La guerra de todo el pueblo que nunca fue

Como los americanos no atacaron, la Defensa Civil adquirió un indeseable protagonismo por la pobreza estructural de Cuba.

Universitarios cubanos en prácticas de tiro © Juventud Rebelde
Universitarios cubanos en prácticas de tiro Foto © Juventud Rebelde

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Este artículo es de hace 2 años

La estampida migratoria de Mariel provocó que 1980 fuera año adverso para el castrismo, que debió afrontar el triunfo electoral de Ronald Reagan en Estados Unidos y un cambio táctico del Kremlin sobre la defensa de Cuba; a la que siguió asesorando, entregando -gratuitamente- armas y medios militares.

La Unión Soviética solo entregó a Cuba armas eminentemente defensivas, limitadas en alcance con respecto a Estados Unidos, incluso su llamada Brigada de Naroca, no era más que un regimiento de infantería motorizada y su misión principal consistía en proteger la Base de Lourdes y las bases de apoyo a los submarinos soviéticos, desplazados a la isla.


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Para responder, Fidel Castro lanzó su “Guerra de todo el pueblo”, una doctrina política-militar que incluía las "Milicias de Tropas Territoriales” (MTT) y que el humor criollo bautizó, con su habitual choteo: “Cuba, como un queso Gruyere”, en alusión al sistema de fortificaciones con asesoría vietnamita, que horadó valles y montañas.

Castro, que conocía el valor de la propaganda desde los tiempos del Moncada, presentó su nueva estrategia como una respuesta a la agresividad que implicaba el gobierno de Ronald Reagan y su inspiración en la Doctrina de Santa Fe, llenándose la prensa cubana de referencias a “Haigh, el americano feo” y guardándose el supuesto agravio soviético para cuando conviniera a sus intereses, como hizo ante la perestroika y glasnot.

El comandante en jefe solo estaba rematando su penúltima maniobra de distracción porque la “Guerra de todo el pueblo” se realizó en estrecha coordinación con Moscú, incluidos asesores especializados en torno al entonces ministro de las FAR, y la cooperación necesaria de vietnamitas, como recuerda el ex jefe de despacho de Raúl Castro, Alcibíades Hidalgo Basulto.

La "Guerra de todo el pueblo" fue lanzada oficialmente el 1 de mayo de 1980, y los habaneros, que se quedaron como la novia de Pacheco con el anunciado proyecto de Metro, vieron surgir kilométricos túneles en las inmediaciones de sus casas y centros de trabajo, a los que llamaron “Panteones colectivos”.

Hasta el momento de redactar esta nota, el gobierno cubano nunca informó sobre el coste de su programa militar, para el que todos los cubanos empleados estatales debían donar el importe de un día de sueldo a las MTT, participar en los Días de la defensa y en las maniobras militares bautizadas como Bastión, ejecutadas en 1980, 1983, 1986, 2004 y 2021; la última para ripostar el 15N, bajo el nombre de "Moncada".

Día de la defensa en Santiago de Cuba / Foto: MINFAR

CiberCuba habló con varios oficiales de las FAR y el MININT jubilados y sus testimonios, ofrecidos con el ruego de no ser identificados, permiten concluir -grosso modo- que la “Guerra de todo el pueblo” estableció el siguiente esquema militar en la isla. que aprovechó la coyuntura para desarrollar su industria militar.

Estructura

I.- Unidades de designación directa del alto mando:

a.- Tropas especiales del MINFAR y el MININT.

b.- División de tanques de Managua.

c.- Base Aérea de San Antonio de los Baños.

d.- Sistema de academias y escuelas militares de las FAR y el MININT.

e,. Mejores unidades móviles antiaéreas, incluidos los llamados grupos de “Cuadrados” soviéticos.

Cohetes blancos con puntas grises son los "cuadrados" / Foto: Cortesía

II.- Unidades regulares de los ejércitos, Occidental, Central y Oriental, formadas por divisiones de tanques e infantería, regimientos motorizados y distritos navales, las bases aéreas de Santa Clara y de Holguín.

III.- Unidades de Cuadros de los tres ejércitos, las cuales estaban activas sólo con oficiales y que, en su gran mayoría, eran brigadas y regimientos de infantería, reforzados con medios antiaéreos, antitanques y de artillería ligera; que podían contar con oficiales, en la reserva, de la FAR y el MININT.

IV.- Las Milicias de Tropas Territoriales, formadas por todos aquellos cubanos civiles confiables políticamente y que estuvieran en condiciones de portar un arma, en su mayoría, las de mayor antigüedad y peor calidad.

Milicias de Tropas Territoriales / Foto: Granma

La distribución de estas unidades se estableció en zonas fortificadas, creadas en los tres ejércitos, soterrando la mayoría de la técnica de combate y en la Sierra de los Órganos (Occidente), Escambray (Centro) y Sierra Maestra (Oriente) se crearon campamentos de entrenamiento con asesores vietnamitas; estas unidades funcionaron como Bases Operativas permanentes.

Marina y aviación

Cuba contaba entonces con dos fragatas, usadas como unidades de exploración radioelectrónica, blanco fácil para los atacantes; mientras que las lanchas coheteras debían permanecer ocultas y camufladas en cayos y manglares, de las que solo saldrían para atacar a unidades navales norteamericanas.

Los submarinos, tan pronto hubiera indicios creíbles de invasión debían desplazarse hacia al Golfo de México, siempre en radio silencio y desde donde atacarían plataformas petroleras, objetivos en la costa este de Estados Unidos y buques de apoyo de la armada norteamericana.

La marina de guerra cubana estudió las corrientes que pasan entre el estrecho de La Florida y la costa este norteamericana para colocar y desplazar minas que entorpecieran la navegación y acceso a puertos y la introducción de virus causantes de epidemia; para esta tarea, contaron con la inocencia de la comunidad científica de Estados Unidos, habitualmente reacia a calibrar la amenaza real que implicaban las acciones cubanas.

El tema marino sigue siendo una prioridad militar para Cuba, como demostró con el envío de una misión científica a Florida, en medio del deshielo Obama, encabezada por un coronel de la Inteligencia militar.

Barco de pesca transformado en unidad de patrullaje marítimo / Foto: Cortesía

La aviación de combate, que recordaba el trauma de los bombardeos neutralizadores del 15 de abril de 1961, fue dislocada, soterrada y camuflada en San Antonio de los Baños, el entorno de la pista de Managua y las bases de Santa Clara y Holguín, más una pequeña dotación en la zona militar del aeropuerto de Camagüey.

El Estado Mayor de la DAAFAR elaboró planes secretos de ataques aéreos en radio silencio a la planta nuclear de Turkey Point, la base aérea de Homestead, instalaciones militares estadounidenses en el Canal de Panamá y la Base Naval de Guantánamo.

Cuando el general de brigada (r) Rafael del Pino contó a Ronald Reagan el plan de ataque a Turkey Point, el presidente, con su habitual sentido del humor, recomendó a Castro que renunciara a la fantasía porque como se lanzaran, le iba a poner un carnaval y no el de Celia Cruz.

Aquella fue la época del GAM, Golpe aéreo masivo, del que muchos cubanos hablaban como si fueran expertos, aunque los jodedores habituales recrearon un verso popular, cuyo original aludían al pan, que suprimían de la composición, quedando así: "Amaneciendo, le vi el bollo a mi vecina y la pinga me hizo ¡GAM!"

Inteligencia

Entre las prioridades de la Inteligencia cubana siempre estuvieron la protección de la vida del comandante en jefe y su primer sustituto y planes de invasión norteamericana a Cuba, pese al compromiso de no invadir la isla, asumido por Washington como colofón de la traumática “Crisis de octubre”.

Los indicios creíbles de guerra que manejaba la Inteligencia militar de la época eran un posible acuerdo entre Demócratas y Republicanos para invadir a Cuba, una coalición internacional que pidiera una intervención y una crisis interna que facilitara una invasión; esta última sigue vigente, como se apreció en los días posteriores al 11J, cuando La Habana lanzó el argumentario que los rebelados eran agentes del imperialismo, pagados y manipulados desde la orilla de enfrente.

La retórica de Reagan fue conveniente para la teoría castrista de plaza sitiada, que usó y usa para intentar justificar si dictadura totalitaria, aun cuando el opositor no tenga vínculos con Estados Unidos ni sentimientos anexionistas.

La entonces Dirección General de Inteligencia (DGI) del Ministerio del Interior, se ocupaba de las evaluaciones del escenario político en Estados Unidos y sus derivaciones para Cuba; incluido el reclutamiento de políticos, académicos, funcionarios, periodistas y exiliados, para estos últimos tenía una sección específica; mientras que Dirección de Inteligencia Militar (DIM), subordinada al MINFAR, monitoreaba bases militares norteamericanas, que pudieran participar en las probables acciones militares, especialmente el Comando Sur, a través de la Brigada de Exploración Radioelectrónica (soterrada en el Cacahual) y el centro de radioescucha soviético de Lourdes, también La Habana y la Brigada de la Frontera, en Guantánamo.

En las evaluaciones de la Inteligencia militar, el primer indicio de invasión a Cuba era el desplazamiento de medios de ataque a las bases de la aviación militar norteamericana en La Florida y en el Golfo de México, en Posición Uno, movilizando bombarderos estratégicos para el lanzamiento de cohetes Cruceros, aviones AWAC y medios de transporte aéreo para trasladar unidades del XVIII Cuerpo de Ejército y grupos de portaaviones.

Orden combativo

La vecindad con Estados Unidos, permitía a Cuba detectar, anticipadamente, los movimientos de tropas y medios, sabiendo que cuando los norteamericanos ejecutaran un Minimize (silencio operativo) la invasión sería inminente, cancelando el tráfico aéreo civil en la zona, comunicaciones ajenas y estableciendo el uso prioritario de satélites y exclusivo del sistema GPS; y que la ruptura selectiva del silencio entre las formaciones de combate estadounidenses, daría paso a la aviación tecnológica para neutralizar a la exploración de la defensa antiaérea cubana, seguida de un ataque a los medios antiaéreos y, después el bombardeo a determinadas tropas y agrupaciones, puestos de mando y unidades logísticas; aprovechando la ventaja de disponer de un tipo de avión para cada misión.

Cuba contaba con especialistas en Minimize, en grupos de batalla de portaaviones, en formaciones de aviación táctica y estratégica.

Posteriormente, la estrategia defensiva de “La guerra de todo el pueblo” preveía la entrada, en el teatro de operaciones, de uno o dos grupos de batalla de portaaviones y la concentración de medios de transporte navales y aéreos, en torno al XVIII Cuerpo de Ejército Aerotransportado, con base en Fort Bragg, Carolina del Norte y una o dos fuerzas expedicionarias de los marines.

Cuba calculaba disponer de un plazo entre 15 y 20 días, suficientes para desplegar su esquema defensivo, dislocando las unidades regulares en zonas fortificadas y protegiendo la defensa aérea, tropas radiotécnicas y de exploración, preservándolas para misiones puntuales, al estilo muerde y huye de las guerrillas.

Cañón C-130 móvil, creado en la industria militar cubana / Foto: Cortesía

Las MTT, específicamente las emplazadas en zonas soterradas de las costas cubanas, serían las primeras en entablar combate, con la misión de causar el mayor número de bajas posibles a los norteamericanos, improbable debido a sus carencias en armamento y preparación; aunque esas escaramuzas debían posibilitar que las unidades de Cuadros asumieran la defensa de los centros fortificados y las tropas regulares completaran su despliegue protegido.

Las unidades de designación directa del ministro de las FAR debían garantizar el desplazamiento de los altos mandos cubanos hacia oriente, centro y occidente de la isla, con refugios designados para ser ocupados por Fidel, Raúl Castro y Juan Almeida Bosque, construidos años antes, mientras las mejores unidades de Tropas Especiales debían garantizar la protección y operatividad de los altos mandos cubanos, repartidos por el país.

Posteriormente, entrarían en combate las Unidades de cuadros que, por su movilidad y carácter local, debían consagrarse a evitar que el enemigo consolidara una plaza o cabeza de playa, y que si los norteamericanos lo conseguían, que fuera con un alto costo en vidas y medios materiales; para viabilizar la entrada en combate de las unidades regulares de los tres ejércitos.

Pero como los americanos no invadieron, la Guerra de todo el pueblo pasó a mejor vida y, en paralelo, adquirió un indeseable protagonismo la Defensa Civil, teniendo que lidiar con la destrucción provocada por huracanes, ciclones, lluvias e inundaciones y tornados, que han ido desnudando la pobreza inclemente de Cuba, donde hay varias generaciones de “albergados”, desalojos y continuos derrumbes de viviendas. por deterioro sin mantenimiento.

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Carlos Cabrera Pérez

Periodista de CiberCuba. Ha trabajado en Granma Internacional, Prensa Latina, Corresponsalías agencias IPS y EFE en La Habana. Director Tierras del Duero y Sierra Madrileña en España.


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