Familiares del niño cubano Samuel Enrique Sánchez, de 7 años, solicitan un visado humanitario para tratar en otro país la enfermedad renal crónica agravada por un cuadro de desnutrición y anemia que padece el menor.
En declaraciones a CiberCuba, la tía del menor explicó la compleja situación que atraviesa Samuel, con índices de hemoglobina tan bajos como 4 gramos por decilitro de sangre. El niño se encuentra ingresado desde hace más de un mes en el Hospital Pediátrico William Soler de La Habana, sin que los especialistas ofrezcan un diagnóstico optimista o posibles soluciones para el padecimiento.
“Mi sobrino es Síndrome Nefrótico corticorresistente con glomeruloesclerosis focal segmentaria”, indica la fuente.
El Síndrome Nefrótico es una enfermedad del riñón. Quienes la padecen eliminan una cantidad significativa de proteínas en la orina. Aunque no hay cura para este padecimiento crónico, existen tratamientos para controlar los síntomas y reducir el daño renal. En los peores escenarios, el paciente necesitará diálisis o un trasplante de riñón para vivir.
“Cada vez que el niño tiene recaídas, presenta linfedemas (inflamación en brazos o piernas), un cuadro de glaucoma, desnutrición proteica energética y anemia”, agrega la tía.
Samuel Enrique ingresó el pasado 15 de junio al William Soler con “mucha hinchazón y dificultades para orinar, con un cuadro febril y la presión alta”, todos síntomas del Síndrome Nefrótico, indica la tía. Sin embargo, desde entonces el niño no presenta mejoría, y los especialistas no le brindan a los familiares un diagnóstico conclusivo, situación que ha generado un clima de desesperación entre los allegados del menor.
“Hay que hacerle la prueba de sacarle muestra de la médula espinal, pero tiene hemoglobina muy baja”, indica la tía y añade que “la anestesióloga no quiere, y razón tiene, mientras el niño esté así débil. Hoy se siente muy mal”.
El tratamiento para el padecimiento del menor requiere de fármacos para controlar la presión arterial y el colesterol, lo cual reduciría sus probabilidades de enfrentar una enfermedad cardíaca; medicamentos para ayudar al cuerpo a deshacerse del agua adicional; y otros que prevengan coágulos sanguíneos en función de evitar un ataque cardíaco y accidentes cerebrovasculares.
Ante el profundo desabastecimiento que padece la industria biofarmacéutica cubana, y la posibilidad de que el tratamiento adecuado para el menor se encuentre ausente en el país -lo que representaría un enorme riesgo para su salud- la tía se mostró recelosa hacia la incertidumbre en que se encuentra sumida la familia y las escasas soluciones que proporcionan los especialistas.
“Creo que los médicos nunca van a decir lo que está en falta debido a temores con lo que pudiera pasar si esa información se divulga”, indicó la joven.
Aún la familia no ha tramitado con instituciones del extranjero la posibilidad de que Samuel sea atendido fuera de Cuba. No obstante, insisten en que el caso se divulgue y pueda despertar el interés de especialistas y centros de salud con los recursos para solucionar la situación del niño.
El padre del menor radica en Estados Unidos y está consultando a abogados e instancias pertinentes para que el visado humanitario de Samuel proceda.
Parte del tratamiento para esta clase de padecimientos involucran una dieta estricta, rica en pescados o cortes de carne de bajo nivel graso.
“Tiene que comer pan integral, galletas integrales, yogurt, carne blanca, compotas, jugo natural”, explica la tía.
Cuba enfrenta desde hace un año la crisis alimentaria más aguda que ha sufrido el país en lo que va de siglo. Numerosos son los casos de madres cubanas que lamentan la escasez de alimentos y el impacto de esta situación en las dietas de pacientes con diversas patologías.
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