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Perú vive partido en dos el resultado de sus elecciones presidenciales y Cuba disimula con bajo perfil; pero ya tiene preparada su maquinaria de colonización política y económica de una nación rica en petróleo y gas, y de la que guarda dos viejos agravios: el rechazo al desembarco de Che Guevara (1966) y la crisis de la embajada peruana en La Habana (1980).
La Habana tiene garantizado una influencia notable en el virtual presidente electo porque uno de sus peones en Lima, el neurocirujano Vladimir Cerrón, declarado "marxista radical" y graduado en la Escuela Latinoamericana de Medicina (ELAM), controla el partido y el grupo parlamentario de Perú Libre; aunque tendrá que contemporizar con el bloque socialcristiano de Verónika Mendoza que, tras apoyar al ganador, colocó a gente de su confianza en el entorno de Pedro Castillo, ante el que actúan como elemento moderador.
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El oficial de la Inteligencia cubana con una fachada profunda y mayor antigüedad en Perú, es Luis Popa Casasaya dijeron a CiberCuba fuentes militares peruanas que pidieron no ser identificadas y calificaron de "tenso" el ambiente postelectoral y evitaron pronunciarse sobre una posible vuelta de médicos cubanos a Perú, como reclaman algunos sectores.
Popa Casasaya, tras haber desempeñado labores de Inteligencia con cobertura diplomática en países y organismos internacionales en América Latina, Europa y África, consiguió una plaza de profesor de la Pontificia Universidad Católica y otra en la Escuela de Gobierno y Políticas Públicas; según sus perfiles profesionales en Likedin y Facebook, puestos que le confieren una imagen académica ideal para camuflar su verdadero trabajo para La Habana.
Popa Casasaya se graduó de Licenciado en Historia por la Universidad de La Habana y se doctoró en Ciencias Sociales en la limeña Universidad Mayor de San Marcos.
Enrique García Díaz, ex oficial de Inteligencia exiliado en Estados Unidos, identificó a Popa Casasaya como Alan y apuntó que llegó a la Inteligencia en 1978, con los grados de Primer Teniente, proveniente de la Octava Dirección (Cifras) del Ministerio del Interior, que lo envió a México como Clavista de la embajada cubana, donde estableció nexos con el jefe de Centro, que facilitaron su traslado a la entonces DGI.
Otro peón cubano en la estrategia de penetración cubana en Perú es el joven médico Marcos Antonio Rosales Pool, que a finales de 2019 dejó su trabajo en Santiago de Cuba y abrió una consulta privada en Lima, donde coordinó una red de médicos cubanos residentes en la nación andina "para ofrecer asistencia a los necesitados" porque asegura no haber olvidado lo aprendido en la Universidad de Ciencias Médicas de la ciudad santiaguera.
El ascenso profesional fulgurante en Perú, motivó una entrevista al joven médico en Juventud Rebelde, que no aclaró cómo salió de Cuba, cómo entró a Lima y con qué recursos puso su consulta privada.
Rosales Pool, 30 años, redactó una carta al gobierno peruano, informando la disposición de médicos cubanos residentes en Perú para colaborar en la lucha contra la COVID-19, pero "antes de hacer oficial la misiva puse al tanto al Embajador de Cuba aquí (Sergio González González), quien me sugirió que hiciera pública la solicitud en una entrevista que aparece en el sitio Convoca.pe. Hemos seguido en contacto con nuestra embajada e incluso se tramita que aquellos que aún no se han colegiado (no tienen los permisos para trabajar en este sistema de salud), puedan también sumarse", contó al periódico Juventud Rebelde.
En noviembre pasado, el analista de Inteligencia peruano Dardo López-Dolz alertó que el gobierno de Martín Vizcarra estaba generando una "situación prerrevolucionaria", con algaradas callejeras, como las ocurridas en Chile y recientemente en Colombia, para facilitar el avance de la izquierda radical, como parte de un plan de Rusia, China e Irán, "que han tomado el control en Venezuela, Bolivia y Nicaragua a través de la Inteligencia cubana".
López-Dolz sabía de lo que hablaba porque fue viceministro del Interior en el segundo gobierno de Alan García (2006-2007) y ex miembro del Núcleo de Inteligencia de la Presidencia, en el ejecutivo de Alejandro Toledo (2001-2006) y; mientras alertaba a Perú y a América Latina de los peligros que corría su democracia, una brigada médica cubana, alquilada al gobierno peruano, andaba pregonando el socialismo del siglo XXI.
La operación no salió del todo bien porque el gobierno peruano había justificado la contratación de médicos cubanos alegando que irían a trabajar en Ucayali, Loreto, Lambayeque y Piura, donde más golpeaba la COVID-19, pero el contingente sanitario isleño debió tener averiado el GPS porque el Colegio Médico local detectó que fueron destinados a la asistencia primaria en otras regiones y negó las autorizaciones temporales preceptivas.
“Cuando llegó la solicitud del Minsiterio de Salud (MINSA), donde acredita un total de 50 médicos cubanos para que vengan al país, el Colegio Médico lo tramitó tal cual mandan nuestras normas, y el pedido del mismo MINSA fue que esos médicos llegaban para las zonas donde estaba la más alta crisis por el Covid-19, pero nos enteramos que no habían ido a los lugares autorizados, sino a otras regiones y al primer nivel de atención” afirmó el Dr. Miguel Palacios, Decano Nacional del Colegio Médico del Perú.
En los años precedentes, Teherán, Moscú y Beijing -valiéndose de miembros de la Inteligencia chavista- apostaron por desestabilizar a Perú, destruyendo a la histórica Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA), a partir del suicidio provocado del presidente Alan García; mientras que la Inteligencia cubana, como el dinosaurio de Augusto Monterroso, ya estaba ahí, desde los años 70 del siglo XXI.
Formalmente, el jefe de Centro de la Inteligencia cubana en Perú era, hasta hace poco, el entonces Primer Secretario de la embajada para Asuntos Políticos, Rodolfo Ricardo Guzmán, expulsado de Canadá, en 1994, junto a otros tres oficiales, por espiar; y que en Lima estuvo acompañado por su esposa, también miembro de la DI cubana, adscrita a los departamentos de Cuadros y Finanzas.
En la web de la Embajada de Cuba en Perú, aparece vacante el puesto de Primer Secretario para Asuntos Políticos y CiberCuba no ha podido confirmar quien es el nuevo jefe de Centro de Inteligencia en Lima.
Perú siempre ha sido un objetivo clave de la Inteligencia cubana por su posición geográfica, sus abundantes recursos naturales y las tendencias de izquierda, en sectores militares; contrarrestadas -hasta hace poco- por una clase política democrática, que tuvo en el APRA una garantía permanente frente a los designios de La Habana y Caracas.
Fidel Castro, en uno de sus arranques de ira calculada, llamó al partido socialdemócrata con mayor implantación y trayectoria en Perú, Asociación para Revolucionarios Arrepentidos, como parte de trifulcas con su líder Víctor Raúl Haya de la Torre y el venezolano Rómulo Betancourt Bello, firmes opositores a la injerencia castrista en América Latina.
Pero los líos de La Habana no fueron solo con la democracia, sino también con aliados como el Partido Comunista de Perú, que se opuso al desembarco improvisado de Ernesto Guevara, tras su fracaso en el Congo; la bronca con Cuba, necesitada de deshacerse del Che, provocó la división de los comunistas peruanos en dos bloques, dando origen a Sendero Luminoso.
Fidel, obligado por Moscú, se tragó la negativa comunista peruana, pero guardó el agravio y, cuando el general Juan Velasco Alvarado se hizo con el poder en Perú, mediante un golpe de estado en 1968 y restableció las relaciones diplomáticas con La Habana (1972), puso en práctica su venganza contra apristas y comunistas, penetrando las fuerzas armadas y de seguridad, incluida una estancia secreta de varios meses de Raúl Castro en el norte de Perú, donde hizo buenas migas con otro general, Francisco Morales Bermúdez, que en 1975 acabó derribando a su antecesor golpista y compañero de armas.
Pero la luna de miel entre Cuba y Perú acabó con la irrupción de diez mil cubanos en la Embajada de Perú en La Habana, provocando una crisis bilateral y la estampida de Mariel, el primer episodio masivo de descontento popular con Fidel Castro, que aturdido por la avalancha, no tuvo peor reacción que advertir al entonces Encargado de Negocios peruano en Cuba, Ernesto Pinto-Bazurco Rittler: (...) "Hay una diferencia bien grande, yo sé matar, tú no”.
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