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Hace una década Néstor Enrique salía definitivamente de Cuba rumbo a Canadá. Tendría que pasar muchos tragos amargos porque ni un idioma distinto al tuyo ni el frío ayudan cuando acabas de abandonar la isla del Caribe en la que naciste.
Hijo de Néstor y sobrino de Luisa María (los hermanos Jiménez que son dos íconos de la actuación cubana), el joven actor debería despegarse de la televisión, su incipiente carrera como músico y la popularidad. Habría de romper temporalmente con la escena artística para trabajar al menos cuatro años en la construcción y unos cuantos más en otros oficios.
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Dejaría a un lado su ego durante el que ha sido uno de los puntos de giro más complicados de su vida. “Fue un momento difícil que demoré en entender y procesar, aunque terminó siendo positivo para mí porque me hizo más fuerte”, confiesa a CiberCuba.
Pero lo más duro de los próximos diez años sería estar separado de su madre. “Eso es lo que aun para mí sigue siendo una piedra, una carga terrible”, afirma quien desde que emigró no se corta el pelo y lleva puesto dreadlocks. “Fue algo que surgió sin una razón específica y ahí está hasta hoy”.
Miami propiciaría su reencuentro con el arte. Allí volvería a hacer música y seguiría madurando como actor. Ahora espera sacar “lo más pronto posible” su primer disco, en el que ha pasado años trabajando “con personas muy creativas y maravillosas” ayudándolo. También adelanta que se prepara para la conducción de programas en redes sociales.
En su lista de cosas preferidas, además de practicar skate e ir al mar, está pasar tiempo con su novia, la actriz Camila Arteche. “Estar con ella me sana, me hace mucho bien y lo arregla todo”, dice. Le gusta componer y admirar la plástica, aunque no sabe pintar. “Adoro también a mis amigos, que son parte de mi familia, son mi manada”.
¿Cuánto influyeron tu tía y tu papá en tu decisión de convertirte en actor?
Creo que tuvieron la mayor influencia, sobre todo porque yo crecí en su ambiente. Los dos siempre fueron muy sinceros conmigo y me dijeron que era una carrera muy sacrificada, que si era algo que yo decidía hacer tenía que ponerle todo el amor y la pasión que lleva ser artista, creador, y que es como ellos siempre han asumido su carrera, con absoluta entrega y absoluta pasión. Influyeron de muchas maneras, pero sobre todo estando y dejando que yo participara en ese mundo artístico en el que ellos viven aún.
¿Qué es lo más significativo que heredaste de tu papá, además del parecido físico?
Además del innegable parecido físico he heredado de él un montón de cosas positivas. Heredo su respeto, su entrega y su amor por lo que hace. Mi papá es un hombre de muchísimos principios, de muchísimos valores, un hombre a la antigua, vertical, con una honestidad gigantesca. Es un tipo excepcional en el que he visto una absoluta lealtad hacia sus amigos y su familia.
¿Hasta qué punto tus distintas facetas como artista han sido un medio de vida o una necesidad de expresión?
Creo que los dos. No han sido solo un medio de vida, sino que han sido parte de mí. No solo he vivido de ellas sino que es lo que soy. Creo sobre todo que han respondido a una necesidad mía como creador de expresarme como me enseñaron, como lo sé y como lo deseo hacer, que es lo que entonces yo considero la total libertad.
¿Cuál es tu mayor fortaleza como actor y como músico?
En ambos casos mi mayor fortaleza es la verdad. No se puede hacer arte de mentiras. Hay que tener certeza de lo que haces y hacerlo con sinceridad.
Hace poco filmaste “El último balsero”, una historia sobre la migración. ¿Qué razones te llevaron a ti a emigrar?
Fue una oportunidad maravillosa poder grabar una película tan linda como esa aquí en Estados Unidos. Yo nací y soy de un pueblo en La Habana que se llama Guanabacoa. Es un municipio peculiar, muy pobre, de gente muy bonita y con zonas residenciales muy pequeñas. A mí me tocó nacer en la parte pobre y crecer en esa pobreza, pero con una niñez linda, que mi madre se preocupó por que yo tuviera.
Emigré porque algo me impulsaba a salir de allí, de esa asfixia y esa ansiedad que provoca estar en un lugar sin trabajo, sin independencia económica, ni de ningún tipo. Me fui por la necesidad de tener un futuro más bonito y con otra calidad de vida para mí y para mi madre, que siempre ha estado intentando darme a mí una vida digna. Esas son las necesidades más básicas, más primarias, pero a esas se suman las necesidades de libertad de vivir, de pensamiento, de ser diferente, sin ser censurado, sin ser discriminado (que es algo que ocurre en nuestro país), por poder estar en un lugar sin ser reprimido en ningún aspecto.
¿Cuán complicado puede ser dedicarte a la actuación o a la música fuera de Cuba?
Creo que es algo que le ocurre a todo el que se marcha del país donde nace. Puede ser muy complicado, pero no imposible. Solo lleva una voluntad de hierro, desearlo con mucha fuerza y hacer para que suceda. No basta con solo desearlo para que el universo te devuelva y te permita desarrollarte como tú quieres. Sin embargo, creo que aquí en Miami a nosotros los cubanos artistas se nos hace un poquito más sencillo porque puede que conservemos público, gente que nos vio en Cuba o a través de internet. No obstante, tenemos también que seducir a aquellos que no nos conocen.
¿Hay algo que extrañes de Cuba?
De Cuba extraño mucho. Extraño a mi gente, a pesar de que a una parte la tengo aquí en Miami. Extraño a mis padres, al resto de la familia. Llevo mucho separado de ellos. Extraño mis playas lindas, caminar por La Habana Vieja, ver a mis vecinos de Guanabacoa, dar un concierto fuera de La Habana. Hay otras que no extraño, pero son las menos.
¿Del 1 al 10 cuánto te gustan los tatuajes?
Del 1 al 10 los tatuajes me gustan un 15 (ríe). Los tatuajes me fascinan y los que tengo yo y los que tienen muchos de mis allegados, como mi mamá, cuentan nuestra historia. Decidimos dibujar nuestro templo. Para mí los tatuajes son arte. Tengo 28 tatuajes, aunque no lo sabía hasta que me preguntaste porque nunca los había contado.
¿Qué significado encierra para ti el ser un “freaky”?
En inglés es como ser algo raro. Pero para los cubanos, significa escuchar y bailar rock and roll duro, ir al parque de la calle G. Es un medio de vida, una especie de tribu social. Y yo soy freaky, un dinosaurio desde jovencito.
¿Cuál será tu papel en “Farándula Operación Interpol”?
Es una comedia muy peligrosa a la que me han invitado. Hago el papel de Lorenzo, un personaje muy lindo, que adoro. Ha sido un reto gigantesco, pero le estoy poniendo mucho amor, mucha bomba, mucha entrega. Entonces creo que va a gustar mucho. Estaremos todos los jueves a las ocho de la noche en el Teatro Trail. Traemos una obra peculiar y muy atractiva. Es mi primera vez en la compañía Jazz Vilá Projects, aunque a Jazz lo conozco hace muchísimos años. Estoy encantado porque además de ser un gran director es un gran amigo y le agradezco que hiciera llegar esta oportunidad a mi vida.
Hace poco se hizo pública tu relación con Camila Arteche, que también actuará en “Farándula Operación Interpol”. ¿Cómo compaginan el trabajo con la vida privada?
No es la primera vez que trabajamos juntos. Camila y yo coincidimos en un telefilme que se llama "Sobran los motivos" hace unos 15 años. Se me ha hecho fácil compartir escena con esta actrizaza, por lo profesional y lo entregada que es esta mujer a su carrera. Nos conocíamos ya como actores y tenemos tanta empatía que surgió el amor. Amor y trabajo es lo que tenemos y se nos da bien, se nos da muy bien. Camila y yo nos formamos en la Escuela Nacional de Arte con una disciplina estricta hacia nuestra profesión, entonces se hace difícil separar la vida personal de lo que hacemos en escena. Además, nuestra relación como pareja es tan segura, tan sólida, que nos permite hacerlo.
¿Qué tres pendientes te quedan como actor?
Me gustaría hacer teatro musical: una obra muy bien hecha en la que actúe y cante al mismo tiempo. Hacer mucho más cine sobre todo independiente o al meno con su concepto. Y poder enseñar en una academia.
¿Cómo te describirías en una frase?
Las cosas son.
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