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La cubana Estela Cruz Marrero, residente en Banes, denunció que no hay en las zonas rurales del país los recursos necesarios para cocinar y las personas tienen que usar fogones de leña.
"Nos tienen aquí pasando trabajo a la mayoría de los cubanos. No tenemos con qué cocinar. El fogón de leña tenemos que encenderlo con nylon. Aquí, sobreviviendo a ver hasta dónde puedo", comentó la mujer a Cubanet en un reportaje hecho en zonas rurales de Holguín.
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Explicó que tiene que cocinar con leña y el humo le afecta mucho los pulmones, pero no hay otra solución. Las hornillas eléctricas, y ollas arroceras que vendieron en 2005 cuando Fidel Castro impulsó la llamada "revolución energética" en el país, no funcionan ya y no hay cómo reponerlas.
Tampoco venden combustibles en la isla para usar viejos fogones de “luz brillante” (queroseno) ni petróleo. Solo queda la leña como opción, en pleno siglo XXI.
"Aquí no te venden una resistencia para los fogones, nada. Si vas al monte, buscas madera y te cogen, te echan una multa. Nos quitaron el petróleo para darnos las ollas, sí, pero nos vendieron unas ollas bastante caras que no sirvieron. Las resistencias de los fogones tampoco sirvieron", dijo.
Los equipos eléctricos para la cocción de alimentos se deterioraron y no se ofrecieron suficientes piezas de repuestos para atender la demanda que tiene la población. La escasez de recursos y la inflación terminó ocasionando una subida de los precios del carbón y el mazo de leña en Cuba.
Cruz alertó que el único problema no es encontrar con qué cocinar, sino también qué cocinar. Las carencias de alimentos y los altos precios de todo tipo de productos implican que muchos niños se van a la escuela solo con un poquito de café.
"Una mochila te cuesta dos mil pesos y un par de zapatos cinco mil. Hasta el momento en que estamos no han repartido los uniformes. No hay condiciones de ningún tipo en Cuba para tener hijos y mantener un hogar. Esto es la continuidad, sí, la continuidad de la desgracia", sentenció.
Esta semana centenares de cubanos reaccionaron a un reportaje sobre la escasez de alimentos en Cuba, en particular la falta de leche, producto tan necesario para los niños y los ancianos.
Ante la pregunta de cuánto tiempo llevan sin tomar leche, las personas se quedaban en silencio pensando. Las respuestas iban desde los seis meses, a un año y hasta dos años.
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