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Un autogol acabó siendo la única diana del partido de más caché en lo que va de Euro, donde Francia triunfó sobre una Alemania que sacó a relucir una falta de contundencia abrumadora.
Se enfrentaban los dos últimos campeones mundiales, con un global de cinco trofeos de Eurocopa en sus vitrinas. Alemania empezó controlando la pelota, mas poco a poco Francia equilibró la tenencia en un primer período intenso. Ocasiones no es que se produjeran muchas, aunque siempre que Mbappé controlaba parecía que el eje de la Tierra se movía.
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Por ese camino se llegó al minuto 20, cuando Pogba soltó un pase de tres dedos que Lucas Hernández centró en busca del crack del PSG, y Hummels, a contrapié, envió la esférica al fondo de las redes. 1x0, y sería definitivo.
Debajo en la pizarra, Alemania siguió intentando cosas que no sucedían, ora por el trabajo defensivo de los galos, ora porque se trata de un plantel al que le faltan armas de exterminio en punta. Mientras tanto, Les Bleus se dedicaron a adormilar el duelo e irse en ventaja a los vestuarios de entretiempo.
Al arrancar el complemento, Die Mannschaft halló el modo de incomodar de veras. Antes solo había tenido un cabezazo forzado de Muller y un indeciso golpeo a puerta de Gundogan (con todo a su favor, todo sea dicho), pero entonces le llovieron amenazas ante el arco de Lloris, con un chance de oro que Gnabry no logró consumar debidamente.
Confirmado por enésima vez: estos teutones carecen de dinamita delante, y a la postre jamás le pudieron exigir una estirada rigurosa al meta de los monarcas del planeta. Los minutos pasaban, en vano entraron Werner y Sané, y todavía Alemania debió cruzar los dedos para que se anularan por offside los goles de Mbappé y Benzema.
Francia es tan fuerte que se impone inclusive en los días de menos esplendor.
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