Angélica Garrido, una de las presas del 11J, declaró en una misiva desde la cárcel que ha sido “golpeada, torturada y lesionada” y refutó las acusaciones en su contra que le valieron una petición fiscal de 10 años de privación de libertad.
En la carta, hecha pública por Luis Rodríguez, esposo de Garrido, y replicada en las redes sociales, la joven activista denunció la violencia policial de la que ha sido víctima desde su detención el 12 de julio.
Rodríguez dijo a CiberCuba que el proceso legal contra su esposa está movido por su participación en la manifestación que se realizó en Quivicán, Mayabeque, una de las multitudinarias protestas que estremecieron Cuba los días 11, 12 y 13 de julio.
“Soy inocente, mi mano nunca se levantó contra ellos, ni mi boca los ofendió. Son ellos los que deben estar en mi lugar, son ellos los que procedieron de manera incorrecta y arbitraria”, expresó Garrido en la misiva en referencia a la policía.
La joven agregó que “la Policía de Quivicán no cumplió con su deber de proteger y cuidar a los ciudadanos”, dejando a un lado su función y convirtiéndose en su verdugo.
“Supliqué de favor que terminara y, se complacía en lo que hacía. La mujer es un vaso frágil y no debe ser maltratada: fui golpeada, torturada y lesionada”, declaró en referencia a la paliza que le propinó la policía durante su arresto.
Su cuñado Michael Valladares, esposo de María Cristina Garrido, en una entrevista concedida a CiberCuba, denunció que las hermanas fueron atacadas por la espalda, y Angélica “fue golpeada tantas veces a tal punto que se desmayó”.
También precisó que hay testigos que “vieron cuando estaban bajando a Angélica del carro, un guardia le estaba dando piñazos por la cabeza”, al llegar a la Unidad de Policía de Quivicán, adonde inicialmente fueron trasladadas. Más tarde fueron enviadas al Departamento Técnico de Investigaciones, luego al centro de reclusión conocido como el Sidatorio y, por último, trasladadas a la prisión del Guatao.
Roberto Chaviano Cabrera compartió la carta de la prisionera y aseguró haber presenciado, en calidad de detenido en el Departamento Técnico de Investigaciones en San José de las Lajas, la llegada de las hermanas Garrido. “Pude ver cómo Angélica llegó con un brazo luxado, sosteniéndolo ella misma por las golpizas que recibió”, detalló.
En la misiva, Angélica aseguró no sentir rencor, “a pesar de todo el dolor y la tristeza que han provocado, no solo a mí, sino a mis hijos, esposo, padres y a todos los que me quieren, en mi corazón no existe el odio” y afirmó que acatará la sentencia cual si fuera voluntad divina.
“Lo que se decida sobre mí, será la voluntad de Dios, no la de los hombres”, sentenció y culminó su misiva con versos de José Martí.
Garrido es una de los más de 600 manifestantes del 11J que permanecen en régimen penitenciario de un total de 1,249 detenidos que ha podido documentar Cubalex en coordinación con activistas.
Detenida violentamente junto a su hermana María Cristina el 12 de julio, a Angélica se le acusa de atentado, desacato a la autoridad, propagación de epidemia, asociación para delinquir y desorden público.
En marzo de 2020 fue arrestada por salir en defensa de otra ciudadana, a la que le impusieron una multa por bajarse la mascarilla en un cola para beber un poco de agua. Tiene dos hijos adolescentes que se encuentran al cuidado de su esposo, y en estos momentos permanece recluida junto a su hermana y la también activista Lizandra Góngora en la prisión de mujeres conocida como El Guatao.
A continuación, reproducimos íntegramente el texto de la publicación de Luis Rodríguez, que incluye la carta de la prisionera política.
DECLARACIÓN DE ANGÉLICA GARRIDO
(Presa del 11J; acusada de atentado, desacato, propagación de epidemia, asociación para delinquir, desorden público. Petición fiscal: 10 años de privación de libertad)
"Mi Dios es Realidad. Yo nunca he negado mi fe, mi único delito fue seguir el camino de los hombres antes que el del Señor. Yo no le debo nada a los hombres, en ese sentido, estoy en paz con mi Señor. Soy inocente, mi mano nunca se levantó contra ellos, ni mi boca los ofendió. Son ellos los que deben estar en mi lugar, son ellos los que procedieron de manera incorrecta y arbitraria. La Policía de Quivicán no cumplió con su deber de proteger y cuidar a los ciudadanos. Dejaron a un lado su función y se convirtieron en mi verdugo. Supliqué de favor que terminara y, se complacía en lo que hacía. La mujer es un vaso frágil y no debe ser maltratada: fui golpeada, torturada y lesionada. A pesar de todo el dolor y la tristeza que han provocado, no solo a mí, sino a mis hijos, esposo, padres y a todos los que me quieren, en mi corazón no existe el odio, pues Dios es Amor; Él tiene la última palabra, lo que se decida sobre mí, será la voluntad de Dios, no la de los hombres. Y, como decía el más grande de los cubanos:
Cultivo una rosa blanca
en Julio como en Enero
para el Amigo sincero
que me da su mano franca.
Y para el cruel que me arranca
el corazón con que vivo,
cardos ni ortigas cultivo;
cultivo la rosa blanca.
Que Dios los bendiga."
Fin.
(Por favor, si las palabras de mi esposa no lo ofendieron, las podría compartir; para que así, con cada publicación, la bandera del 11J se pasee en su dignidad, en su pureza, para que así, con cada publicación, drene yo la rabia, conserve su entereza)
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