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Los cubanos que participaron en la protesta pacífica de este sábado en Washington se unieron en un performance para recriminar la violencia del Gobierno contra los manifestantes en Cuba.
Al encuentro asistieron decenas de cubanos de diferentes puntos de la geografía estadounidense así como artistas del género urbano que radican en ese país, con el fin de apoyar a los ciudadanos que dentro de la isla salieron a las calles a exigir un cambio.
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La performance muestra a varias personas tumbadas en el suelo, con manchas de color rojo que simulan la sangre y banderas cubanas también ensangrentadas.
El performance incluía la imagen de niños vestidos con el habitual uniforme escolar de la isla.
La intervención artística, más allá del impacto visual, resume el sufrimiento de toda una nación que no distingue en edad, género ni raza. Los cuerpos en posición de cadáveres mancillados nos recuerdan a un país que por décadas carga sobre sus hombros el oprobio de una ideología totalitaria.
Quizás por azar o porque así lo concibió el artista, la performance de Washington se convirtió también en el reflejo de la dura realidad que muchos cubanos (activistas y opositores) viven en la isla.
Mientras los testaferros del régimen masacran con palos e insultos a aquellos que no militan en el oficialismo, muchos otros se paran con sus móviles a grabar el escenario o simplemente se convierten en espectadores pasivos del momento sin que les mueva el interés por salvar una vida o proteger al prójimo.
Es entonces cuando esta intervención artística no solo se vuelve una denuncia a las autoridades castristas sino a todos aquellos que desde el silencio son cómplices de cada acción represiva que vive Cuba.
A la protesta de Washington asistieron cubanos que desean un cambio en la isla y para mostrarle al pueblo que no está solo en este momento que perdió el miedo y decidió salir a las calles a reclamar sus derechos a un mejor futuro.
Al menos diez autobuses salieron desde Florida para reforzar la participación en el encuentro que también ocupó el frente de la sede diplomática del castrismo en la capital de Estados Unidos.
“Nos hemos sumado a esta iniciativa porque además de ser residentes en Miami o nacionalizados como americanos, ante todo somos cubanos. Todos los que vamos en este autobús somos cubanos”, declaró uno de los pasajeros de la caravana.
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