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Díaz-Canel pretende reeditar fracasado programa de trabajadores sociales impuesto por Fidel Castro

“Son una demostración de cómo el ideal del socialismo cubano radica en lograr la mayor justicia posible, porque estos programas están enfocados en la justicia social”, dijo.

Trabajadores sociales con Fidel Castro © Cubadebate / Ismael Francisco
Trabajadores sociales con Fidel Castro Foto © Cubadebate / Ismael Francisco

Este artículo es de hace 2 años

El gobernante cubano Miguel Díaz-Canel, teólogo de la “continuidad”, pretende reeditar el fracasado programa de trabajadores sociales impuesto por Fidel Castro, entre otras ocurrencias con las que espera mantener vivo el “ideario” del dictador.

Una nota de Cubadebate informó este martes que el gobernante valora “la necesidad de revitalizar programas sociales impulsados por Fidel”. Celebrado en el palacio de la llamada “revolución”, el encuentro versó sobre los programas sociales que impulsara Castro durante el ocaso de su gobierno, a costa de los millones de petrodólares donados por el entonces presidente venezolano Hugo Chávez.

En el mismo, Díaz-Canel “habló sobre la trascendencia de volver a la formación intensiva de los trabajadores sociales; de potenciar a través de formatos modernos lo mejor de nuestra música y de actualizar los temas del espacio televisivo Universidad para todos”.

También propuso una vuelta “a la enseñanza del ajedrez en las escuelas; de rescatar todo el sistema competitivo de los deportes; y de actualizar los programas formativos de profesores de computación”.

Todo ello, según la periodista de Cubadebate, “en consonancia con una labor humanista que entraña continuidad” y “en un espíritu de total consonancia con el pensamiento fidelista”. Pura continuidad: el discurso vacío del mandatario traducido por la prensa oficialista.

“Hay que dedicar tiempo a estos programas”, dijo el primer secretario del Partido Comunista, como si rescatar el legado del dictador fuera tan importante como dedicar tiempo y recursos para sacar al país de la crisis que se ha profundizado con el “ordenamiento económico”.

Según Díaz-Canel, estos programas de trabajadores sociales “son la base social de la Revolución, son programas que demuestran la verdadera vocación humanista de la Revolución; estos programas dan continuidad al legado del pensamiento del Comandante en Jefe”.

“Son una demostración de cómo el ideal del socialismo cubano radica en lograr la mayor justicia posible, porque estos programas están enfocados en la justicia social”, sentenció el gobernante del régimen totalitario que mantiene a cientos de manifestantes en las cárceles y descarga sobre sus detractores todo el aparato represivo del Estado, desatando el terror desde el poder al que se aferran cada vez más inseguros.

De ahí que las ocurrencias del gobernante sean reseñadas por Cubadebate como surgidas de “un espíritu de total consonancia con el pensamiento fidelista”. Invocando espíritus y otras nigromancias ideológicas piensa Díaz-Canel legitimar su incapacidad frente a los cubanos.

Sin embargo, el gobernante insistió tenaz en la necesidad de volcarse en el “trabajo educativo en los sistemas penitenciarios del país; en el desarrollo de la genética médica y en dar la batalla para que no haya jóvenes desvinculados del estudio o del trabajo”. Sin dudas, la represión desatada tras el histórico estallido del 11J en Cuba ha obligado a volcarse en crear puestos de trabajo en los “sistemas penitenciarios del país”, y en volver a colocar el cepo a los jóvenes que no estudian o trabajan, pero protestan.

“Lo que queremos es ir a una etapa en que, analizando todos estos problemas de trabajo social, trabajo en los barrios, atención a personas con algunas desventajas en nuestra sociedad, se llegue a un momento de revitalización para avanzar”. La frase encierra el drama de un país que, luego de 63 años de dominación de un proyecto político, no hace más que retroceder en conquistas sociales, y en derechos y libertades para sus ciudadanos.

“A nosotros nos parece que hay que hacer algún tipo de actualización o revitalización”, concluyó Díaz-Canel, terminando su homilía con un llamado: “A trabajar”. Según Cubadebate, con esas dos palabras finales, “puso acento en una tarea gigante, pero urgente, que tiene que ver con el crecimiento de los cubanos no solo en la dimensión física, sino también en la espiritual”.

En septiembre de 2011, el entonces gobernante Raúl Castro decidió reordenar por decreto el llamado Programa de Trabajadores Sociales surgido hacía una década como uno de los principales proyectos de su hermano en medio de la llamada "Batalla de ideas".

“Hijos de Fidel”, “ejército de Fidel”: así llegaron a ser llamados los contingentes de trabajadores sociales creados con los petrodólares de Chávez. En el año 2006, Cuba llegó a tener 80.000 trabajadores sociales. En el 2005 llegaron a sustituir a los empleados de las estaciones de servicio y garajes durante un operativo oficial para controlar la venta ilegal de combustible.

"Nosotros siempre quisimos 'pirarnos' para la yuma. Y nos lanzamos en aquello para ver qué sacábamos. Fidel se antojó con nosotros y empezó a darnos hasta el dinero que la gente que ‘pincha’ de verdad no ganaba", dijo en 2018 un ex trabajador social y emigrante a Cibercuba.

“¡Mi hermano y yo sí nos sacamos la lotería! ¡Nos ubicaron en una gasolinera! Ni te imaginas el ‘baro’ que hicimos. Nos pagamos la lancha y nos quedamos con unos cuantos miles para gastar en Miami", relató.

Sin el apoyo de los tiempos de Chávez, sin el mismísimo Creador y sin dinero para financiar inútiles y costosos planes de formación, Díaz-Canel debería escuchar testimonios como el de dos hermanos que, educados en una cultura marginal y proclive a la delincuencia, terminaron en el “ejército de Fidel”.

“La mayoría, como estudiantes, eran muy malos, mediocres y pocos terminaron la carrera. Fidel los encumbró por lo mismo que creó héroes, planes y estrategias, para manipular, ocultar y que la gente se olvidara de los reales problemas", sentenció en 2019 Antonio, un profesor que se abochornaba de haber participado en semejante despropósito.

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Iván León

Licenciado en periodismo. Máster en Diplomacia y RR.II. por la Escuela Diplomática de Madrid. Máster en RR.II. e Integración Europea por la UAB.


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