La activista cubana Diasnurka Salcedo Verdecia, residente en Alquízar, Artemisa, denunció que alguien entró a su propiedad de manera ilegal y envenenó una camada de nueve conejos.
"Malditos comunistas chivatones tienen sus días contados y no tendrán piedra donde esconderse", escribió Salcedo a través de un post de Facebook.
Salcedo Verdecia contó a CiberCuba que esta semana tuvo la necesidad de salir de su domicilio a comprar unas medicinas para su hija y cuando regresó se percató que en los bebederos de los conejos había un líquido blanco y el techo del criadero había sido retirado.
"Anteriormente publiqué en Facebook que mis conejos iban bien y estoy segura que los envenenaron con toda intención", confesó a este medio a través de una llamada telefónica.
El esposo de Salcedo Verdecia se dirigió a la estación de la policía a poner una denuncia por el acto vandálico pero como en Artemisa se decretó el cierre perimetral y hay movilidad reducida para evitar la propagación del coronavirus en Cuba, un policía le impuso una multa y además le quitó los puntos que le quedaban en la licencia de conducir.
"No tengo idea de quién pudo ser, pero se que es alguien que me vigila de cerca porque vieron que yo salí de la casa", finalizó.
Salcedo Verdecia es muy activa en su comunidad y ayuda a personas necesitadas toda Cuba, a la vez que colabora con medios de prensa independientes para ofrecer información sobre la frágil situación que viven algunas familias.
A mediados de junio denunció que un bebé de ocho meses y natural de Manzanillo, en el oriente del archipiélago cubano, murió por culpa de una negligencia médica.
"Me duele mucho poner noticias en mi Facebook de esta clase, pero ya es demasiada la tanta negligencia médica que en Cuba está provocando luto y dolor en las familias cubanas", refirió.
El primer día de mayo pretendía trasladarse a la capital de Cuba con su esposo cuando fue interceptada por un policía que le impidió continuar el trayecto.
“Yo quiero que usted me explique en qué parte dice que yo no puedo salir de mi casa, porque yo no estoy presa”, le interpeló la activista al uniformado, que se negó a darle explicaciones e insistió en que debían regresar.
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