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El 90 aniversario del estreno de la zarzuela “Cecilia Valdés” fue celebrado este miércoles con una actividad en la calle Amistad 404, en Centro Habana, frente a las ruinas de lo que fuera la casa del destacado compositor y director musical Gonzalo Roig.
Se trata de una edificación que a pesar de contar con una placa que la distingue como “Monumento Nacional”, del inmueble no queda más que una fachada tapiada en pésimo estado constructivo, mientras el interior está derrumbado completamente.
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“La mañana se llenó de canto lírico brillando como nunca la Cecilia Valdés y ‘Quiéreme mucho’ al lado de las ruinas de lo que fuera la casa del gran maestro de Cuba y del mundo Gonzálo Roig”, se puede leer en una publicación en Facebook del Museo Municipal de Centro Habana, que precisa que Amistad 404 fue el lugar escogido “para recordar y celebrar el 90 aniversario de la puesta en escena de la zarzuela Cecilia Valdés y el 105 de ‘Quiéreme mucho’”.
Sin otro asomo de crítica que no sea la triste ironía de celebrar la obra y la vida de un gran músico cubano al lado de las ruinas de la que fuera su vivienda, la publicación adjuntó varias fotos del acto cultural, celebrado en el ámbito de Semana de la Cultura de Centro Habana con el apoyo de la Casa Museo "Lezama Lima", del Proyecto Amigos para siempre y con la presencia de estudiantes de la Secundaria Básica “Rubén Bravo”.
No obstante, en otra publicación -de corte más incisivo- la entidad precisó que durante la actividad el Dr. Marcos Tamame Henderson, coordinador de monumento, habló del “proceso de patrimonialización de la casa, que en la década del 70 del siglo pasado fuera Monumento Nacional, declaratoria perdida por su franco deterioro quedando hoy solo la fachada y la tarja acreditativa”.
Valga destacar que la desidia y el abandono en la calle Amistad no es marca privativa de la que fuera la casa de Gonzalo Roig, sino que alcanza a otras edificaciones aledañas. Tampoco falta un improvisado basurero en las inmediaciones del lugar.
Gonzalo Roig nació en La Habana el 20 de julio de 1890 y falleció el 13 de junio de 1970. Fue un pionero del movimiento sinfónico en Cuba, fundador de la Ópera Nacional y uno de los principales compositores que redefinió la zarzuela cubana.
Un documental de Sergio Giral, filmado en 1968, dos años antes de la muerte del compositor, lo mostraba saliendo de su casa de la calle Amistad, la misma que hoy yace en ruinas.
En Cuba, la distinción de Monumento Nacional de Cuba la recibe todo "centro histórico urbano y toda construcción, sitio u objeto que, por su carácter excepcional, merece ser conservado por su significación cultural, histórica o social para el país y que, como tal, sea declarado por la Comisión Nacional de Monumentos de Cuba".
Sin embargo, la marca patrimonial -la historia detrás de una edificación- no ha sido antídoto en las últimas décadas para conjurar el abandono y la destrucción.
Tan solo baste citar la casa de la familia Loynaz, en El Vedado, o la casona de los Borrero, en Puentes Grandes, donde Julián del Casal era visitante asiduo.
Lejos del patrimonio artístico o cultural, pero en un ámbito apegado a los afectos de la memoria colectiva: los residentes en la capital conviven en y junto a ruinas o lugares abandonados, ya sea la pizzería La Romanita o el restaurante La Carreta.
“¿Por qué existe una capital devastada como La Habana sin que haya atravesado una guerra ni ningún desastre natural que la haya dejado así? Ha sido todo un ejercicio de destrucción. Un edificio se arruina en un sitio, un barrio se puede arruinar…pero cuando una capital entera se arruina, ya es una construcción de la ruina. Ya estamos ante un ‘arte de hacer ruinas’”, reflexionaba el investigador y escritor cubano Antonio José Ponte en el célebre y premiado documental alemán "Habana: Arte nuevo de hacer ruinas" (Raros Media, 2006).
“La convivencia con la ruina siempre es trágica”, setenciaba entonces Ponte. Más de 15 años después, el arte de "hacer ruinas" se ha perfeccionado hasta el delirio en la capital cubana.
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