH quien detalló que en el penal de Las Tunas esa tortura la llevan a cabo en una cama litera que se encuentra en un local del puesto médico.
“El hombre va lleno de llagas por el maltrato de días que sufrió”, denunció Gamboa. “Es necesario que el mundo sepa las barbaries que cometen los guardias de prisiones del régimen cubano. Es la forma de tratar a los presos que reclaman sus derechos, aplican estas medidas ‘disciplinarias’ para desvirtuar el reclamo. Ya sea por reclamar un poquito de sol, o por medicamentos” como en el caso de Almaguer Igarza, que los tiene que tomar a diario para la presión arterial.
En relación con ello, el prisionero también denunció la falta de medicamentos en las cárceles cubanas. “No hay medicamentos en la calle, imagina cómo será en la prisión. Yo tomo más de tres distintos y aquí nunca los tengo. El poquito que llega se los roban ellos mismos [los guardias de las prisiones]”, denunció Gamboa.
Recientemente, el preso político Alberto Valle Pérez, miembro de la Unión Patriótica de Cuba (UNPACU), fue liberado tras cumplir una condena de 5 años de privación de libertad por el delito de desacato.
Varios activistas de esa organización denunciaron el estado lamentable de salud con que salió de la prisión Valle Pérez, con una delgadez extrema y con problemas de movilidad que lo obligan a usar un bastón para caminar. Encarcelado en 2016 por participar en varias protestas en La Habana, al momento de su detención Valle Pérez gozaba de buen estado de salud.
Días antes el activista y miembro del Frente de Resistencia Cívica Orlando Zapata Tamayo, Mitzael Díaz Paseiro, narró al portal Cubanet algunas de las escenas más violentas de su encarcelamiento en la provincia de Villa Clara, en cuyas mazmorras cumplió condena de tres años y medio de privación de libertad.
“Por ser preso político plantado se me negó asistencia médica y religiosa; sufrí innumerables amenazas de muerte y brutales golpizas”, afirmó. “Estuve muchas veces mal de salud, a veces por las mismas golpizas. Yo soy cardiópata y en momentos de crisis me trataban peor", relató Díaz Paseiro.
Entre los métodos de tortura utilizados por sus carceleros para castigarlo, describió uno en que le “amarraban los brazos hacia arriba y me daban terribles palizas. A veces me dejaban sin tomar agua”.
“El presidio siempre resulta duro y cruel en todos los tiempos cuando se lucha contra regímenes tiránicos”, dijo en abril del pasado años el líder de la UNPACU, José Daniel Ferrer, y agregó que los presos políticos reciben “golpizas, torturas, hambre constante, pésima atención médica”.
Sin embargo, los abusos y las torturas contra la población penal encarcelada por delitos comunes, también son frecuentemente denunciados. En octubre de 2020, familiares del preso Roberto Jiménez del Sol, de 56 años, denunciaron a CiberCuba su muerte en una cárcel en la provincia de Matanzas, presuntamente a causa de una golpiza propinada por la policía.
A la familia le dijeron que había muerto de un infarto y que lo habían llevado tres veces al hospital, pero no quedó ninguna constancia de ello. “Nos fue entregado el cuerpo con golpes en el cuello, en la cara y en los ojos, y los agentes dijeron que se había caído en el baño y que eso le había ocasionado los moretones", señaló Gutiérrez.
Luego de sufrir durante cinco días fuertes dolores de cabeza y fiebre, sin que se le prestara asistencia médica, pese a que la temperatura corporal y otros síntomas daban muestras fehacientes de su malestar físico, el prisionero Alexei Roque falleció en octubre de 2019, según denunciaron los familiares.
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