El pianista cubano Gonzalo Rubalcaba demoró años en enterarse de que Dizzy Gillespie solicitó al Gobierno de Cuba en los años 80 que él, entonces con 20 años, recibiera un permiso de salida para acompañar al gran músico estadounidense en una gira mundial.
“Así es, me lo ocultaron. No me contaron absolutamente nada, que era lo que habría correspondido al tratarse de mi vida y de mi futuro. El Estado castrista se tomó la libertad de responder por mí, sin consultarme, y le dijeron que no podía porque estaba estudiando”, lamentó el músico en entrevista con el diario español ABC.
“No quiero que este percance se tome como algo excepcional por tratarse de mí, porque ha sido la forma habitual de actuar del Gobierno cubano”, subrayó Rubalcaba, devenido en una de las grandes figuras del jazz cubano, con cuatro premios Grammy y otras 13 nominaciones.
La negativa del gobierno cubano a aceptar que el talentoso joven participara de una gira con el gran músico estadounidense contrasta con el permiso que casi 20 años después, en el 2001, sí recibió la cubana Mavys Álvarez, entonces de 16 años, para acompañar a Buenos Aires a su entonces pareja, el futbolista Diego Armando Maradona, con aprobación del mismísimo Fidel Castro.
Hay que recordar que hasta el 2012 los residentes en la isla no podían viajar libremente al extranjero pues necesitaban un "permiso de salida" emitidos por las autoridades cubanas, además del visado en el país de destino.
Gonzalo Rubalcaba conoció a Dizzie Gillespie en 1984, año en que el mítico trompetista viajó a La Habana y escuchó en el cabaret Parisien al joven pianista cubano, a quien invitó a tocar juntos en el festival que lo había llevado a la isla.
En la citada entrevista para ABC, Rubalcaba también evocó la prohibición que en esos años impedía que un cubano pudiera entrar a un hotel, aunque hubiera sido invitado por una figura de la talla de Gillespie, como en este caso.
“Cuando llegué, efectivamente, me pararon en la entrada y me preguntaron qué hacía yo allí. No les importó que les dijera que había quedado con Dizzy Gillespie y me prohibieron la entrada, pero justo pasó por allí un conocido que trabajaba en el hotel e intercedió por mí, así que subí corriendo a su habitación. Sabía que una conversación relajada con él de una hora equivalía a años de estudio con libros y discos… y al final estuve dos horas”, comenta.
Aunque el talentoso joven no salió del país en una gira que hubiera acelerado su triunfo internacional, sí apareció en un documental que dejó huella audiovisual de la visita del músico estadounidense a la isla.
Rubalcaba afirma que para él conocer a Gillespie fue “un auténtico espaldarazo” porque el documental tuvo una repercusión tremenda y le permitió acceder a un mercado con el que ni siquiera había soñado.
El destacado pianista admitió que la política ha causado “mucha división” entre los músicos cubanos en las últimas. “Es necesario que podamos decir lo que queramos sobre la realidad que vivimos y, sobre todo, sobre cómo queremos vivir. Si nos comprometemos con un régimen o una idea política para pensar, nos equivocamos”, acotó.
Indicó, además, que “los ciudadanos deben vigilar siempre la gestión de su gobierno y decir en libertad lo que funciona y lo que no, independientemente de que seas rojo o azul. Debe haber espíritu crítico, sin ataduras”.
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