Es un hecho: Rigondeaux no da más entre las cuerdas

Que Guillermo Rigondeaux vive sus últimos días en el boxeo, no es secreto para nadie. El santiaguero ha perdido las condiciones atléticas que lo llevaron a ser bicampeón olímpico y dos veces titular mundial profesional, y a los 41 años empieza a afear su expediente ante muchachos a los que casi les duplica la edad. Este fin de semana, en Dubai, se confirmó esa tendencia a la baja.

Peleando en los gallos, el santiaguero (20-3-13 KOs) cedió ante un hombre de mucha menos experiencia entre las cuerdas, el filipino Vincent Astrolabio (17-3-12 KOs), púgil de 25 abriles que parecía un rival adecuado para relanzar (si es que ello era posible) su carrera.

Ciertamente, se trató de un combate parejo que inclinó la balanza a favor de Astrolabio gracias a un knockdown en el octavo asalto, pero de todos modos quedó claro que la hora de colgar los guantes anda cerca tras esta segunda derrota sucesiva ante un boxeador de Filipinas (como se recordará, en agosto pasado cedió frente a John Riel Casimero).

Definitivamente, El Chacal no es la sombra del que fue. Antes, era él quien sacaba la cara por el bando cubano; ahora, en cambio, es quien pone la mancha, porque en la cartelera de Dubai salieron victoriosos los otros seis antillanos que escalaron al ring.

Son los casos de Jadier Herrera (6-0, 0 KOs), que conservó el invicto al vencer al también filipino Jenel Lausa (10-1-1, 6 KOs); Jesús Gamboa (4-0, 1 KO), verdugo del indio Manish Ahlawat (3-2-1, 2KOs); Yan Marcos (5-0), superior al congolés Mardochee Kuvesa Katembo (13-6-1, 0 KO); Armando Martínez (5-0, 5KO), noqueador del tanzanio Jackson Malinyingi (11-6-1, 3KO); Dayán González (3-0, 2 KO), el cual puso a dormir al egipcio Mostafa Elhamy (1-1, 0 KO); y Alexei Guibert (1-0, 1 KO), que hizo lo mismo versus otro oriundo de Tanzania, Habibu Pengo (15-6-2, 6 KO).

Pero Rigo no pudo garantizar el pleno, y muy difícilmente podrá volver a hacerlo en el futuro. Ha llegado a ese punto de no retorno donde el ego debe dejarle espacio al sentido común, que le va a sugerir -como es obvio- el retiro.