Raúl Pedro Castillo Jiménez (La Habana, 1958 - 2022) fue el unicornio azul y cubanísimo de la moda; oponiéndose sensatamente a todo lo feo; inspirado en la virtuosidad agazapada en cada modista y sastre de barrios y pueblos, donde vive la gente normal, cargada de magia, invenciones y quebrantos.
Castillo, que aprendió a lidiar con la pobreza desde chiquito, vistió la isla de una cubanía inédita; alejada de las imitaciones extranjeras y con opciones para todos los biotipos; rara avis en el mundo del Prèt-à-porter.
Su sólida formación cultural y habilidades como dibujante; cualidad innata, pero perfeccionada, salpicaban de magia y precisión técnica sus creaciones; incluso si alguien rescata sus bocetos, encontrará asombrosos dibujos. de descarnada y plural carnalidad.
Mis padres era de origen muy humilde; empleada doméstica y mensajero de botica, pero me enseñaron a perseverar; contó Castillo que, siendo niño, diseñaba para sus primas, sus primeras maniquíes y luego para sus compañeras de aula y sus madres; atraídas por el toque chic del mago del Vedado.
Tengo mucho respeto con la moda y los cánones internacionales, pero me escapo y visto a personas bajitas, gorditas, que no son tan agraciadas; pero que también son cubanos; gente común y corriente, declaró Castillo, que siempre mostró respeto por los amantes del estilismo depurado, las lentejuelas y las plumas.
Los cubanos no somos europeos, y mientras más cubanos seamos más universales seremos; vistiéndonos con nuestro sol, nuestras costumbres y cultura, proclamó el artista que vivió más a gusto con el arroyo de la sierra, que el mar; como lo recuerda su amigo Alexis Mendiola, otro habanero sensible y generoso hasta la pared de enfrente.
Corresponde a expertos valorar el aporte de Raúl Castillo a la belleza en Cuba, un bien atacado por la uniformidad, el facilismo de copiar a extranjeros, la falta de comunicación estable con otros mercados y la escasez crónica de telas; pese a tener la textilera más grande de América Latina.
Ahora, que se ha ido en plena madurez creativa, por culpa de una agresiva diabetes, echaremos en falta su risa contagiosa e iluminadora de espacios, como su cubanísima e irrepetible obra.
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