La oposición cubana no está dividida

Cómo superar el caudillismo en Cuba.

Propaganda caudillista en inmueble de La Habana © CiberCuba
Propaganda caudillista en inmueble de La Habana Foto © CiberCuba

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Este artículo es de hace 2 años

En contra de lo que muchos piensan y asegura -por conveniencia- el castrismo, la oposición cubana, incluidos los valientes activistas. no está desunida, sino que tiene origen y trayectoria plurales, consiguiendo parecerse más al tolerante pueblo cubano de arranque del siglo XXI, que el actual gobierno, instalado en viejas dinámicas frentistas del siglo pasado, cuando el caudillismo fue extinguido en América Latina, a excepción de Cuba.

La oposición cubana comparte los objetivos supremos de abolición de la dictadura, implantación de una democracia de calidad y una apuesta clara a favor de la riqueza, la prosperidad y la justicia social, aun cuando discrepemos en las vías para conseguirlo; como ocurre cotidianamente en el mundo libre.


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La participación ciudadana y la fortaleza de la sociedad civil -como antídoto de los abusos del poder- forman parte de las señas de identidad de la vilipendiada y perseguida oposición democrática anticastrista, que solo pretende que Cuba se parezca más al mundo libre que al caudillismo latinoamericano del siglo XIX; desplazando a un aislado gobierno continuista, cuestionado por su vocación totalitaria y déficits funcionales.

El rol de los cubanos del exterior es múltiple: ser el altavoz del interior, poner en evidencia la situación del país, desenmascarar la propaganda oficial, y demostrar que el pueblo cubano es capaz, confiable y que está capacitado para gobernar en democracia y acometer la reconstrucción de la nación, prioridad ineludible, evitando toda tentación caudillista.

El caudillismo es un fenómeno social y político que se desarrolló en América Latina en el siglo XIX; en paralelo al caciquismo español. y designa al tipo de gobierno dirigido por un líder carismático que suele llegar al poder por vías informales, reflejado en novelas como Yo, el supremo, de Augusto Roa Bastos o El otoño del patriarca, de Gabriel García Márquez; aunque su origen real está en la vieja Roma, siendo Julio César -cruzando el Rubicón- quien se posiciona como el líder indiscutible y visible del Imperio Romano.

Es en esta herencia histórica, transmitida durante siglos, de donde surge, el verdadero génesis del inacabado proyecto democrático, que, finalmente, da la vida también al caudillismo que se formalizó en Cuba, a principios del siglo XX, bajo el liderazgo de generales de la guerra contra España, convertidos en presidentes de la República y, que tras las convulsiones de 1933 y sucesivas, acabó abriendo el camino a la dictadura castrista, régimen caudillista por excelencia, que ha pervivido hasta nuestros días.

Una mayoría de cubanos ha ido formando un consenso en torno a la necesidad de superar el caudillismo castrista, apuntalado por la Guerra Fría, la influencia de Fidel Castro en el llamado Tercer Mundo, y su mezcla de leninismo con la pasión jesuítica; y para ello debemos empezar por entendernos y dialogar entre nosotros mismos.

Mi visión de la lucha cívica por una Cuba democrática pasa por la imprescindible y deseada reconciliación nacional, teniendo en cuenta que, en mayor o menor medida, hemos trabajado civilizadamente para ello, impulsando iniciativas de empoderamiento de la sociedad civil, trabajando en la cooperación y comunicación y participando en espacios de construcción de consensos como Concilio Cubano, Proyecto Varela, Espacio Abierto de la Sociedad Civil Cubana, la Mesa de Unidad de Acción Democrática, Pasos para el Cambio o el Consejo para la Transición Democrática en Cuba, entre otros, buscando institucionalidad y huyendo de personalismos.

Todos nosotros pertenecemos a una gran familia que se llama Cuba y con más o menos acierto, siempre hemos deseado lo mejor para nuestro país, así que nuestro deber es el de reconstruir nuestra sociedad. Para ello tenemos que tener en cuenta nuestras fortalezas y debilidades en la lucha por la democracia, pero siempre teniendo en cuenta nuestra historia “porque quién no la conozca está condenado a repetirla”.

¡Manos a la obra!

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Elena Larrinaga de Luis

Elena Larrinaga de Luis (La Habana, 1955). Presidenta Liga Femenina de Cuba. Licenciada en Geografía e Historia. Vive en Madrid.


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