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Todavía tiene la misma cara de niño bueno con que enamoró al público adolescente de Cuba. Recuerdo que en más de una ocasión recorrí veinte kilómetros para llevar a mi ahijada de 13 años a un concierto de sus adorados Ángeles. Y su preferido del grupo era precisamente Sian Chiong. Con la mirada clara encendida, el jovencito desbordaba energía en el escenario.
Aunque el carácter le ha madurado mucho y ahora reside en Estados Unidos, sus aspiraciones son las mismas que hasta hace poco tuvo en México y antes en Cuba: llegar a lo más alto que pueda. Sin importar dónde esté, permanece enfocado en alimentar su pasión por la música y la actuación. Le es imposible decir cuál pesa o le gusta más. “Cada una tiene un espacio diferente en mí y me enriquece como artista”, aseguró a CiberCuba.
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Conquistar el suelo azteca con mega producciones como la serie musical biográfica “Súbete a mi moto” o la telenovela “La mexicana y el güero” fue posible por su capacidad para ser creativo. “Me encanta idear cosas, componer o escribir algo. Por eso me gusta tanto actuar: empiezo todos los días a ponerle algo nuevo a los personajes, a nutrirlos de manías, de sicologías, de mil cosas”, confesó.
A pocos meses de vivir en EE.UU. acaba de estrenarse en el Teatro Trail de Miami. Confiesa estar súper emocionado de subirse a las tablas de la Ciudad del Sol con la comedia Farándula, del también cubano Jazz Vilá. Según explica, “estoy contento de poder hacer teatro para el público miamense, que es especial, y más en un género que no acostumbro a hacer pero me encanta. Soy una persona muy divertida, a la que le gusta reír y hacer reír a los demás”.
A la vez que habla de la promoción de su sencillo más reciente “Cuarentena” (junto al reguetonero Deivy), sabe que no podría vivir sin el arte, “que es algo que me apasiona demasiado”. Tampoco sin el deporte, el cine, los viajes, los amigos o la comida, “porque adoro comer. Hay muchas cosas sin las que no estaría completo”.
Antes le temía a las ranas tanto como a las alturas, pero ya ha logrado controlar ese miedo. Aunque sigue sin gustarle que lo toquen, “no es como antes, que no podía ni verlas”.
Tu papá es un director de televisión de los más conocidos y respetados en Cuba. ¿Cuán fácil o difícil fue tenerlo guiando tu formación?
Que mi papá fuera quien es en Cuba para mí tuvo ventajas y desventajas. Por un lado, mi carrera se encaminó en el mismo sentido que la de él: el arte, la actuación, y tuve un maestro siempre a mi lado. Pero también fue difícil a la hora de hacer amigos en el medio o trabajar porque me miraban como diciendo: “Oye, eres el hijo de tal, se supone que lo hagas bien” o “Fulano seguro está aquí porque es el hijo de Mengano”. Muchos directores a veces no me quisieron dar trabajo porque pensaban que debía dármelo mi papá. Fuera de Cuba no tengo familiar que trabaje en los medios y no he conocido cómo es, pero en Cuba sí me pasó así. No obstante, siempre dejo claro que estoy muy feliz y orgulloso de tener el padre que tengo.
Ángeles revolucionó el panorama musical cubano. ¿Qué es lo mejor y lo peor que te dio la etapa en que formaste parte de la agrupación?
Ángeles ha sido mi mejor etapa hasta el día de hoy. La que más he disfrutado, la que recuerdo con más cariño. Aprendí allí todo lo que sé del mundo de la música porque, hasta entonces, lo mío de cantar era un hobby. Allí mejoré mucho y me hice profesional. Nunca pensé que me fuera a involucrar en algo así, pero me encantó. No puedo obviar esa faceta artística; ya se metió tan adentro que es imposible evitarla. Lo peor habrá sido no haber llegado (estando tan cerca) adonde queríamos. Pero todo pasa por algo.
¿Alguna vez sentiste que para ser tan jovencito en ese tiempo (que ya cantabas, actuabas y eras popular) tenías demasiada presión sobre los hombros?
No creo que sintiera presión a pesar de ser tan joven, porque lo estaba disfrutando muchísimo. Quizás sí me faltó un poco de responsabilidad y madurez a la hora de entender lo que yo tenía sobre los hombros, pero era un niño. Esas cosas se van aprendiendo poco a poco. Creo que por momentos sí me sentí un poco agotado, pero no presionado. Yo creo que me malacostumbré. Aún hoy cuando no estoy haciendo varias cosas a la vez siento que estoy perdiendo el tiempo. Me gusta estar como estoy ahora: en una obra de teatro y con el lanzamiento de mi nuevo single “Cuarentena”. Ando a full, de verdad no tengo prácticamente un segundo del día para nada, y eso es lo que a mí me encanta.
¿Por qué decidiste vivir fuera de Cuba? ¿Sentiste que habías tocado el techo, que de alguna forma debías buscar algo más?
Nosotros viajábamos mucho y en uno de nuestros viajes, ya estando en México, entendí que la banda no iba bien internamente, que yo no me sentía a gusto y que necesitaba un cambio en mi vida. Decidí salirme de la agrupación porque ya había una persona que iba a apoyarla económicamente y yo sabía que podían levantar cabeza sin mí. Me quedé en México para tocar puertas con lo de la actuación, que fue lo primero que hice. Encontré trabajo rápido y me encaminé bien.
Mucha gente ve el hecho de emigrar como algo fácil. ¿Cuánto valor tú crees que en realidad se necesita para dejar el lugar donde naciste, tu familia, tus amigos... para ir a un sitio desconocido?
Ser emigrante no es nada sencillo. Se requiere de mucha fuerza de voluntad, de mucho control mental para poder enfrentar esa decisión. Es duro alejarte de tus padres, familiares, pareja, amigos, pero creo que tuve la suerte de tener el apoyo de todas las personas que me querían y eso hizo que el proceso fuera gratificante para mí. Eso me hizo sentir que no estaba solo.
A tu llegada a México, ¿todo funcionó como lo habías imaginado?
Creo que tuve bastante suerte. Las cosas empezaron a salir bastante rápido, más de lo que yo pensé y me siento muy afortunado por eso. Todos los días le doy gracias a Dios por haberme ayudado en ese sentido.
¿Cómo un extranjero logra insertarse en un mundo tan competitivo como es el de la televisión mexicana, más si de telenovelas se trata?
No es fácil lógicamente adentrarse dentro de la televisión mexicana. El tema del acento, el hecho de ser extranjero, son puntos difíciles a la hora de trabajar, pero es algo que se logra con entrega, con esfuerzo, con ganas. Creo que lo logré gracias a que yo puse todo de mi parte, como han hecho otros antes.
¿Cuál fue el mayor reto que tuviste como actor para adaptarte y poder estar a la altura de ese nuevo mundo?
Fue principalmente en la cuestión cultural, que era algo que no entendía a fondo. Sabía que el español se hablaba de manera diferente en cada país de América Latina, pero no que necesitaba el acento mexicano para trabajar en televisión. Ese fue un gran choque que tuve. Hablamos español, pero no el mismo español. Nada en la vida es fácil. Se trata de enfocarse, saber que todo cuesta trabajo y que tienes que lucharlo, sudarlo, para conseguirlo.
¿Basta con tener un rostro bonito para triunfar en una pantalla o un escenario?
Soy de los que piensa que no. Eso tiene un punto a favor en muchos sentidos y un punto en contra en otros. Sobre todo en la actuación se busca un determinado tipo de físico para todo tipo de personajes. O sea, que una persona guapa servirá para algunos personajes y una que no es tan agraciada físicamente, servirá para otros. Depende de ti como actor. Tú puedes ser la persona más guapa físicamente que si no eres buen actor harás un personaje mediocre. Si tus sueños son grandes, no te sirve de nada. Para mí lo importante son el talento y la dedicación.
¿Qué es lo mejor que ha quedado en ti de Cuba y de México?
Creo que lo que me define hoy como persona. De ambos he tomado lo mejor, sobre todo de Cuba que es el lugar donde nací, donde está la esencia mía de niño y de joven. Pero México me ha nutrido mucho en el ámbito laboral. Estar en otro país me enseñó a enfrentar la emigración y a entender que el mundo es mucho más grande de lo que uno se imagina a veces. Me siento tan cubano como mexicano.
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