El presidente de Francia, Emmanuel Macron, acaba ser reelecto por el 58,5% de los electores; en unos comicios donde casi el 30% de los electores no votaron, en medio de un clima crecientemente polarizado desde la primera vuelta, cuando el ganador y Marine Le Pen pasaron a la final, disputada este domingo en el territorio continental y, un día antes, en los territorios de ultramar.
La abstención fue la más alta, desde 1969, tras las manifestación de "Mayo del 68", protagonizadas por estudiantes contrarios a la sociedad de consumo, el capitalismo, el imperialismo y el autoritarismo; a la que se sumaron sindicatos, obreros y el partido comunista; estremeciendo a Francia y con gran repercusión internacional.
Otro elemento que influyó en las elecciones francesas fue la guerra de Rusia contra Ucrania, circunstancia aprovechada por Macron para identificarse con el agredido y viajar a Kiev en los días previos; mientras vinculaba a Le Pen con el agresor Putin.
La principal razón del desconcierto de los ciudadanos en el nuevo paisaje político es la debacle de los dos partidos tradicionales, el Partido Socialista (1.7%) y el Republicano (4.7%), que se alternaron en el poder en Francia, desde la elección de François Miterrand en 1981 y pese a que, en 2002, se acortaron los mandatos presidenciales de siete a cinco años.
A esto se une la frustración de los votantes del candidato de la izquierda populista Jean Luc Melenchon, muchos de los cuales no se resignan a perder una vez más la ocasión de pasar a la final; una frustración notable porque, a última hora y ante el naufragio evidente de comunistas y ecologistas, miles de simpatizantes de izquierda decidieron votar por él.
El resultado definitivo de esta elección es probable que no calme los ánimos, más bien lo contrario; y este domingo, la embajada de Estados Unidos en París emitió un comunicado aconsejando a sus ciudadanos no salir a la calle de las grandes ciudades francesas, por la noche, para protegerse ante posibles violencias, atendiendo al clima social de los últimos 15 días.
Contra toda lógica, en una elección democrática, miles de personas de izquierda mostraron –incluso con violencia- su desacuerdo con el resultado, que no tuvo como finalista a ninguno de sus candidatos.
Para una inmensa mayoría de franceses, Macron fue elegido para frenar, una vez más, la llegada de la ultraderechsita Marine Le Pen al poder; pese a las sucesivas crisis de los últimos cinco años, como las huelgas de transporte, las prolongadas y violentas manifestaciones de los chalecos amarillos, la desastrosa gestión de la crisis sanitaria y la personalidad del propio Macron que, considerado altanero y arrogante, obtuvo, en la primera vuelta electoral, poco más de nueve millones del total de 48 millones de franceses inscritos en el censo electoral.
Hace unos días, el periodista franco suizo Richard Werly publicó un libro de ensayos, La France contre elle-même, que, como indica su título, aborda la fractura evidente de la sociedad francesa, una división que ya no encuentra su lugar en los partidos tradicionales; y que votar por el centrista liberal Macron debe interpretarse como un gesto contra el extremo que representan las ideas y proyecto de Marine Le Pen y no un voto que legitime una política impopular.
Que los extremos sean mayoría sorprende a observadores menos atentos a lo que sucede en Francia en los últimos años., cuando alrededor del 60% de los electores acaban de votar por partidos extremistas; a los votos de la ultraderecha nacionalista y anti emigrantes de Le Pen, Zemour y de Dupont-Agnan, se deben agregar los del populista Melenchon, y los comunistas y troskistas, que obtuvieron entre 1 y 2.5%.
La frustración del ciudadano francés que no se siente representado por la derecha liberal ni por la socialdemocracia, explica que los votantes más modestos hayan querido elegir a quienes creen representan mejor sus exigencias sobre el poder adquisitivo, la precariedad de los empleos, la transición ecológica, y la jubilación, que Macron propone se postergue hasta los 65 años.
La desconfianza ciudadana hacia los políticos que han gobernado Francia se expresa también en la manera en que aspiran a ver gobernado el país, donde el 63% de los ciudadanos ha manifestado, el mismo día de la elección presidencial, el deseo de ver compartir el poder, es decir, que Macron designe a un primer ministro que no sea miembro de su partido; opción para la que el izquierdista Melenchon ya se ha ofrecido.
Las elecciones legislativas de junio se prevén muy tensas y reñidas, porque ya está claro que el partido LREM no podrá contar con mayoría absoluta; obligando a Macron a negociar alianzas que fragilizarán y tensarán su proyecto político, esa supuesta "Nueva era" en su discurso como ganador de este domingo,con la intención de reconciliarse con la inmensa mayoría de franceses, que no votaron por él, sino contra Marine Le Pen.
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