El suicidio de un anciano de 83 años en Las Tunas, excombatiente de Angola, tras haber sido multado con 4,000 pesos por vender viandas en una carretilla y no tener dinero para pagar la sanción, ha consternado a la familia, vecinos y conocidos de la víctima.
El hombre, identificado como Ángel Pacheco Soublet, vendía frutas y vegetales para ayudar a mantener a su esposa, quien permanece postrada en una cama, y a su hija, que cuida de su madre enferma.
“Nunca olvidemos que todo lo que se hace en la vida se paga. Algunos lo llaman Karma, otros justicia divina, yo le llamo lógica... recibes lo que das”, indicó en Facebook la internauta Mari Rio Chico, una tunera que se acercó hasta la casa de la familia para confirmar de primera mano lo sucedido y ofrecer su ayuda.
“Esto es un llamado, un llamado sobre todo de corazón. Caballero, pónganse la mano en el corazón, esos inspectores cuando vayan a poner una multa vean la situación social en la que estamos. Vean que pasamos por una pandemia. Cuando la pandemia lo dije, que pensé que íbamos a ser mejores personas y en qué nos estamos convirtiendo. Lejos de sumar estamos restando. Por favor, sin palabras”, dijo Rio Chico en un video en el que conversó con la hija del fallecido.
Decenas de comentarios en los foros donde se ha publicado la noticia revelan la absoluta consternación y tristeza entre quienes conocían a Pacheco Soublet, del que todos dicen que era muy buena persona y servicial.
“¡Qué tristeza cuando pierdes a un vecino que te vio crecer. ¡Qué tristeza que por culpa de personas extremistas pasen estas cosas! ¡Esta noticia la recibí en la mañana y me duele no poder estar ahí para darle un abrazo a mi amiga Yuliet o a mi vecina Sandra", lamentó en Facebook una exvecina de la zona residente en el extranjero.
"¡Qué tristeza! Que no puedan agarrar a los descarados que roban y estafan al pueblo y a este hombre por vender unas vianditas lo hayan llevado a cometer esta locura que fue su única solución o su única salida porque sabía que no tenía de dónde sacarlo”, añadió indignada la misma internauta.
En los últimos años las redes sociales han dado visibilidad a una creciente cifra de ancianos cubanos que subsisten en la isla en situaciones de extrema vulnerabilidad, lo que los lleva en muchos casos a realizar trabajos que complementen sus magras pensiones.
En Cuba hay alrededor de 1 millón 600 mil jubilados, y de ellos más de la mitad cobra el mínimo de pensiones, es decir, alrededor de 800,000 pensionados cobran al mes 1,528 CUP, el mínimo establecido por la ley para las jubilaciones después de 30 años de servicio, una cantidad incluso menor que el salario mínimo, fijado en 2,100 CUP por el gobierno desde 2021.
Con una desventaja abrumadora en sus ingresos, esos 800,000 jubilados deben pagar los mismos productos y servicios que el resto de la población, en un país donde los precios aumentaron un 77% en 2021, según la Oficina Nacional de Estadísticas e Información de la isla (ONEI).
Por lo demás, no es la primera vez que ocurre una desgracia de estas características en Cuba. En marzo del pasado año fue noticia el suicidio de un joven en Mayarí, en la provincia de Holguín, tras haber sido multado por la policía con 5,000 pesos por vender productos agrícolas en la calle sin tener licencia para ello.
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