Yosvany Villar Ávila, el niño de 14 años que estaba reportado como desaparecido en La Habana desde diciembre de 2020, fue encontrado muerto el viernes en el municipio Diez de Octubre.
El cadáver del menor fue hallado en la Loma de Chaple, en la barriada de Santos Suárez, tras la confesión del asesino, según afirma el portal 14ymedio citando como fuente a Airovis Ávila Pérez, madre de la víctima.
El presunto responsable del crimen sería un vecino de Yosvany, llamado “Ariel”, del que ya sospechaba la familia porque testigos aseguraban haberlo visto hablando con el niño el día de su desaparición.
El hombre de 29 años ya está en la cárcel desde hace varios meses a la espera de juicio por un asunto similar. Sin embargo, el pasado jueves la familia de Ariel fue citada a declarar a propósito de novedades en la investigación, según precisa el citado medio digital.
La afligida madre declaró que este lunes acudirá a Medicina Legal y podrá llevarse el cuerpo, que será velado e incinerado hoy mismo.
"Tengo niño perdido hace 1 año y quiero que mi presidente me ayude a buscarlo, por favor, ayúdame", había escrito Airovis Ávila el pasado 6 de enero en un mensaje en Twitter en el que etiquetó a Miguel Díaz-Canel.
El reclamo desesperado de ayuda de la mujer -que tiene otros seis hijos- encontró eco en diversos medios independientes que, desde el reporte inicial de la desaparición, siguieron de cerca los reclamos de la familia en la búsqueda de una respuesta sobre el paradero del niño.
El menor fue visto por última vez con vida en la mañana viernes 11 de diciembre de 2020. En el momento en que desapareció estaba jugando en la esquina de su casa, en la barriada de Lawton.
Yosvany Villar Ávila estudiaba becado el séptimo grado en una escuela de enseñanza especial en Caimito, en la provincia de Artemisa, donde reside su padre, pero en el momento de su desaparición estaba de pase.
Además de la correspondiente denuncia a la Policía, durante más de un año la familia publicó fotos y reiteró el pedido de ayuda a través de redes sociales.
La familia fue presionada por las autoridades para que no dieran declaraciones a medios independientes. Una de las abuelas del niño explicó que oficiales que visitaron la casa les advirtieron que las fotos y la información eran "aprovechados por los enemigos de la revolución para difamar al gobierno y dañar a Cuba", y que confiaran en la Policía y en que el niño iba a aparecer.
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