Ya casi está listo El Alimento, el segundo disco del popular cantante cubano Cimafunk.
El fonograma, que se estrena el próximo 8 de octubre, evidenciará que el concepto del joven músico “está cambiando todo el tiempo, pero la esencia de mi música, mi sonido, siguen ahí. Sigo siendo yo en los textos, en las melodías, en el discurso que tiene mucho del juego con el doble sentido”.
Según declaró a CiberCuba, “es el mismo flow, es mi forma de descargarle a los textos, de cantar las canciones, pero quien lo escuche se va a enfrentar a un producto con un sonido diferente, con un groove más constante. La base se queda igual, que es ese funk afrocubano y la sabrosura que venimos haciendo desde hace rato”.
El artista recalcó que el proceso creativo se mantuvo en evolución especialmente por la presencia del respetado Jack Splash, quien fue el productor jefe. “Involucrar a otra persona permitió que cambiara el concepto del disco. Por ejemplo, la mezcla fue otro tipo de mezcla enfocada en un sonido más procesado, más industrial”, señaló.
Para quien, como Cimafunk, está acostumbrado a hacer las cosas “a mis tiempos, con mi flow”, trabajar por primera vez con alguien más la producción provocó un cambio de mentalidad total. “Dr. Zapa casi siempre me ayuda con algunas cosas percutivas, con ideas, pero mayormente era yo mismo quien pasaba mucho tiempo frente a la computadora produciendo las canciones”, comentó.
En algún punto de la geografía norteamericana, yendo por carretera de una ciudad a otra de Estados Unidos antes de partir a Europa, Cimafunk nos cuenta cómo se cocinó El Alimento en tiempos de pandemia.
¿Hasta qué punto has roto límites con este disco y te has sentido más vivo, libre?
Desde que empezamos a hacer el disco y Jack me envió las primeras bases, las primeras maquetas, sentí un impacto como “wow, esto nunca lo he hecho así”. No pensé que estaba preparado para eso, pero tuve la suerte de encontrar una persona muy talentosa, un productor “monstruo” que entiende bien la música y es fan de la música cubana (sobre todo después de hablar por mucho tiempo y compartir con él la música de Irakere, El Bola, entre otros). Eso ayudó a que el proceso fuera muy relajado y a no sentir la presión o estar incómodo o con miedo de que no fuera a funcionar. Fue “vamos por ahí pa'llá y vamos a ver hasta dónde llegamos”.
Mi equipo también estuvo involucrado en la realización del disco. Todo el tiempo hicimos escuchas colectivas donde intercambiábamos ideas y críticas. La producción al final tuvo mucho del grupo. Se tomaron muchas decisiones escuchando los temas, hablando sobre ellos y sobre el sonido. El mecanismo y la forma de este disco tienen una sabrosura saludable, que me gustó mucho.
¿Por qué se llama El Alimento?
Yo sabía que el disco lo iba a relacionar con algo que tuviera que ver con comida porque ya la foto de portada la tenía en la cabeza hace mucho tiempo y quería que todo se fuera por ahí. El primer disco fue Terapia, que jugaba más con ese concepto médico, y con este te darás cuenta que muchos temas hacen alusión a alimentos. Estoy jugando ahora con el doble sentido de la comida, la carne, el sexo y toda esa locura.
Por otro lado el disco para mí fue eso, un alimento. En todo este proceso de cuarentena hacerlo fue realmente lo que llenó mi alma, mi estado de ánimo. Todo estuvo circulando alrededor de este álbum y de verdad fue como el nutriente de ese primer año de pandemia. Y es un poco lo que le estoy dando al público ahora: “El Alimento” que me sirvió para pasar todo el aislamiento y que quiero repartir en los conciertos y en todas las plataformas.
¿Qué han aportado los invitados a este disco?
He aprendido mucho de los artistas con los que he colaborado en él. Varios encuentros fueron clases magistrales, como el que tuve con Chucho Valdés. Con él ha sido así desde siempre: aprendiendo cada vez que hablamos, cada vez que nos vemos, cada vez que tenemos el chance de compartir, siempre ha sido un alimento. Ahora fue igual. Cuando le envié el tema me dijo: “A esta canción se le pueden hacer muchas cosas, pero lo que ella pide es esto”. Y para mí fue una lección de humildad, viniendo de alguien como Chucho que es “el animal”, que dejara atrás el ego y no se concentrara en hablar de sí mismo, sino de lo que era necesario para el tema. Todo fue exacto, preciso, sencillo, simple y supercuidadoso.
Con George Clinton también fue como una película. Pasamos muchas horas hablando y él todo el tiempo estaba esparciendo sabiduría. Además de colaborar en la canción, todo el proceso alrededor fue positivo y de mucho aprendizaje. Me enseñó a ver la música, cómo quitarle importancia al resultado final y gozar más el proceso, como sentirlo más, como dejarme llevar por el flow y descargarle al swing de la canción.
Con Lupe fue algo muy parecido. Él es un personaje y llegó con toda una vibra relajada a filmar el video en condiciones supermínimas por las cosas del COVID, la rapidez con la que se organizó y los compromisos que ambos teníamos. Siempre me impresiona que artistas que están a esos niveles tengan la filosofía de descargar y apoyar a otros artistas.
¿Cuáles han sido las mayores enseñanzas que has obtenido de este disco?
Aprendí de la industria de la música, aprendí bastante de todo el concepto de los productores y creadores. Musicalmente fue una escuela porque entendí cómo a veces la canción es la que te dice lo que ella necesita y eso puede, en ocasiones, ser algo muy sencillo. Si la canción te pide ese detalle, dáselo, no se lo quites, respétalo, y dale el lugar que lleva.
Aprendí a escuchar, a escuchar con calma en lugar de ponerme a hacer, de querer decir o mandarme a correr. Al final fue un estudio total en el que todo el tiempo hubo mucha vibra. Estuvimos ahí superconectados musical y espiritualmente, con mucha sabrosura, en un proceso de aprendizaje absoluto.
¿Cómo describirías la gira que has estado haciendo por Estados Unidos?
Esta gira está siendo súper rica. Está activa todavía y moviéndose por varios lugares. La música está teniendo mucha aceptación. Había muchas ganas de ir a los conciertos en vivo, de sentir la música y nosotros añorábamos también tocar en vivo.
Esa combinación hace que los conciertos sean una bomba, una locura. Todos los shows han sido brutales, con el público siempre muy agradecido y muy conectado. Ha sido bien saludable para quienes han asistido y para nosotros. Así que seguimos dándole movimiento a todo.
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