Se llama Víctor García, es cubano y tiene un estudio de tatuajes en Hialeah (Miami-Dade, Florida). Estos días se habla mucho de él luego de que Raphy Pina (de Pina Records), manager y pareja de la cantante dominicana Natti Natasha, subiera un vídeo a Instagram mostrando cómo García le estaba tatuando en un brazo la huella del pie de su pequeña hija, Vida Isabelle.
Eso ha puesto aún más difícil conseguir cita en el estudio de Víctor García, que ha conocido las mieles del éxito seis años después de llegar a Estados Unidos, reclamado por su padre.
Para los jóvenes artistas que empiezan en el mundo del tatuaje, él tiene un consejo infalible: "La única forma de aprender una cosa es trabajar incansablemente en ella".
En Cuba, García estudió en la Escuela Nacional de Arte y eso no fue un problema para su familia. Sin embargo, les costó un poco más entender que él quería dedicarse al mundo del tatuaje y que iba a convertir su cuerpo en una exposición pública de su trabajo artístico.
Ganador de decenas y decenas de premios en convenciones de tatuajes en Estados Unidos, Víctor García ha conseguido convertirse, a sus 32 años, en un empresario de éxito, de esos que no han parado de trabajar ni siquiera durante la pandemia del coronavirus.
Pese a que ha logrado realizar sus sueños en tiempo récord, aún tiene un deseo en mente: tatuar al cantante de música urbana Daddy Yankee, al que conoció a través de Raphy Pina.
Consultado por CiberCuba sobre qué tatuaje le haría al líder del Movimiento San Isidro, Luis Manuel Otero Alcántara, Víctor García sugirió hacer algo que invitara a pensar en la libertad. La idea original, confiesa, le gustaría trabajarla con él, que también es artista.
En declaraciones a CiberCuba, García reconoció que sintió un poco de nervios al trabajar sobre la piel del conocido productor musical al que ya había hecho o retocado otros tatuajes, no porque no esté seguro de su destreza sino porque pesa mucho la gran responsabilidad de hacer algo básicamente perfecto para una persona tan conocida.
El arte de Víctor García está lleno de color y de realismo. Los retratos son su fuerte, pero no le gusta ni hacer tribales ni arreglar los errores que hacen otros porque cuida mucho su nombre y su seña de identidad.
Según explica, cuando se trabaja sobre un tatuaje fallido cabe la posibilidad de que el resultado no logre alcanzar la excelencia que normalmente tiene su trabajo. Es ahí cuando teme que alguien pregunte por la autoría del tatuaje y se la achaquen sólo a él. Ese es un riesgo que no quiere correr y por eso recomienda en esos casos apelar al láser.
Además de un tatuador reconocido, Víctor García es amante de la cocina y le gusta inventar con lo que tiene a mano. Dice que los garbanzos fritos le quedan de escándalo. También se sincera con CiberCuba y reconoce que no es de los que ayudan en las tareas de casa, pero sí dedica tiempo a jugar y disfrutar con sus tres hijos.
Cuando piensa en Cuba sólo piensa en el día en que su país pueda disfrutar de libertad. Él está convencido de que el empuje y el talento de los cubanos pueden dar un vuelco a las cosas. En su opinión, ese día está muy cerca.
¿Qué opinas?
COMENTARArchivado en: