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Una maestra cubana jubilada vive prácticamente a la intemperie desde que el huracán Matthew le destruyó su casa en 2016.
Arlenis Barrio Frómeta, de 68 años, lleva años pidiendo ayuda al gobierno para reparar su vivienda, pero nadie le da una respuesta, a pesar de que todos los organismos implicados conocen de sobra su situación.
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"Fue derrumbe parcial. Me dieron una bonificación: 300 bloques, una puerta y ya. No me han dado nada más", denunció en entrevista con la agencia independiente CubaNet.
Barrio Frómeta reside sola en Baracoa, Guantánamo. Ella quisiera que su hijo estuviera con ella, pero en el humilde espacio que habita no cabe nadie más.
Tras el paso del fenómeno atmosférico, su hijo logró acondicionar una parte de la sala, donde la anciana tiene la cama, pero por el mal estado del techo, no puede evitar que se le moje cuando llueve.
La anciana quisiera que le dieran un subsidio o le vendieran los materiales para reconstruir su casa, en la que lleva en esas condiciones cinco años.
El gobierno solo le dio una olla reina para que preparara sus alimentos, pero esta se le rompió y tuvo que comprar entonces una olla arrocera y una cocina. Para levantar su casa pidió un subsidio hace más de un año, pero aún sigue esperando respuesta.
Toda esta situación la ha llevado a enfermarse de los nervios y los medicamentos que necesita tampoco los consigue, solo calma su ansiedad y su depresión preparándose tes de plantas.
Después de 31 años trabajando como profesora de Historia, se siente "prácticamente abandonada, si no me han resuelto nada", dijo.
"Todo está tan caro, que gracias a un hijo que tengo que me ayuda es que más o menos resuelvo", precisó.
Manuel Cruz Barrio, el hijo de Barrio Frómeta, lamentó que una persona que pasó más de 30 años trabajando para la revolución esté pasando su vejez en esas condiciones.
"El huracán le destrozó la casa y el gobierno no ha hecho nada. Lo saben los trabajadores sociales, lo sabe el presidente del CDR, lo sabe el delegado, todo el mundo lo sabe. Hasta cuándo se sigue diciendo que en este país hay igualdad", cuestionó.
"Mi madre tiene casi 70 años y cuando tiene que descansar después de haberse jubilado, lo que está es pasando trabajo. A veces he llegado a la casa y está durmiendo y le da el sol, se moja cada vez que llueve, duerme con la luna en la cara. Hasta cuándo van a seguir diciendo que en este país hay igualdad", añadió.
Son incontables los casos de cubanos cuyas viviendas fueron afectadas por algún ciclón o huracán y viven en condiciones precarias si apoyo de las autoridades. Lo peor es que muchas de esas personas son ancianos que viven solos, sin ningún familiar que los ayude, y que deben afrontar sus gastos con la mísera chequera que reciben del gobierno.
El año pasado CubaNet denunció el caso de una mujer de Songo La Maya, en la provincia de Santiago de Cuba, que reside junto a hijo discapacitado en deplorables condiciones desde 2012, cuando el huracán Sandy le devastó su casa.
Desde entonces María Caridad Rodríguez Vera malvive en una casucha hecha con tallos de bambú sin lo más elemental para subsistir, con una cama remendada, un par de cazuelas destartaladas, un televisor con piezas improvisadas y cargando agua en cubos desde un pozo, situado a varios metros de la vivienda.
Luego del paso del ciclón, el Estado solo le proporcionó unas planchas de zinc para el techo, que cuando el viento sopla y llueve, el agua penetra por las hendiduras del bambú de las paredes, y Rodríguez trata de remediarlo con trozos de nailon.
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