El gobernante Miguel Díaz-Canel calificó las muestras de solidaridad de partidos políticos españoles con la causa de la libertad y la democracia en Cuba como “la miamización de Madrid”, faltando el respeto con el tono peyorativo de su frase a la heterogeneidad de cubanos libres de Miami y a los representantes políticos elegidos por los españoles.
“En lo que algunos analistas llaman “la miamización de Madrid”, la derecha dura de la vieja metrópoli está compitiendo con los impresentables políticos anticubanos basificados en Miami”, consideró el gobernante designado por el dictador Raúl Castro en su discurso de clausura del III Pleno del Comité Central del Partido Comunista de Cuba (PCC).
Para el doctor Díaz-Canel, cuyo discurso de este viernes publicó el órgano oficial del partido único, “detrás de esta nueva temporada teatral hay un antiguo y pérfido propósito: restaurar la ‘Posición Común’ que tan mala memoria dejó en la política europea, en tanto la subordinó obedientemente a los mandatos de Washington contra Cuba”.
Abriendo su intervención con el desgastado recurso del “enemigo externo” que justifica el cierre de filas, la represión y la improductividad del régimen totalitario comunista cubano, el primer secretario del PCC apuntó nuevamente a Madrid como epicentro de actividades contra la llamada “revolución” cubana, orquestada por fuerzas políticas conservadoras y de derechas.
Refiriéndose sin nombrarlo al dramaturgo Yunior García Aguilera, exiliado en Madrid tras la intensa represión sufrida por su convocatoria a la Marcha Pacífica por el Cambio del 15N, el gobernante cubano dijo que “el articulador del acto teatral interrupto” había adquirido “cierta notoriedad” en el contexto político de España.
Recibido por el Gobierno español y representantes de todas las fuerzas políticas con representación en el Congreso español –menos las de extrema izquierda (Podemos) y extrema derecha (Vox)-, García Aguilera ha sido portador del mensaje de una sociedad civil que reclama derechos y libertades, y que agradece la solidaridad de todos los demócratas europeos y del mundo.
Insistiendo en desacreditarlo mediante calumnias y difamaciones, Díaz-Canel acusó al dramaturgo de “mercenario” al que ahora “sus empleadores [españoles] tratan de usar poniéndole cámaras y micrófonos por dondequiera que se mueve”.
Cegado a la realidad de una sociedad civil y un creciente número de activistas que reclaman un cambio en Cuba, el gobernante achacó las manifestaciones espontáneas y pacíficas de protesta que han sacudido el país -como el histórico estallido del 11J- a “un plan desestabilizador que aún no ha cesado”.
“Ese plan debía alcanzar su clímax el 15 de noviembre pasado. En algunas plataformas digitales se habló incluso del último día de la Revolución Cubana; sin embargo, fue el último día de una obra muy ensayada que nunca llegó a estrenarse”, proclamó victorioso.
Según Díaz-Canel, “la orfandad de ideas y la subestimación de nuestro pueblo ciega a los adversarios y los hace perder sus guerras contra Cuba aun antes de empezarlas”. Sin embargo, consideró importante detenerse en “las características de la actividad subversiva de esta época, sustancialmente diferente a periodos anteriores”.
El duro mazazo que significan las dos resoluciones condenatorias aprobadas por el Parlamento Europeo (PE) con apenas tres meses de diferencia, ha devuelto al régimen cubano al escenario de la Posición Común Europea, un instrumento de política exterior aprobado por la Unión Europea (UE) en 1996 -por iniciativa del gobierno español de José María Aznar (Partido Popular)- para presionar al régimen cubano a un diálogo político con la sociedad civil, que favoreciese la apertura económica y la transición a la democracia en Cuba.
De ahí que La Habana se centre ahora en etiquetar la solidaridad de los demócratas españoles como “la miamización de Madrid”, agitando el fantasma de una Posición Común que fue sustituida por un Acuerdo de Diálogo Político y Cooperación (ADPC), parcialmente en vigor desde noviembre de 2017.
La Resolución del PE aprobada este jueves condenó los abusos sistemáticos contra manifestantes, opositores políticos, líderes religiosos, defensores de los derechos humanos y artistas independientes; y apeló a las autoridades cubanas para que retiren las acusaciones penales abusivas y permitan a los exiliados regresar a su país, como en el caso del dramaturgo García Aguilera.
Igualmente, denunció las detenciones arbitrarias y restricciones abusivas a la libertad de movimiento y a las comunicaciones, como arrestos y vigilancia domiciliarios, así como la tortura y los malos tratos perpetrados por el gobierno cubano, comportamiento por el cual los eurodiputados reclamaron a la UE que apruebe sanciones “contra los responsables de las persistentes violaciones de los derechos humanos en Cuba”.
“Por las violaciones continuas, graves y materiales de los principios democráticos y la falta de respeto de todos los derechos humanos básicos y libertades fundamentales”, los parlamentarios europeos aprobaron con amplia mayoría estudiar la posibilidad de “suspender” el Acuerdo entre la UE y la isla, amparados en su cláusula esencial que busca proteger y promover los derechos humanos y las democracias en sus relaciones con terceros.
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