El primer ministro Manuel Marrero acaba de declarar que el turismo es una actividad muy importante para la economía cubana y que por ese motivo “se ha dado la orden de reinicio de la actividad turística en el país”; ello a pesar de que la pandemia de coronavirus sigue causando estragos en la isla, muy lejos de alcanzar indicadores que permitan considerar una etapa de "nueva normalidad".
Sin embargo, así son las cosas en la Isla, el "ordeno y mando" es el móvil de actuación a todos los niveles. Como el turismo proporciona divisas y es un motor de otras actividades, se ha convertido en una prioridad; poco importa lo que pueda ocurrir después. De perdidos al río.
De modo que, a diferencia de las principales potencias del sector turístico, que miden al detalle sus procesos de apertura al turismo y evitan dar pasos arriesgados que acaban siendo pan para hoy y hambre para mañana, la cúpula dirigente del régimen comunista cubano se ha dado cuenta de que tiene que rentabilizar como sea la inversión millonaria en plazas hoteleras, sacar pecho y tratar de entrar en el mercado, justo en la temporada de mayor actividad en el Caribe, que comienza en noviembre.
Si lo logran, será beneficioso primero que todo para las arcas del estado, vacías por el derroche de gastos que se han tenido que comprometer tras una Tarea Ordenamiento fracasada, en la que uno de sus principales objetivos, la reducción de subsidios y gratuidades ha tenido que pasar a mejor vida, a la vista de la grave situación económica de los vulnerables y de amplios sectores de la población que salieron de la crisis de 2020 especialmente afectados, y de pronto se encontraron con las medidas “mágicas” del desaparecido Murillo.
Aprovechando la reapertura del turismo, los dirigentes cubanos dicen, además, que para logar estabilidad en el inicio de las operaciones y ante las crecientes solicitudes de los distintos mercados emisores, es preciso hacer cosas diferentes y promover iniciativas.
Vamos a ver, ¿qué cosas? Y, sobre todo, ¿cómo de diferentes? Cuidado con estas afirmaciones porque pueden acabar saliendo peor todavía. Innovar y buscar nuevas formas de comercialización a través de internet es una de las actuaciones previstas.
¿Acaso van a dejar de lado a las agencias de viajes especializadas que ofertan a sus clientes los paquetes turísticos del Caribe?
Cuidado con este tipo de decisiones, porque el turista francés, italiano, español o alemán, utiliza internet para viajes de corta distancia, casi siempre a nivel regional, pero si se plantea destinos más alejados, confía en las agencias de viaje su elección. Lo saben bien los hoteleros mallorquines que gestionan el capital turístico de los resorts cubanos. Ojalá que tengan capacidad suficiente para hacer ver a estos defensores de internet que pueden estar cambiando oros por bronce.
Durante la reunión de Marrero también se hizo referencia a la contribución de los proveedores que participan en el bienestar de la llamada industria del ocio, indicando que todos participan en el diseño del producto turístico.
Se reconoció, igualmente, que pese a los límites que existen en el acceso a algunos recursos e insumos, la apertura no tiene marcha atrás, lo que exige una mayor presencia de la industria nacional y de otros gestores para solucionar los problemas.
En lo que respecta al papel de los médicos y a los protocolos sanitarios en los hoteles y aeropuertos, se informó que los trabajadores del sector turístico recibirán una dosis de vacuna refuerzo para ellos y su familia.
En la reunión también se valoró la situación del ordenamiento territorial y el enfrentamiento a las ilegalidades, tanto en Varadero como en el territorio de la Ciénaga de Zapata, y se pidió aumentar la vigilancia y poner más orden en el entorno turístico.
Por último, Marrero reclamó a los representantes de las cadenas extranjeras que operan en Cuba y los presidentes de los grupos hoteleros “el mayor apoyo posible a la causa del turismo cubano”. Una forma como otra cualquiera de leer la cartilla, y más de uno debió pensar en lo cerca que está República Dominicana.
Se tiene la sensación, de todos modos, que los dirigentes no están convencidos del todo. Granma publicó el mismo día en que Marrero daba el pistoletazo de salida al turismo un artículo titulado “Cuba apuesta a la apertura gradual de su economía”.
Según Granma, las razones que obligan a la reapertura de la economía responden, ¿cómo no? “al recrudecimiento del bloqueo de Estados Unidos, a la crisis económica internacional agravada por la COVID-19, y a la propia situación epidemiológica”.
Y por ese orden, como puede comprender el lector, este análisis es del ministro de economía al presentar un informe sobre el comportamiento de la economía al cierre de agosto en la última reunión del consejo de ministros, presidida por Miguel Díaz-Canel.
Poco hay que celebrar en la economía cubana, salvo la referencia al crecimiento del empleo, que los dirigentes siguen asociando a un comportamiento favorable de la actividad, cuando es justo lo contrario.
Las familias cubanas, con la pérdida de poder adquisitivo derivada de una inflación hasta agosto del 62,87% (en 2020 fue del 18,5%, lo que supone una aceleración de casi 50 puntos) se lanza a buscar empleos para mejorar los ingresos. Otra cosa es que lo logren.
Esta idea del ministro de que “generamos empleos y vamos a generar más con el perfeccionamiento de los actores económicos; la apertura de la gastronomía, de los servicios, del turismo y del sector no estatal” se puede quedar, como seguro ocurrirá, en nada.
Solo un ministro de economía cubano informa al consejo de ministros de su gestión dando informaciones sueltas relativas a producciones de alimentos, destacando los incumplimientos (se supone con el plan) de arroz, maíz, frijoles, la producción de leche y de huevos, así como de carnes bovina y porcina. Los productos que más consumen los cubanos se encuentran por debajo del plan, que ya de por sí es ir muy pero que muy bajo.
Después informó sobre los portadores energéticos en el país para destacar que, en agosto, “la generación de energía eléctrica real estuvo muy por debajo del plan previsto, lo cual significó un costo no despreciable en la economía y las actividades productivas, con el objetivo de disminuir las afectaciones a la población”. Dicho de otro modo, más gasto público y peor servicio con apagones generalizados. Magnífico balance, ministro.
En este punto, señaló la necesidad de “mayor iniciativa y trabajo creador; así como de aprovechar más las medidas que el gobierno ha venido aprobando en los últimos meses para conceder mayor autonomía a la empresa estatal socialista”. De lo primero, no me cabe la menor duda que debe ser así y no seré yo quién lleve la contraria. Respecto a lo segundo, hay serias dudas de que la empresa estatal, de apellido socialista, pueda servir para algo más. Está agotada a la espera de un nuevo marco jurídico como en Vietnam, como en China. La experiencia de 62 años está ahí.
El ministro afirmó que, cumpliendo con el diseño para controlar la pandemia, y con las medidas económicas adoptadas, “podemos estar en mejores condiciones para, con un esfuerzo adicional, en el cuarto trimestre tratar de aspirar al mayor crecimiento económico posible este año e iniciar mejor 2022”. Llegados a este punto, en un sistema democrático alguien debería estar preguntando al ministro, ¿qué ha estado haciendo en los primeros tres meses del año que, al parecer, los da por perdidos?
Y como no hay dos sin tres, el cónclave ministerial dio vía libre a la nueva cartera de oportunidades de la inversión extranjera en el país, con 678 proyectos, 175 más que en la anterior, en esa obsesión por captar inversión extranjera que sigue sin alcanzar los volúmenes y la especialización deseada por el régimen comunista. Los dirigentes deben creer que se puede atraer capital extranjero a un país aumentando el número de proyectos y vinculándolos a un supuesto “Plan Nacional de Desarrollo Económico y Social hasta 2030”, pero se equivocan. Que observen cómo llega capital a República Dominicana, Costa Rica o Panamá y verán lo lejos que están de esos estándares.
Si realmente potenciar la inversión extranjera es una necesidad, hay que olvidarse de la fórmula actual con base en aquella Ley 118, que ni ha servido para dar prioridad a las decisiones del régimen ni mucho menos para garantizar soberanía alguna. La atracción de capital extranjero va por otro lado bien distinto.
También se pasó revista a los resultados de la Operación Puerto-Transporte-Economía Interna, en el primer semestre del año y si bien, “en el periodo se aseguraron todas las misiones”, el consejo reconoció que “persisten insuficiencias, tanto de carácter subjetivo como objetivo, que estarán en el centro de la atención en los últimos meses del año”. Es lo mismo de siempre, y por ello, hay que preguntar de nuevo, ¿por qué no lo han resuelto en los primeros tres trimestres del año?
El consejo abordó otro eterno problema sin solución, agravado durante la crisis que es el estado de las cuentas por cobrar y pagar fuera de término, en litigio y sentencias de los tribunales; también el cumplimiento de los planes integrales de enfrentamiento a ilegalidades urbanísticas por los gobiernos, organismos de la Administración Central del Estado y organizaciones superiores de Dirección Empresarial; y el programa de becas de gobierno en otros países. Finalmente, cómo no, se informó de la aprobación de las primeras micro, pequeñas y medianas empresas, así como de cooperativas no agropecuarias, desde el 20 de septiembre.
Y como no podía ser de otro modo, Díaz Canel cerró la reunión y dijo algo que seguramente estará siendo analizado en las cancillerías de la Habana y en los empresarios de la Isla.
El dirigente comunista afirmó “que estamos obligados a diseñar, entre todos, un sistema de control popular, orientado al enfrentamiento de todas las desviaciones que pueda haber en el cumplimiento de la legalidad socialista, en el enfrentamiento a la corrupción”. Un sistema de control popular a estas alturas del siglo XXI, ¿qué son los CDR.4 tal vez?
Dejando el choteo a un lado, la pregunta es ¿cree Díaz Canel que con enunciados como este atraerá capital extranjero, o movilizará más viajeros turísticos a la isla, en suma, que este tipo de mensajes sirve para normalizar la tensión que el régimen comunista genera en el mundo?
Reconocer que hay que enfrentar la corrupción, es reconocer públicamente que existe. Y, además, en los órganos del estado y empresas estatales socialistas que son el campo de actuación de la contralora general de la República, Gladys Bejerano, quien presentó al consejo de ministros un informe sobre el cumplimiento de las directivas y el plan de acciones de control del Sistema Nacional de Auditorías en el primer semestre del año, que dio lugar a la frase de Díaz Canel.
¿Pero hay tanta corrupción en Cuba? ¿Existen tantas ilegalidades que exijan esa acción contundente anunciada por Díaz Canel a sus acólitos? Es difícil de valorar esta cuestión con las informaciones ofrecidas, pero se tiene la impresión de que los problemas se encuentran relacionados con “el ejercicio del control y la prevención como método de dirección, ejercido sistemáticamente en el desarrollo de todos los procesos y no ocasionalmente”.
El control económico, que el régimen comunista ha tenido difícil de ejercer y resolver, con su correlato en la eficiencia y el buen desempeño, en la transparencia de todos los procesos económicos y sociales y en el enfrentamiento a la corrupción, aparece en estos momentos como un grave problema de la economía, que lo es, y a Díaz Canel no se le ocurre otra cosa que recurrir a las “soluciones” de Fidel Castro ofreciendo este tipo de mensajes de carácter coercitivo.
Un consejo. Que se olvide de Fidel Castro. La economía no puede funcionar sin un marco flexible y libre para los agentes económicos, determinado por una serie de leyes que tienen su origen en el estado de derecho. Cuando se introducen conceptos como “defensa del poder popular” los actores económicos huyen, porque ese tipo de controles pertenecientes a la cultura bolchevique o maoísta, no sirven en el mundo global, competitivo y abierto al que Cuba quiere dirigir su turismo a partir del 15 de noviembre.
Díaz Canel tiene todo el derecho a creer que en Cuba “todo el poder que se ejerce se hace a través del pueblo, con la participación del pueblo para resolver los problemas de la sociedad”, e incluso puede decirlo públicamente, pero se equivoca.
El control no requiere de participación alguna del pueblo, ni tampoco plantear batalla de ningún tipo. El control es inherente a la gestión empresarial moderna, algo que en Cuba tiene mucho que avanzar.
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