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El presidente Miguel Díaz-Canel Bermúdez, carece de reflejos políticos, cortesía diplomática y educación formal, como acaba de evidenciar en una ceremonia en La Habana, donde volvió a tensionar -absurdamente- un encuentro con su huésped, el mandatario mexicano, Andrés Manuel López Obrador, que debe haber recordado el lío que montó el cubano por una alusión a la canción "Patria y Vida", en la VI Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC).
Un presidente debe evitar siempre poner el foco en un error y, un yerro, incluso ajeno, jamás debe intentar superarse con un boomerang; si el periodista Arencibia cometió un desliz involuntario, un presidente jamás debe reprenderlo en público, sino esperar a que pasen unos días y darle un toque de atención con cordialidad y argumentos, indagando previamente quién o quiénes escribieron y/o revisaron el texto.
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¿Revisó el ideólogo Rogelio Polanco el texto leído por Froilán, tuvo la Oficina de Prensa de Díaz-Canel participación en el guión?, que debió pasar la prueba del Departamento Ideológico de la Contrainteligencia? ¿El responsable del ICRT, de la transmisión desde el Palacio de la Revolución, pudo chequear el contenido de la locución?
La visita de López-Obrador ocurre en unos de los peores momentos para Cuba, y la obligación de su presidente es que no haya el más mínimo fallo; teniendo en cuenta la coyuntura regional y el complicado papel de equilibrista que asume el visitante, entre sus obligaciones de alguacil migratorio, a sueldo de Estados Unidos, y su necesidad de hacer gestos hacia la orilla izquierda de la coalición gobernante MORENA.
En ningún caso, un estadista debe reaccionar como un marido defendiendo a su esposa, porque atribuir la inexistente condición de Primera Dama no es insultante ni vejatorio, solo una inexactitud leve, pero elevada a noticia por la impetuosidad del mandatario, que debería aprender a canalizar mejor sus energías.
Algún resorte activa el presidente López Obrador en su homologo cubano, que ya generó otra situación absurda en la Cumbre de la CELAC, cuando picó el anzuelo del mandatario uruguayo Luis Lacalle Pou, elogiando la multipremiada canción Patria y Vida.
Cuba necesita reposo y serenidad porque de estruendos está saturada y si el presidente Díaz-Canel insiste en actuar como pirómano, acabará abrasado por el fuego que aviva con su galopante incomunicación, fruto de carecer de una estrategia política.
Descanse en paz periodística Froilán Arencibia, que recordará la escena como una de las peores de su vida profesional, y ya estará sintiendo el frío de cobardes y arribistas; desconocedores de la sana práctica de Oxford y Cambridge, que jamás tiran a un remero por la borda, aunque pierdan la clásica regata y -sobre todo- gozosos aspirantes a ocupar el puesto del apartado, cuando solo significaría que su cabeza será la próxima en ser cortada, en ese eterno vendaval de la Empresa Consolidada de Otras Tareas Revolucionarias, la eficiente y singular ECOTRA.
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