Ladrillos y rasillas de empresas estatales no se venden: en Villa Clara los clientes prefieren los hechos por particulares

Con el 40 % del fondo habitacional entre regular y malo en la provincia, esta empresa estatal socialista no se explica cómo tiene más de 300 mil ladrillos en stock.

Obreros de la construcción en Cuba © Granma / Oscar Alfonso Sosa
Obreros de la construcción en Cuba Foto © Granma / Oscar Alfonso Sosa

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Este artículo es de hace 3 años

La Empresa Productora Local de Materiales de la Construcción (PLOMAC) de la provincia de Villa Clara tiene un problema con la comercialización de sus ladrillos y rasillas: se acumulan en sus almacenes, a pesar de ser productos muy demandados entre la población cubana.

Con una situación caracterizada por el déficit habitacional y los problemas constructivos de muchas viviendas, resulta paradójico que estos productos de la PLOMAC no encuentren salida en un mercado con una alta demanda de los mismos.


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Con el 40 % del fondo habitacional entre regular y malo en la provincia, esta empresa estatal socialista no se explica cómo tiene más de 300 mil ladrillos en stock, existiendo una alta demanda de estos materiales utilizados en la construcción e impermeabilización de las viviendas.

Un artículo publicado en la prensa oficialista manifestaba perplejidad por una situación a la que no encuentran explicación. “La producción suficiente y la necesidad abrumadora coexisten, pero no ‘se encuentran’, a veces por carencias materiales, a veces por carencias de gestión”, señaló el artículo publicado en Granma bajo el título “¿Solo cocer ladrillos convierte en vivienda el barro?”.

La situación no se corresponde con los llamados de las autoridades para aumentar las potencialidades productivas y organizativas locales, “en especial en el tema de la vivienda”, indicó la publicación.

Los altos precios de los ladrillos fabricados por PLOMAC, en comparación con los precios de los mismos productos fabricados por particulares, hace que los compradores de los mismos prefieran pagar 4 pesos a estos últimos, en lugar de desembolsar los 10 pesos que cuestan los producidos por la empresa estatal socialista.

“En momentos en que el país atraviesa un complejo contexto que limita la disponibilidad de recursos para propulsar un programa tan costoso como la construcción de casas”, señaló Granma, resulta desalentador para la empresa estatal ver rechazados sus productos frente al de los productores particulares.

“Nuestra entidad tiene capacidad para producir unos 300 000 ladrillos al mes, e incluso más; lo que no se ha podido concretar porque Comercio Interior alega que no puede adquirirlos, debido a que ese producto no tiene salida en las tiendas destinadas a ese fin”, explicó Jesús Martínez García, director general de PLOMAC en Villa Clara.

Por su parte, Yoel Romero, director de Ventas Minoristas del Grupo Empresarial de Comercio en Villa Clara, afirmó que dichos productos si tienen demanda, pero que la población prefiere comprarlo con los particulares, “que comercializan el ladrillo a cuatro pesos, e incluso, se lo llevan al cliente hasta su casa”.

No parece entonces que el mercado esté deprimido, sino que la empresa estatal socialista no ha tenido en cuenta a la competencia privada y sus ofertas más atractivas para los clientes. La solución pasa por bajar los costes a sus productos para poder competir en precio y calidad con los particulares.

La empresa llegó a la conclusión de que el elevado precio de sus ladrillos y rasillas se debía a que utilizaban fuel como combustible para los hornos de cocido. La solución que probaron fue la de cocerlos con leña, pero aun así su coste de producción superaba los 5 pesos por unidad.

“Ante tal situación, la decisión de la dirección de PLOMAC fue paralizar, de manera transitoria, la producción de ladrillos y rasillas, hasta tanto no se resuelva la contradicción, pues está claro que no es rentable fabricar un recurso que luego no se venda en el mercado”, apuntó Granma.

Evidentemente algo va mal en PLOMAC cuando sus costes de producción en instalaciones industriales duplican el de los particulares, con instalaciones artesanales. Sin embargo, lejos de anunciar una auditoría o un nuevo plan que reflote su producción, las autoridades y los responsables se decantan por soluciones improvisadas como la utilización de leña (crítica para el medio ambiente), o la promoción de construcciones estatales que utilicen ladrillos y rasillas en lugar de otros materiales.

Esto último es lo que propone Pablo Vázquez Enríquez, encargado de atender el programa de las producciones locales desde el gobierno, quien además plantea que hay que “resolver el problema con la comercialización”. Para este funcionario, la solución pasa por utilizar nuevas técnicas constructivas que prioricen el uso de ladrillos y rasillas en lugar de bloques y telas asfálticas.

De esa forma, según Vázquez Enríquez, se le daría salida (con recursos y dineros públicos) a la ineficiente producción de la empresa socialista PLOMAC. Bajo las leyes del capitalismo, la propuesta de este funcionario sería una losa para las arcas públicas. Bajo las normas de un Estado de Derecho, semejante propuesta de un servidor público calificaría como corrupción o prevaricación.

Que otras empresas estatales le compren a PLOMAC sus ladrillos y rasillas no hace que disminuyan sus costos de producción; ni la vuelve más eficiente que las empresas de Servicios Comunales y de la Empresa de Mantenimiento Constructivo se vean obligadas a comprar ladrillos a 10 pesos, pudiendo comprarlo a 4, con transporte incluido.

“¿Faltaría calcular algo en la ficha de costo de los privados, o es que hay exceso de gastos en la fabricación estatal de ladrillos? ¿Será aquí donde entra en juego la eficiencia, demasía de mano de obra, muchos indirectos…?”, se preguntó el órgano oficial del Partido Comunista de Cuba, cual ladrillo refractario a los conceptos de rentabilidad, eficiencia y competencia.

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