El aparato de intelgencia de México vigiló al escritor colombiano Gabriel García Márquez por más de 20 años luego de que el Partido Revolucionario Institucional (PRI) manifestara preocupación por sus vínculos con el dictador Fidel Castro y lo considerara un “agente de propaganda procubana y soviética”.
Archivos de la agencia de espionaje mexicana a los que tuvo acceso el diario español El País, indican que el PRI siguió los pasos del escritor colombiano desde el final de la década del sesenta hasta 1985.
Ese período coincide con un mayor activismo del Nobel de Literatura en la política latinoamericana, especialmente bajo la tutela de su amigo íntimo el dictador cubano Fidel Castro, quien lo llevó a La Habana en 1959 para fundar la agencia de noticias Prensa Latina junto al argentino Jorge Ricardo Masetti.
El expediente, de más de un centenar de informes, muestra un seguimiento personal en actos públicos y reuniones privadas, fotos en la puerta de su casa cuando tenía invitados y un exhaustivo registro de sus viajes a Cuba a partir de 1975, cuando el escritor profundiza su defensa al castrismo tras una etapa de distanciamiento por la cercanía del régimen de La Habana con Moscú.
Este vínculo generó ciertos resquemores en los políticos del PRI –partido que se mantuvo 71 años en el poder mexicano– los cuales decidieron intensificar el seguimiento de García Márquez, quien en 1961, tras abandonar la corresponsalía de Prensa Latina en Nueva York se radicó en México.
Un documento del 17 de marzo de 1982 de la agencia de espionaje mexicana revela que el escritor cedió, incluso, todos los derechos de su novela Crónica de una muerte anunciada al gobierno cubano, luego de que Castro hiciera una revisión del primer manuscrito.
El informante agrega que “Gabriel García Márquez, además de ser procubano y soviético, es un agente de propaganda al servicio de la Dirección de Inteligencia de ese país (Cuba)”, subraya El País, que obtuvo los documentos desclasificados tras una petición formal de transparencia ante el Archivo General de la Nación.
Estos también dan seguimiento al vínculo del colombiano con el resto de los gobiernos y guerrillas de la izquierda latinoamericana, algo que preocupaba a la Dirección Federal de Seguridad (DFS), el servicio de espionaje político del priismo.
A pesar del distanciamiento de García Márquez con Castro a raíz de los vínculos con Rusia y otras cuestiones, el golpe militar de 1973 en Chile contra Salvador Allende los volvió a acercar.
“Supuso un parteaguas y confirmó una época de radicalización política que lo acerca otra vez a Cuba y a dedicarse al periodismo militante. Llega a decir que está dispuesto a no volver a escribir literatura hasta que caiga Pinochet”, aparecen en los informes las declaraciones de Jaime Abello, amigo personal y director de la Fundación Gabo.
Además de registrar la reanudación de los viajes del Nobel a La Habana y artículos a favor de los Castro en Cuba, los informes registran actos de apoyo a los sandinistas en Nicaragua o la mediación de Gabo, bajo condición de anonimato, para que la televisión mexicana publicara una entrevista con cuatro líderes militares de la guerrilla de El Salvador, señala la agencia de inteligencia mexicana, que casualmente nació el mismo año de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), en 1947.
Asimismo, indica que su labor en el cine a través de la Fundación Habeas, creada por García Márquez, también generó polémica y críticas "por la supuesta tibieza con la que analizaba las denuncias contra el régimen cubano o por aparentemente callar ante la represión durante el 68 en México", expresa el rotativo español.
El entorno de Octavio Paz, que había roto temporalmente con el PRI, le acusaba con sorna de haber cambiado “el realismo mágico por el realismo socialista”, indican los papeles.
La relación de García Márquez con Fidel Castro también generó que el Buró Federal de Investigaciones de EE.UU (FBI) lo espiara durante 24 años, según reflejó un archivo clasificado al que tuvo acceso el diario Washington Post en 2015.
Dada su conocida relación con el exmandatario cubano Fidel Castro, García Márquez fue objeto de una constante vigilancia por parte del equipo de Hoover desde su llegada a Nueva York en 1961 y hasta 1985, año en que también cesó el seguimiento por parte de México.
En pleno auge de la Guerra Fría el escritor latinoamericano viajó a Manhattan con su esposa y su primogénito para trabajar en una oficina de la agencia de noticias cubana, Prensa Latina.
En 2017 el escritor peruano Mario Vargas Llosa, que aunque mantuvo una estrecha relación con el colombiano se distanció ideológicamente de los procesos latinoamericanos alentados desde Cuba, dijo al respecto: “Yo era muy entusiasta de la revolución; García Márquez, muy poco. Siempre fue discreto al respecto, pero él ya había sido purgado por el Partido Comunista cuando trabajaba en Prensa Latina junto a su amigo Plinio Apuleyo”.
"¿Qué pasó para que aquel discreto descreído terminara haciéndose fotos con Fidel Castro? “No lo sé”, respondió. “Yo creo que tenía un sentido práctico de la vida y sabía que era mejor estar con Cuba que contra Cuba. Así se libró del baño de mugre que cayó sobre los que fuimos críticos con la revolución”, subrayó.
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