El parque de diversiones Luis Alfonso Velázquez Flores del municipio Morón, Ciego de Ávila, reabrirá al público luego de cuatro años en pésimas condiciones.
La reapertura de la instalación está prevista para el 21 de julio próximo, una vez que concluya su restauración, según el periódico local Invasor.
La reparación capital del parque costará unos tres millones de pesos, inversión que corre a cargo de la Empresa Municipal de Comercio, precisó el reporte.
No obstante, la ejecución de las reparaciones se “ha repartido” entre varias empresas del territorio, una tendencia muy recurrente entre los gobiernos municipales en el país, para dar “solución” a iniciativas de este tipo en medio de la falta de recursos.
A Servicios Comunales Ciego de Ávila (COMCAVILA) le corresponde la cerca perimetral; Talleres Ferroviarios reparó la estrella y el trencito; y la Agrupación Constructora de la Vivienda en Morón tiene a su cargo la construcción de aceras y muros.
Igualmente, apoyan la ejecución del proyecto la Empresa de Servicios Técnicos (ZETI), la Empresa Exportadora de la Agroindustria Azucarera (AZUTECNIA), la Empresa de Talleres Agropecuarios (ETA) y la Empresa Metal Mecánica Indalecio Montejo, que se ocuparán de restaurar los aviones, el carrusel, las maquinitas y los barquitos, respectivamente.
“Una vez concluida la reparación, se mantendrán las mismas atracciones, para luego concederles también su espacio a los trabajadores por cuenta propia”, dijo al periódico Suanky Barreiro Pompi, coordinador de Programas del Gobierno Municipal.
El parque de diversiones de Morón fue inaugurado a finales de los 90 y constituía uno de los principales sitios de recreo para los niños de ese municipio.
Un texto publicado por Invasor en 2018 hablaba del abandono total de esta instalación: “Tanto el carrusel como la estrella parecen viejos monumentos a la indolencia, al trencito poco le falta para ser chatarra (…) El abandono recae, además, en las aceras interiores, los bancos y algunos segmentos de la cerca perimetral”.
No obstante se necesitaron cuatro años más de abandono para que las autoridades locales prestaran atención a uno de los pocos espacios que en ese territorio pudiera estar destinado a los niños.
La destrucción de espacios de este tipo es común en varias localidades de Cuba. Muchos parques han quedado en total abandono durante años y luego, en el mejor de los casos, se hacen reparaciones que distan mucho de lo capital, pero que se anuncian como “grandes obras de recuperación” impulsadas por el gobierno.
En Matanzas, el parque de diversiones Monserrate, único de su tipo en esa provincia, fue abandonado por el Estado desde hace más de dos años y allí ni siquiera ha surgido la idea de una posible reparación.
A inicios de abril, el emblemático Parque Lenin de La Habana reabrió al público, pero solo con ocho atracciones infantiles; no funcionaban dos de los aparatos preferidos por los niños, la montaña rusa y el deslizador, además de que muchas personas manifestaban su desconfianza con las ofertas de la instalación.
Otro de los parques en la capital, el centro deportivo José Martí, continúa su camino hacia la destrucción total, pues ya parece más una obra en ruinas que una de las edificaciones que más resaltaban en la ciudad.
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