Estados Unidos consideró que las recientes amenazas de Rusia de iniciar despliegues militares en Cuba y Venezuela son "fanfarronadas", y aseveró que dará una respuesta decisiva si el gobierno de Vladimir Putin da pasos concretos para consumar una escalada en la región.
"No vamos a responder a fanfarronadas. Si Rusia empezara realmente a moverse en esa dirección, lo enfrentaríamos de manera decisiva", dijo este jueves a CiberCuba un alto funcionario del Departamento de Estado.
La reacción del Departamento de Estado se produjo horas después de que el viceministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Serguei Riabkov, sugirió un despliegue militar en Cuba y Venezuela si continúan agravándose las tensiones entre Washington y Moscú por el tema de Ucrania.
El mensaje del Departamento de Estado coincidió con una idéntica declaración hecha casi simultáneamente por un alto funcionario de la administración Biden a medios estadounidenses, entre ellos la corporación informativa McClatchy.
En comentarios a la televisión estatal rusa tras sostener conversaciones en Ginebra sobre la crisis en Ucrania, Riabkov expresó que no podía “ni confirmar ni negar” los posibles despliegues militares.
"En el estilo americano, la opcionalidad de la política exterior y militar es la piedra angular para asegurar la poderosa influencia de ese país en el mundo. Depende de las acciones de los colegas estadounidenses", aseveró Riabkov, quien encabezó la delegación rusa a las conversaciones con representantes de la OTAN con el fin de rebajar las tensiones en la zona europea.
Las incendiarias declaraciones del vicecanciller de Putin siguieron a una espiral de versiones periodísticas que implicaban a agentes de la inteligencia rusa en recientes visitas a Cuba y Venezuela como supuesto anticipo de futuras operaciones de fuerzas y armamentos en ambos países latinoamericanos.
Las conversaciones de Ginebra no dejaron resultados muy alentadores. Riabkov dijo que EE.UU. y la OTAN han rechazado el principal reclamo de Moscú sobre las garantías de que la alianza militar no incorporará a Ucrania y a otras naciones exsoviéticas, y se cuestionó el éxito de las negociaciones.
Las referencias de Riabkov sobre una despliegue militar en Latinoamérica no son nuevas. En diciembre el vicecanciller había advertido que el aumento de las tensiones con Washington podía llevar a repetir la crisis de los misiles de Cuba de 1962, cuando el mundo estuvo en la antesala de una guerra nuclear.
El pasado año, Serguei Shoigu, ministro de Defensa de Rusia, manifestó en un foro internacional de seguridad que Cuba, Venezuela y Nicaragua requieren en estos momentos el apoyo militar de Moscú como nunca antes.
La subvención económica de Cuba por la ya extinta Unión Soviética se extendió por tres décadas, entre 1961 y 1991, y alcanzó un promedio de $6,000 millones de dólares anuales, incluyendo la cooperación militar con presencia de asesores y equipamiento en una base de submarinos (Cienfuegos) y un centro de inteligencia (Lourdes).
La Unión Soviética también recompensó al gobierno de Fidel Castro con unos $900 millones anuales para sufragar la presencia de tropas internacionalistas cubanas durante las guerras de Angola y Etiopía.
Sin embargo, la presencia rusa se prolongó hasta 2001 en la base de espionaje de Lourdes, ubicada al sur de La Habana. La decisión de desmantelarla sobrevino después de los atentados del 9/11 en Estados Unidos, cuando Putin esgrimió razones económicas como parte de una movida de acercamiento a Washington.
Actualmente solo se mantiene una representación militar en la embajada rusa en La Habana, así como vínculos de colaboración y asesoría en el equipamiento bélico y la industria militar.
En cuanto a Venezuela, Rusia cuenta allí con especialistas militares que ofrecen asesoría para el equipamiento que opera en la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB), y algunas empresas rusas brindan capacitación a personal militar y policial venezolano.
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