Niños heridos se recuperan tras escapar de ciudad sitiada de Ucrania

Milena Uralova, de 11 años, resultó herida cuando las tropas rusas abrieron fuego mientras la familia pasaba por un puesto de control.

La niña ucraniana Milena Uralova, de 11 años © Twitter/Oleksandra Matviichuk
La niña ucraniana Milena Uralova, de 11 años Foto © Twitter/Oleksandra Matviichuk

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ZAPORIZHZHIA, UCRANIA (Reuters) - Milena Uralova, de 11 años, recuerda haber sido golpeada hasta quedar inconsciente y despertarse para ver a su madre Yelena llorando, después de haber sido herida mientras la familia escapaba de la ciudad ucraniana sitiada de Mariúpol, hace dos semanas.

Ahora, recuperándose en la relativa seguridad de un hospital infantil en Zaporizhzhia, a unos 200 kilómetros de distancia, relata el incidente con calma. Una franja verde brillante a un lado de la cara y el cuello marca el área donde los médicos trataron sus heridas.


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"Vi oscuridad y había un fuerte ruido resonando en mis oídos", dijo.

"Cuando abrí los ojos, vi a mi madre sosteniéndome en sus brazos. Me puso en el suelo y comenzó a llorar y a pedir ayuda", añadió.

Según la madre de la niña, Milena resultó herida cuando las tropas rusas abrieron fuego mientras la familia pasaba por un puesto de control camino a Zaporizhzhia, una ciudad industrial que se ha convertido en un punto de tránsito clave para los evacuados que huyen de Mariúpol.

Autobuses llenos de evacuados llegan a la ciudad antes de seguir hacia el oeste, uniéndose a un éxodo en el que alrededor de una cuarta parte de los 44 millones de habitantes de Ucrania han tenido que abandonar sus hogares, para buscar refugio en zonas más seguras del país o en el extranjero.

Junto a Milena, Sasha, un niño de 11 años, también de Mariúpol, está sentado con una venda blanca en la nariz, la marca de un proyectil que cayó mientras jugaba con unos amigos.

"Tenía mucho miedo, había mucha sangre por todos lados", dijo.

Mariúpol, una ciudad portuaria en el Mar de Azov, se ha convertido en un símbolo de sufrimiento más de un mes después de que Rusia invadiera a su vecino, en lo que el Kremlin llama una "operación especial" para desarmar y "desnazificar" a Ucrania.

Según las autoridades de la ciudad de Mariúpol, casi 5,000 personas, incluidos unos 210 niños, han muerto desde que comenzó la incursión rusa.

Rusia niega que sus fuerzas ataquen a civiles, pero las autoridades locales dicen que al menos el 80% de la ciudad ha sido destruida y las agencias de Naciones Unidas han advertido sobre condiciones "extremadamente terribles" en Mariúpol y otras ciudades.

Los evacuados que llegan a Zaporizhzhia, generalmente después de un arduo y peligroso viaje en automóvil o autobús, cuentan que la ciudad es ahora un páramo en ruinas sin electricidad ni calefacción, donde la gente cocina en fogatas y bebe agua de lluvia o nieve derretida.

"Mariúpol se fue, fue bombardeado", dijo Katia Semeniuk, de 77 años, sentada en un supermercado abarrotado que se ha convertido en un centro de recepción donde se ofrece comida, ropa de abrigo y asistencia a los evacuados.

Un tablón de anuncios está cubierto de mensajes escritos a mano con pedidos de ayuda para encontrar a familiares perdidos u ofertas para viajar.

Los voluntarios ayudan con la administración y coordinan los datos personales de las personas con documentos perdidos.

Semeniuk llegó a Zaporizhzhia luego de pasar semanas moviéndose de un refugio a otro en Mariúpol, donde se había resguardado con su hijo después de que una bomba la sacara de su propia casa en un pueblo a las afueras de la ciudad.

"Había una casa, teníamos todo, y ahora no queda nada", dijo.

Para muchos de los que han escapado, el futuro es incierto, ya que nadie puede decir cuánto durará la guerra.

Pero Milena, una gimnasta, tiene algunas ideas. Con su ciudad en ruinas, la familia se dirige a la vecina Lituania, muy al oeste. "Tengo el sueño de que cuando lleguemos a Lituania encontraremos un gimnasio y podré entrenar de nuevo", expresó.

(Reporte de James Mackenzie e Ivan Lubysh. Editado en español por Marion Giraldo)

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