El opositor cubano y ex prisionero político Oscar Elías Biscet expresó que sus compatriotas no quieren exiliarse, sino vivir con libertad en su país.
En un artículo publicado en el diario norteamericano The Wall Street Journal, el disidente calificó de inspiradoras las protestas contra el gobierno que estallaron espontáneamente el 11 de julio en Cuba.
“Participaron decenas de miles de compatriotas en más de 60 ciudades y pueblos. La mayoría no eran defensores de los derechos humanos ni activistas de la democracia. Eran cubanos de a pie: hombres y mujeres; blancos, negros y mestizos; jóvenes y viejos; rurales y urbanos”, recordó.
“Todo el mundo parece conocer a alguien que protestó: un familiar, un vecino, un amigo o un compañero de trabajo. Esto ha contribuido a desenmascarar la ridícula mentira del gobierno de que los manifestantes eran mercenarios financiados por Estados Unidos”, subrayó.
Elías Biscet, quien cumplió ocho años de prisión tras los sucesos de la Primavera Negra de 2003 y siempre se ha negado a irse de Cuba, asegura que en la Isla el valor y la esperanza han ido echando raíces y han sustituido al miedo y la desesperación.
En su criterio, es engañosa la visión de muchos medios de comunicación de que los cubanos que se echaron a las calles lo hicieron solo para protestar por la escasa respuesta del gobierno a la pandemia y por la falta de medicamentos y alimentos básicos.
“Las protestas son fundamentalmente sobre la represión. Los manifestantes exigen responsabilidad y transparencia a un gobierno autocrático y hermético. Exigen libertad de prensa y de religión a un régimen construido sobre la base de la propaganda y el ateísmo intolerante. En pocas palabras, las protestas son una manifestación de la determinación del pueblo cubano de acabar con la dictadura comunista de 62 años”, afirmó.
El opositor, médico de profesión, recalcó que el régimen castrista copió el modelo soviético y ha impuesto un “estado orwelliano” en el que sus ciudadanos están condicionados a desconfiar unos de otros.
“La desesperación flota en el aire. Incluso un susurro contra el gobierno puede provocar acoso, palizas, detención y pérdida de empleo… En un país donde los muros tienen oídos, es fácil perder la voz”, señaló.
No obstante, el ex prisionero político precisó que la gente se ha dado cuenta de que el régimen es débil, y por eso gritaban en las manifestaciones: “¡No tenemos miedo!”.
“Durante décadas, lo mejor que podían esperar muchos cubanos era escapar. Pero ahora, cada vez somos más los que asumimos la responsabilidad de remodelar nuestra patria”, dijo.
“Las protestas se han calmado por ahora, pero la determinación de lograr una vida mejor se ha encendido en los corazones del pueblo cubano. No daremos marcha atrás. Estamos en el camino correcto y los vientos están a nuestro favor”, concluyó.
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