El avistamiento de tres tocororos en el poblado de Miller, cercano a Placetas, sorprendió a sus vecinos porque son aves que viven habitualmente en zonas boscosas y pinares, como la sierra del Escambray.
Dos tocororos han formado pareja y hecho un nido en un poste de electricidad del poblado de Miller, con una población de 2,340 habitantes y de tradición azucarera, desde sus orígenes, en la segunda mitad del siglo XIX, cuando colonos matanceros compraron grandes cantidades de tierra para sembrar caña.
"De las cosas que imagino no se verán a menudo", escribió Iván Darias Alonso en la red social, tras compartir un video que le enviaron desde esa ciudad del centro de Cuba.
El tocororo está considerada como el ave endémica más bella del país, y puede verse fundamentalmente en el Escambray, la Ciénaga de Zapata, la Sierra de los Órganos, la Isla de la Juventud y el complejo montañoso de la Sierra Maestra.
En Cuba existen dos formas ligeramente distintas de tocororos, la que vive en la Isla de Cuba y cayos adyacentes, con el nombre científico de P. temnurus temnurus; y la que habita en Isla de la Juventud, que es reconocida como P. temnurus vescus.
Fue declarado Ave Nacional de Cuba por poseer los colores de la bandera en su plumaje y para prohibir su caza y captura, el Ministerio de la Agricultura dictó en 1982 la Resolución No.81.
Otras maneras de nombrar a este pariente del quetzal, es tocoloro -así le nombran en muchos sitios los campesinos- y en el Oriente de Cuba se le identifica mediante el vocablo taíno guatiní.
Para descubrirlo enntre la vegetación donde suele esconderse es preciso prestar atención a su sonido onomatopéyico “tó-coro”, y algunos ladridos roncos, cloqueos y murmullos, aunque estos son menos frecuentes.
Una leyenda precolombina relata que una hermosa mujer taína se quitó la vida al ser puesta en cautiverio, pero la diosa Atabey la vio desde el cielo y le hizo revivir en la forma del ave, que solo puede sobrevivir en libertad.
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