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La actriz y activista Kiriam Gutiérrez rememoró la violencia que sufrió durante su infancia en centros educativos y en la Clínica del Adolescente por el hecho de ser una niña trans.
Con el propósito de ayudar a comprender las luchas de la comunidad LGBTIQ+, Gutiérrez decidió "romper muchos silencios" con los que había crecido.
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"Mi infancia fue como muchas infancias trans, donde la violencia, la discriminación, la soledad, el miedo, eran parte de todos los días", reveló la actriz a raíz de los debates en torno al anteproyecto de Código de las Familias, que se someterá a consulta popular y referendo este año en Cuba.
Kiriam Gutiérrez denunció que fue violada con cuatro años por un compañero de trabajo de su madre, que recibió golpes en los baños, al igual que ataques con orine y escrementos, y que sus profesores nada hicieron. "Incluso cuando manchaban mi uniforme yo lo mal lavaba para continuar en el aula y lo relavaba escondida de mi madre al llegar a la casa", dijo.
"La escuela primaria fue el lugar donde desarrollé mis obligadas fuerzas para sobrevivir, desde maestros me apodaron 'pájaro seco', alumnos que probaban su 'hombría' en mi cuerpo como un punching bag de boxeo", contó.
La activista reconoció que aunque hoy tiene 45 años, sus cicatrices las lleva consigo en su cuerpo y alma. "El miedo aún vive en mí", admitió.
También para ella fue traumática su estancia en la Clínica del Adolescente, un hospital psiquiátrico ubicado en el municipio Playa que atiende a menores de 18 años, donde fue forzada a someterse a "terapia correctiva", que incluyó tratamiento hormonal; algo que es considerado actualmente por expertos internacionales y organismos de Naciones Unidas como una forma de tortura y una violación de derechos humanos.
"Después de 150 psicométricos, la orden era práctica de deportes de combate, judo, boxeo, karate, y para las niñas, costura, pintura, música, danza. Gracias a dios estuve solo un año y muchas experiencias y complicidades también con otras niñas trans, que las encontré, porque las busqué siempre, siempre me preguntaba dónde estaban otras cómo yo, esta pregunta era recurrente al formar las filas de hembras y varones", precisó.
En esa institución, Gutiérrez conoció a otra niña que era dos años mayor que ella y con una situación peor que la suya porque sus padres eran militares de alto rango. "Una criatura preciosa, con la voz más triste y dulce que había podido escuchar en mis escasos 11 años", señaló.
"Nuestra complicidad fue muy rápida, siempre yo trataba de hacer pareja con ella en las prácticas del deporte, yo nunca le di un golpe fuerte, ya lo teníamos ensayado y casi siempre dejaba que ella ganara el round. Muy escondidas traficábamos sellos, colecciones de envolturas de chicles y caramelos y hasta uñas postizas de placas", dijo.
"En las meriendas nos contábamos de los artistas que nos gustaban y de algunos que otros amores y novios, juramos nunca llamarnos por los nombres que nos dieron nuestros padres, yo le puse el nombre de una niña que había conocido (Silvette), le encantó, a mí me puso como 25 y ninguno me gustaba, quedé esperando siempre por eso", comentó.
Sin embargo, tras casi un año juntas "en aquel infierno clínico", nunca más volvieron a verse. Tres años más tarde supo por una trabajadora de la Clínica del Adolescente que Silvette se había suicidado: "hizo arder su cuerpo, nunca lo he podido olvidar", resaltó la actriz.
En ese momento, Gutiérrez le escribió un poema, que ahora quiso dedicarle a ella y "a todas las mujeres trans que no lo lograron". Lo tituló Silvette.
"El Código de las Familias no recoge ninguna protección para las infancias trans, esa es una lucha que hay que seguir dando. Pero que se exija una correcta educación en los niños y niñas, que respeten la diversidad sexual y la identidad de género, que tengan voz y puedan denunciar todo tipo de violencia y violaciones de sus derechos, es justo", afirmó.
"A ningún niño o niña se les va a enseñar ni a convertir en homosexusales ni en transexuales, eso no es posible, se les va a educar en el respeto a la diferencia (...). Los niños y niñas no son propiedad privada ni de padres ni del estado, son su responsabilidad", añadió.
A continuación reproducimos íntegramente el poema que Kiriam Gutiérrez escribiera a su amiga:
SILVETTE
Fue encontrada entre las cosas
desafiando el cauce de la vida
Testigo de crepúsculos sin fin
entre el corazón y las entrañas
El alma de la madre creó la sombra y el rincón
donde sus ojos envueltos en llamas
revientan cada noche entre las fauces de fieras
que buscan la geografía de su sangre
Cuando nació todos los caballos de la tierra
arrastrándose de rabia lanzaban voces de horror al cielo ¡ Ha nacido la palabra de las cosas!
Revolcada en ardidas calles
oculta sus ojos en las penumbras
Poetas darían su pluma por verla hablar
Enamorados su cópula por verla sonreír
Qué le pasa a esta niña que tan solo abre su boca mareas de miseria inundan su faringe
todavía tierna?
Esta niña está castigada por el destino
a desandar entre la muerte, las llamas
Qué esperaría esta niña de este mundo
fecundado por la máscara de un monstruo?
Ya no le basta el calor de las cenizas
ni el bullicio de las sirenas en la calle
Solo le calma saber que un día triunfará la esperanza
Silvette de las calles oscuras, amargo dulce
fría primavera, otoño sin cascadas de hojas
Tu nombre vibra en mi mano
como de lástima el mundo, el amor, el abrigo que te falta, tus lágrimas al caer caer inspiran
la amargura de un corazón que no conoce la vida y que no sabe lo que es madre.
Pulmones que revientan de no respirar
el aire puro de la mañana
Pellejo que no tiene color de no haber tocado nunca el sol
Ojos estrellados que miran al cielo y se nutren con la savia de su pena
Cómo juzgarte?
No tienes la culpa de lo que eres, la muerte
cayó en tu puesto, la situó el voto del universo
Para que la sombra tape tu cuerpo y tu tumba
sea la tierra conque te alimentas!
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